Ya hemos comentado en alguna ocasión como los jugadores defensivos obtienen menor atención respecto a los de ataque debido a la menor relevancia que expiran sus estadísticas. Mientras un quarterback puede lanzar para 4000 yardas, y un corredor o receptor acumular 1500 yardas totales, los jugadores defensivos pueden llegar «sólo» a 5-6 intercepciones ó 10-11 sacks. Pero si ya nos centramos en los jugadores de línea ofensiva, éstos hombres no tienen ni una sola estadística oficial reconocida por la NFL. Son los grandes olvidados de este deporte. Cuando un quarterback o un runningback completa un partido soberbio, todos le aplauden y reconocen su actuación con galardones; pero cuando ese mismo lanzador o corredor es incapaz de romper una jugada, rápidamente las miradas y las críticas se centran en los hombres más grandes sobre el terreno de juego.
Pese a esto, la importancia de la línea ofensiva es vital para el buen rendimiento de un equipo. Muy pocos son los conjuntos que consiguen alcanzar los playoffs sin una línea de ataque conjuntada y efectiva. De estos hombres depende el tiempo que un quarterback posee para lanzar y los huecos que un corredor tiene para ganar yardas. Sólo los más grandes pueden sobreponerse a unos pobres bloqueos en algún partido concreto, pero a la larga hasta el MVP de la liga necesita de la colaboración de los «big fellas».
A lo largo de la historia de la NFL ha habido varios jugadores de línea ofensiva que han destacado por encima del resto. En este «Recuerdas» vamos a analizar a cinco de los mejores de todos los tiempos, que en conjunto hubiesen formado una línea de ataque absolutamente inexpugnable. Son el tackle izquierdo Anthony Muñoz, el guard izquierdo John Hannah, el center Chuck Bednarik, el guard derecho Jim Parker y el tackle derecho Forrest Gregg.
LT #78 ANTHONY MUÑOZ (1980-92)
Considerado como el mejor jugador de línea ofensiva de todos los tiempos, Muñoz redefinió la posición de tackle durante sus trece temporadas con los Cinncinati Bengals (1980-92).
A lo largo de su etapa colegial en la universidad de South California, Muñoz tuvo la desgracia de romperse los ligamentos de una rodilla en tres ocasiones. En su primer y tercer año fue la rodilla derecha, mientras que en el último fue la izquierda. Sólo en su temporada de sophomore pudo disputar todos los partidos de USC. Pese a su última grave lesión, Muñoz pudo recuperarse a tiempo para disputar la Rose Bowl, en la que destrozó a todos los defensores de Ohio State que se le pusieron por delante. Entre el público en ese encuentro se encontraba Paul Brown, fundador y general manager de los Cincinnati Bengals. Brown quedó impresionado con el juego de Muñoz, y contra todas las dudas que había en torno en su salud, eligió al poderoso tackle en la tercera elección de la primera ronda del Draft de 1980.
En sólo su tercer día como profesional ya se hizo con el puesto de titular, y a partir de ahí demostraría una tremenda durabilidad. No se perdería un partido por lesión hasta 1991. En su temporada de novato, el quarterback Ken Anderson fue el principal beneficiado de su llegada. Después de sufrir 63 sacks en 1979, un año después sólo tuvo que encajar 37.
Ya en 1981, con un Muñoz mucho más asentado en su puesto de tackle izquierdo, los Bengals alcanzaron la Superbowl por primera vez en su historia. En su camino hasta el título se interpusieron los 49ers de Joe Montana, que ganarían por un ajustado 26-21. La historia se repitió siete años después, ya con Boomer Esiason como quarterback. San Francisco venció con un pase de touchdown en el último minuto de juego.
Junto al guard Max Montoya, formó un lado izquierdo impenetrable durante la década de los ochenta. Los Bengals tuvieron el ataque de carrera nº 1 de la liga tanto en 1988 como en 1989. Tres años después, Muñoz se vio forzado a la retirada tras sufrir otra seria lesión de rodilla.
En once ocasiones consecutivas fue seleccionado para la Pro Bowl (1981-91). Cuatro veces ganó el premio de mejor línea ofensiva de la temporada. Pese a su tremenda talla (1.98m / 126Kg), era un jugador muy rápido, que incluso se permitió el lujo de anotar cuatro touchdowns en su carrera actuando como tight end. Obviamente, entró en el Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad, 1998.
LG # 73 JOHN HANNAH (1973-85)
El primer jugador en la historia de los Patriots seleccionado para el Salón de la Fama, Hannah es probablemente el mejor guard de todos los tiempos. En sus trece temporadas en New England, el equipo de Boston permaneció entre los mejores en yardas de carrera, producto del feroz juego de Hannah, que disputaba cada jugada como si fuera la última.
Elegido en la primera ronda del draft de 1973 en el número cuatro tras una exitosa etapa universitaria en Alabama, Hannah supuso el bastión que levantó a los Patriots tras muchos años de mediocridad.
Rápidamente hizo la transición del ataque «wishbone» que jugó en la universidad para adaptarse a los rigores de la NFL, donde el juego de pase estaba más presente. En su cuarta temporada en la liga, 1976, New England estableció el récord de la NFL con 2948 yardas de carrera (210.6 por partido), y tenía serias opciones de alcanzar la Superbowl. Todo se vino abajo cuando los Raiders montaron un gran drive en los últimos instantes para anotar el touchdown de la victoria en encuentro de playoffs.
En 1977 una disputa contractual le hizo perderse los tres primeros partidos de liga, pero volvió más motivado si cabe un año después, ayudando a que los Patriots superaran su propia plusmarca (todavía vigente) con la astronómica cifra de 3148 yardas vía terrestre. New England conquistó la AFC Este, pero de nuevo sucumbió a las primeras de cambio en la post-temporada.
Hannah ganó el trofeo a mejor línea de ataque cuatro años consecutivos (1978-81), pero su frustración fue en aumento ante la incapacidad de su equipo para llegar a la Superbowl. Finalmente, en 1985 los Patriots alcanzaron la gran final, donde fueron apalizados por unos muy superiores Chicago Bears. Siete días después Hannah participó en su novena Pro Bowl, pese a estar seriamente lesionado en una rodilla y sus dos hombros. Las operaciones a las que debió someterse semanas después le llevaron a la retirada.
En 1991 se cumplió su sueño, entrar en el Hall of Fame, siendo únicamente el segundo guard puro (Gene Upshaw) capaz de conseguirlo.
C # 60 CHUCK BEDNARIK (1949-62)
El dorsal 60 que Chuck Bednarik vistió durante sus catorce temporadas en Philadelphia no podía reflejar mejor su lugar en la historia como el último jugador capaz de doblar tanto en ataque como en defensa durante una temporada completa. Hasta los años 40 era la norma, pero poco a poco el juego se fue individualizando hasta llegar a como lo conocemos hoy en día, jugador de ataque por un lado y de defensa por otro.
Después de servir para las fuerzas aéreas norteamericanas en la Segunda Guerra Mundial y recibir varias condecoraciones, Bednarik desarrolló su carrera universitaria en Pennsylvania, donde poco a poco se convirtió en un codiciado center por los equipos profesionales.
Gracias a una elección bonus, los Eagles pudieron seleccionar a Bednarik en la primera ronda del draft, y con su ayuda consiguieron revalidar en 1949 su título de campeón de la NFL.
Hasta 1957 desarrolló su actividad deportiva actuando como center en ataque y linebacker en defensa. Pese a la «apretada agenda», Bednarik se convirtió en el hombre de hierro de la liga, y sólo se perdió un partido en sus últimas treces campañas. Sus principales honores los sumó en el plano defensivo. Siete de sus ocho nominaciones para la Pro Bowl fueron como linebacker, y en la edición de 1954 fue nombrado MVP gracias a una intercepción retornada para touchdown.
Pasada la treintena de edad, los entrenadores de Philadelphia pensaron que sería mejor que Bednarik centrase sus esfuerzos en ataque como center, dejando a un lado su papel de linebacker, una posición que exigía más de él, especialmente por su estilo agresivo de juego.
Pero en 1960 las lesiones provocaron que Bednarik tuviera que volver a doblar, algo ya inaudito en esa época. Jugó 694 minutos en una temporada de 12 partidos (57.8 minutos de media), y junto a Norm Van Brocklin llevó a los Eagles hasta el partido por el campeonato de la NFL. Enfrente estaban los Packers de Vince Lombardi, un joven equipo que venía progresando en las temporadas recientes. En un partido histórico, Bednarik realizó una épica actuación, con poderosos bloqueos en ataque y feroces placajes en defensa. Philadelphia ganaba 17-13 pero Green Bay se acercó peligrosamente a la end zone para anotar el touchdown de la victoria. A ocho segundos del final ya estaban en la yarda 22. Bart Starr pasó a un desmarcado Jim Taylor que avanzó hasta la yarda ocho donde fue recibido por un abrazo del oso de Chuck Bednarik, que selló la victoria de los Eagles. Esa fue la única derrota que sufriría Lombardi en encuentros por el título, y todavía supone a día de hoy el último entorchado de Philadelphia.
Seguramente no haya sido el mejor center puro de todos los tiempos, pero sí desde luego el mejor jugador que jamás haya ocupado esa posición.
RG #77 JIM PARKER (1957-67)
Detrás del éxito de hombres como Johnny Unitas, Lenny Moore, John Mackey o Raymond Berry estaba el impagable esfuerzo de Jim Parker, el primer línea de ataque como tal incluido en el Salón de la Fama.
Parker llegó a la NFL en 1957 como primera ronda del draft tras una sobresaliente etapa universitaria en Ohio State, donde destacó tanto en ataque como en defensa. Su entrenador en college recomendó a los Colts que le usaran como defensor, pero desde el primer día se colocó como left tackle titular, donde se convirtió en quizás el mejor de la historia a la hora de proteger al quarterback.
Probablemente el línea de ataque más polivalente de todos los tiempos, Parker podía actuar en cualquier posición, tackle, guard e incluso center. Sus primeros cinco años y medio los pasó como tackle izquierdo, protegiendo de forma impecable el lado ciego de Johnny Unitas, y los último cinco y medio como guard izquierdo, abriendo avenidas para Lenny Moore. En cada una de las dos posiciones se ganó cuatro nominaciones para el equipo All-Pro.
Con Parker en el equipo, Baltimore ganó el título de la NFL dos años consecutivos, 1958 y 1959, además de jugar la final en 1964. Una lesión de rodilla que se complicó en exceso le hizo anunciar su retirada en plena disputa de la campaña de 1967, cuando los Colts marchaban imbatidos y con claras ambiciones de Superbowl. Según él, en esas condiciones ya sólo podía perjudicar a su equipo, un testimonio que delata su humildad. Tres días después, como agradecimiento a su trabajo recibió el único «game ball» (balón del partido) de su carrera, una muestra más del anonimato de estos grandes jugadores.
RT #76 FORREST GREGG (1956-71)
Que Vince Lombardi te nombre como «el mejor jugador que he entrenado jamás» es un gran cumplido teniendo en cuenta los excepcionales atletas que dirigió el mejor entrenador de la historia durante sus años en Green Bay. Gregg fue seleccionado por los Packers en la segunda ronda del draft de 1956, y al contrario de lo que él mismo pensaba, lo utilizarían en la línea ofensiva. En la universidad de Southern Methodist había actuado tanto en ataque como en defensa, y precisamente como defensor creía Gregg que jugaría en la NFL.
Su «escaso» tamaño (1.93m / 113Kg) no le permitía dominar a sus rivales por pura fuerza, así que se convirtió en un tackle extremadamente técnico capaz de solventar cualquier situación a base de maña y estrategia. Las horas de entrenamiento y estudio de los rivales pagaron su fruto con ocho nominaciones consecutivas para el equipo All-Pro y su posterior entrada al Salón de la Fama en 1977.
Lombardi aprovechó la gran velocidad de Gregg para sacarle constantemente en pulls, algo inusual para un tackle. La jugada favorita de los Packers de los sesenta, el sweep, se convirtió en un arma imparable que llevó a los queseros a cinco títulos de la NFL (incluídas las dos primeras Superbowls).
Las lesiones de sus compañeros forzaron a Gregg a actuar como guard en 1961 y 1965. En ese último año experimentó su mejor campaña en la liga, hasta el punto de ser nombrado para el equipo All-Pro tanto de tackle (UP) como de guard (AP).
Gregg puso punto y final a su exitosa carrera como jugador con los Cowboys campeones de 1971, a los que se incorporó esa misma temporada tras haberse retirado semanas antes con los Packers. Pese a no actuar en la Superbowl VI, Gregg se llevó su sexto título de campeón de la NFL, y esta vez sí anunció su retirada definitiva de los terrenos de juego.
Su legado no quedó ahí, puesto que como head coach dirigió a Cleveland Browns (1975-77), Cincinnati Bengals (1980-83) y finalmente sus Green Bay Packers (1984-87). El punto álgido de su carrera como entrenador llegó en 1981, cuando comandó a los Bengals hasta la presencia en la Superbowl XVI.