Michigan Wolverines

Michigan. Cielos, Michigan. Quo vadis, Michigan?

Rich Rodríguez, año 3. ¿Será el último año de RichRod en el banquillo de los Maize&Blue? Realmente, no hay ninguna otra pregunta en el horizonte. Cuando el programa más respetado y con más historia (uno de ellos, al menos) de toda la NCAA tiene tras de sí las dos peores temporadas en más de cien años y, al frente, sólo se atisba la duda de quien les dirigirá en la 2011, es que algo falla. Y de forma lamentable.

Porque, con la mano en el corazón, aún en el mejor de los casos, Michigan no aspira ni a ser de los cinco primeros en la Big Ten. Sólo escribir la frase anterior provoca una tristeza enorme. Y, ahora sí, ya es el momento de exigirle todo tipo de responsabilidades al hombre que acudió, veloz, a la llamada de Ann Arbor, dejando en llamas West Virginia (no podrá ir por allí de paseo, no), para instaurar su «infalible» spread option offense y cambiar la cara a la tradición, para meter al programa en el siglo XXI, para volver a competir cara a cara con Ohio State. Antes podía hablarse de adaptación, de no tener gente apropiada para su esquema, pero ya no; los jugadores ya reclutados por su staff son parte esencial del equipo y no queda ninguna excusa en firme. Si hay algún entrenador en el hot seat ese es el amigo Rodríguez. Y, francamente, no me gustaría estar en su situación, porque el futuro, como veremos ahora mismo, se presenta horrendo.

Además, como guinda a la catástrofe, se especula con que The Game, el partido que enfrente a Michigan y Ohio State en la última jornada de la competición desde tiempo inmemorial, podría moverse a octubre para impedir un rematch consecutivo en caso de que las nuevas divisiones de la Big Ten, efectivas a partir del año que viene, permitiesen una final de conferencia entre ambos. ¿Es que nunca se va acabar este periodo oscuro?

Más Spread Option que nunca. Tras lo visto en el partido de primavera y lo que se trasluce de los entrenamientos actuales, parece claro que Denard Robinson le ha ganado la partida a Tate Forcier. Ambos son sophomore, pero el año pasado la historia fue que Forcier comenzó el año como un tiro, sobre todo con un partido memorable frente a los archirivales de Notre Dame y con varias remontadas en el último cuarto que fueron todo explosividad, excitación y jugadas de tío jugón, capaz de mantenerse como pez en el agua en situaciones rotas, y de usar el pase y la carrera en su justa medida. Pero el cuento de hadas se fue apagando durante la temporada y, en más de una ocasión, Robinson tomó los snaps en los últimos, y decisivos, cuartos.

La situación es tal que, a poco que Robinson mejore un poco en el pase el puesto será suyo. A nivel de juego de carrera, de potencial para hacer big plays y atacar la end zone en cada jugada, Robinson está muy por encima. Es por eso que, al primer pase que dio que no fue terriblemente erróneo, la nación Maze&Blue se echó en sus brazos. Literalmente. Es decir, si el chico es capaz de darle un balón a un metro a la redonda de cualquier compañero, SOLD, será titular. No cabe duda de que todos quieren a otro Pat White, pero de eso no hay en el supermercado. En la sombra espera Devin Gardner, uno de los grandes reclutados de la promoción.

La mejor unidad del equipo puede ser la linea ofensiva. Básicamente porque la capacidad para atraer grandes atletas sigue ahí, como no podía ser de otra manera en una universidad de esta tradición, y chavales grandotes que jueguen a esto no van a decir que no cuando les llamen desde Michigan. Stephen Schilling y David Monk forman una pareja interior de muchísimos quilates e incluso el freshman Tyler Lewan puede ser que acabe jugando este mismo año, y es un muchacho que apunta muy arriba.

El problema para este ataque es la defensa. Es tan paupérrima que tendrá que jugar a meter un millón de puntos, a no perder un drive, para tener opciones. El año pasado fueron un desastre en la protección del balón y es un lujo que no pueden permitirse. Si la temporada de Michigan tiene alguna opción de ser medianamente potable, de acabar jugando una bowl, esta pasa irremediablemente porque este ataque sea la viva imagen de la explosividad.

Y este es el meollo del equipo. Sobre todo en lo que se refiere a la secundaria.

Esta defensa ha sido un desatre, el hazmerreir de la Big Ten, en las dos últimas temporadas. Y eso contando que tenía entre sus filas a un jugador de la categoría de Brandon Graham. Ahora mismo, viniendo, como ya digo, de ser malísimos, no sólo no se atisba nada en el horizonte, si no que todo va a peor…

La secundaria, especialmente, parece un circo al que sólo le crecen los enanos. Hace poco se junto una colección de chicos espectaculares que, por un motivo u otro, están todos fuera de Ann Arbor: Donovan Warren, Boubakar Cissoko, Justin Turner, Demar Dorsey, Troy Woolfolk. Todos ellos renombrados, espectaculares atletas, formando una unidad legítimamente llamada a ser de las mejores del pais. Pues el que no se ha lesionado para todo el año ha sido despedido, y el que no se ha adaptado ha decidido huir. Hay razones para todos los gustos, pero la conclusión es la misma: la defensa ha empeorado sobre el peor de los escenarios posibles.

Cuando las supuestas estrellas Mike Martin u Obi Ezeh, cuando ambos fueron algo menos que brillantes en temporadas pasadas, pues todo está dicho. Greg Robinson, el coordinador defensivo, fue llamado para implantar una 3-3-5 híbrida y, de momento, el resultado es espectacularmente fallido.

Lo único salvable, como en el ataque, reside en los chicos grandes. William Campbell podría ser un ancla en el Nose Tackle de mucho nivel.

La defensa debe hacer todo lo posible para permanecer en el campo. Un ratito. Algo para que el ataque descanse. Así de mal están las cosas: si consiguen que los drives rivales duren, aunque acaben en touchdown, será un triunfo. Por Dios, en lo que han convertido a Michigan.

Oh, que se nos olvidaba: Michigan también pierde al mejor punter de la Big Ten, Zoltan Mesko. No obstante, no habría que preocuparse mucho por los equipos especiales por lo mismo que comentaba de los chicos grandes y las clases. Es decir, para jugar en equipos especiales se suele usar a jugadores de la plantilla que son de relleno, que no son estrella. Y, por supuesto, la capacidad de Michigan para reclutar está muy por encima de la de muchos rivales, por lo que los atletas que salgan a jugar en estas unidades serán más fuertes y rápidos que la mayoría. El receptor Darryl Stonum podría ser de gran importancia a la hora de tener buenas posiciones de campo y, pensando en que el ataque tendrá que anotar casi siempre, eso puede tener una gran importancia a lo largo de la temporada.

	Denard Robinson. El Quaterback puede ser una auténtica bestia en las jugadas de carrera de la Spread Option. Si consigue afinar, aunque sea un poco, su juego de pase para que las defensas no le esperen con todo en el box, podemos estar a un jugador estrella.
	La secundaria al completo. La unidad tendrá un ojo encima toda la temporada y sería muy sorprendente si consiguiesen parar los ataques aéreos rivales.

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