Este era su año. Con diez titulares recuperados a ambos lados del balón, un récord impecable de 14-0 la anterior temporada (finalizando No.4 del ranking BCS), un balance de victorias de 36-1 los tres últimos años (con la única derrota ante TCU por 1 sólo punto), imbatidos en el blue-turf de Idaho, con un quarterback del enorme talento de Kellen Moore, un grupo de receptores imparable en Austin Pettis o Titus Young, una defensa disciplinada y robusta, un coaching-staff inteligente, competitivo y decidido, una mentalidad de equipo ganador y cultura de excelencia, mostrando una superioridad aplastante en cada uno de sus compromisos interconferenciales o superando adversidades después de batir en un ambiente hostil a la poderosa Virginia Tech en la primera semana, sin embargo, Boise State falló en Reno. Las expectativas eran gigantescas para este pequeño gran programa. Sus fans incluso “olvidarían” el tradicional tailgating en las inmediaciones del Mackay Stadium para seguir con extrema atención los instantes finales en Tuscaloosa, con el fin de esperar una derrota de Auburn (entonces No.2 del BCS) que situase a BSU (No.3) con medio pie en Glendale por el campeonato nacional. Nadie en Idaho entendía otra cosa que no fuese capturar el título de la WAC por tercera temporada consecutiva, y nadie tampoco esperaba nada menos que batir a Nevada en su camino histórico por contender al cetro nacional. Boise State se ha pasado toda la temporada demostrando porque arrancaron el año como No.3 del AP Poll y debían ser considerados serios contendientes al título como auténticos BCS-Busters, pero los Broncos, cuando nadie en todo el país se lo esperaba, simplemente fallaron. Esto es college football, nada más ni nada menos, ¡Bienvenidos a este negocio Boise State! Los Broncos han pasado de cazadores, a ser cazados. De todos modos, los pupilos del head-coach Chris Petersen tenían el partido perfectamente encarrilado, como viene siendo habitual cada semana, en una fría noche que parecía dirigida a una nueva exhibición de los de Idaho, ante un rival que, además, acumulaba 10 derrotas consecutivas ante los Broncos y que según Las Vegas, llegaban con 14 puntos como underdog. A pesar de los superiores estándares que presenta ya Boise State, la Wolfpack del head-coach Chris Ault (No.19 del BCS) no era moco de pavo. Al fin y al cabo Nevada lleva dando problemas a los Broncos en la WAC los tres últimos años y poniendo en duda su absoluta supremacía dentro de la conferencia. Son los modernos precursores de la Pistol Offense en este nivel y un conjunto que ya el año pasado superó en 165,6 yardas por partidos a sus rivales de la WAC (incluso mayor amplitud que BSU) y que este año lidera el país en promedio de yardas terrestres en primer down. Sin embargo, Nevada sólo conseguiría 26 yardas en ocho primeros downs durante toda la primera parte y Kellen Moore (20/31 para 348 yardas y 2 TD) lideraría a su squad en una cómoda ventaja de 24-7, pero en la segunda, simplemente todo cambió. La defensa local liderada por el end Dontay Moch y el MLB James-Michael Johnson convertiría en miserable el ataque de los Broncos, y el juego terrestre de la Wolfpack haría el resto, controlando el reloj durante toda la segunda parte (24 minutos a 5:48) y superando a Boise State en 239 yardas terrestres a únicamente 8, donde el RB Vai Taua (con 105 tras el descanso en un total de 131 para 32 intentos y 1 TD) y el estelar QB Colin Kaepernick (19/35, 259 yardas, 1 TD y 1 INT, además de 10 carreras para 45 yardas y 1 TD) sumarían un total de 288 yardas, cuando la defensa de los Broncos solamente permitía un promedio de 229 por partido. Kellen Moore se había mostrado excepcional durante la temporada en lanzamientos por encima de las 15 yardas (64,4%), pero sólo completaría 2 de 7 intentos, en su peor actuación de todo el año, y los Broncos lo notaron, en un colapso que sería mayúsculo. Con 10 puntos por debajo del marcador y en situación de Shotgun en la Pistol, Kaepernick amagaría con la carrera off-tackle para finalmente entregar el end-around en la dirección contraria sobre el WR Rishard Matthews (10 recepciones para 172 yardas y 1 TD, además de 1 TD terrestre), quien se escaparía 44 yardas para TD. Los Broncos se verían obligados a ejecutar el punt por cuarta vez en toda la segunda parte, permitiendo a Nevada construir un contundente drive de 93 yardas que sería capitalizado con un FG de 23 yardas del PK Anthony Martinez, y que igualaba momentáneamente el encuentro (con 5:14 restante), hasta que en la siguiente acción de BSU desde la línea de scrimmage, Doug Martin (24 intentos para 152 yardas y 2 TD) se aprovechaba de los pobres ángulos de los safeties de la Wolfpack, para atrapar un balón fuera del backfield y escaparse completamente sólo 79 yardas para TD, pero la respuesta de Nevada no se hizo esperar. Evidentemente la defensa de los Broncos comenzaría a mostrar signos evidentes y preocupantes de fatiga y Kaepernick lo aprovecharía conectando en la esquina de la endzone con Rishard Matthews en un lanzamiento de 7 yardas y con 13 segundos sobre el reloj. Entonces aparecerían la serie de despropósitos de los Broncos. Kellen Moore conseguía lo imposible, avanzando con maestría sobre el pocket y enviando un cañonazo de 54 yardas a Titus Young (6 recepciones para 129 yardas y 1 TD) con dos segundos sobre el reloj, pero cuando todos los fans de los Broncos hablaban del reciente milagro y besaban sus rosarios, el PK Kyle Brotzman fallaba ante todo pronóstico un centrado y asequible FG de 26 yardas. En la prórroga se volvería a repetir la historia y Brotzman volvía a fallar un nuevo FG asequible de 29 yardas en la primera posesión de la misma. Boise State ha pasado de codearse con la “crème de la crème” y tener el BCS a tiro, a posiblemente competir en la modesta Humanitarian Bowl, en su propio blue-turf de Idaho o en la Fight Hunger Bowl de San Francisco, mientras que TCU es el grandísimo beneficiado, después de que su posición de privilegio en el ranking se viese comprometida (incluso acabando imbatidos) con una potencial victoria de los Broncos en Reno. (R: 31-24)
Auburn remonta 24 puntos en la Iron Bowl tras estar KO
La Auburn de Cameron Newton llegaba a Tuscaloosa con el único objetivo de sobrevivir en la carrera final por asegurarse su viaje a Glendale. No obstante, los pupilos de Gene Chizik se habían asegurado la Oeste y un sitio en Atlanta hace ya dos semanas, pero los Tigers eran conscientes de su posición de privilegio como No.2 del ranking BCS y un último esfuerzo podía devolver al programa a un escalafón arrebatado en aquella inmaculada temporada del 2004, donde imbatidos con un record de 13-0 serían ignorados como candidatos al cetro nacional. El problema es que enfrente se encontraba Alabama, su tradicional y máximo enemigo, quien un tanto deprimido tras sus recientes derrotas ante South Carolina y LSU, y más si cabe como vigente campeón nacional y de la propia conferencia SEC, le convertía en un rival tremendamente peligroso. Simplemente el echo de arruinar la temporada de su vecino y eterno archi-enemigo era un estímulo y un aliento para cerrar con gran éxito la temporada regular, incluso poder aspirar a una bowl BCS como at-large en el caso de que Arkansas superase a los Bayou Bengals. El ambiente en T-town fue hostil con la más apasionante Iron Bowl que un servidor recuerde y realmente los Crimson Tide sin nada que perder, se comerían literalmente a los Tigers durante la primera media hora. Auburn simplemente observaba anonado como sus posibilidades de luchar por el campeonato nacional se iban esfumados a un ritmo vertiginoso. El game-plan del coaching-staff de ‘Bama sería sublime alejando del radar del balón al estelar DT Nick Fairley con constantes reverses, sweeps y acciones off-tackle, hasta tal punto que un fake de reverse sobre el WR Marquis Maze, permitiría que el RG Anthony Steen y el RT DJ Fluker se comiesen a Fairley en el inside-pull para que Mark Ingram anotase a placer sobre el interior en una carrera de 9 yardas. Un grave error en cobertura de la secundaria visitante, permitía que el estelar WR Julio Jones (10 recepciones para 199 yardas y 1 TD) anotase con facilidad un big-play aéreo de 68 yardas y una estúpida penalización por conducta antideportiva de Nick Fairley tras celebrar el sack sobre McElroy (en situación de tercer down largo), sería clave en el drive donde McElroy conectaría sobre la esquina de la endzone con el WR Darius Hanks en un lanzamiento de 12 yardas. Nadie sabe exactamente porque fue penalizado Fairley, sí por una cuestionable excesiva celebración o por mismamente trash-talking, tal vez incluso su reputación de jugador sucio influyó, pero el caso es que la penalización comprometería a sus compañeros en un instante clave de la primera parte. Mientras tanto, la línea defensiva local, con unos inspirados Courtney Upshaw (10 tackles, 3 sacks y 3 placajes para pérdida de yardas) y Marcell Dareus (1 sack y 2 presiones), destruiría literalmente el juego terrestre de los Tigers, reduciendo en insignificante la amenaza de Newton. El ataque de Auburn no conseguiría un primer down hasta adentrado el segundo cuarto, con una abismal diferencia estadística de 314-2 yardas, pero con la entonces cómoda ventaja sobre el marcador, llegarían el cúmulo de despropósitos Crimson Tide. McElroy conectaba en un lanzamiento underneath sobre Mark Ingram, y éste aprovechaba un desajuste defensivo para escaparse 41 yardas hasta la 20 visitante, sin embargo, tras superar a un defensor perdería el equilibrio y no protegería el football, permitiendo que el end Antoine Carter provocase un fumble con un manotazo sobre su espalda (su segundo en toda su carrera), con tan mala suerte que el balón saldría disparado en paralelo a la línea de banda hasta el fondo de la endzone, con el resultado final de touchback a favor de los Tigers. Después de un nuevo big-play de 42 yardas de Julio Jones, el RB Trent Richardson, en una acción inhabitual en él (aunque era evidente que no se encontraba al 100%), dejaría caer en la endzone un sencillo lanzamiento sobre el flat desde la yarda 3 de Auburn, y ‘Bama se tendría que conformar en ampliar la distancia con solamente 3 puntos tras el FG de 20 yardas del PK Jeremy Shelley. Pero entonces llegaría la respuesta de Auburn (con un déficit de 24-0), después de que Cameron Newton desde el shotgun ejecutase un fake de carrera para encontrar tras la secundaria local en un lanzamiento de 36 yardas al WR Emory Blake. La primera parte se cerraría con una nueva oportunidad desaprovechada por Alabama, después de que McElroy sufriese un contundente sack y fumble de Nick Fairley en la yarda 8 visitante, que sería recuperado por el propio Fairley, preservando la anotación al descanso. En la segunda parte, en cambio, la situación cambiaría, justo en la segunda acción de la misma, donde Newton conectaría con el WR Terrell Zachery en un lanzamiento de 70 yardas para TD. La defensa de ‘Bama tenía la jugada perfectamente defendida, pero inexplicablemente el safety Mark Barron fallaba en el tackling y/o propinando el golpe, permitiendo a Zachery se escapase en dirección a la endzone y sin oposición alguna. Mientras tanto, la defensa de Auburn comenzaría a imponerse sobre la línea de scrimmage y a forzar el habitual bloqueo del ataque de ‘Bama durante determinadas fases del encuentro, y los Tigers anotaban en su primer drive real de todo el partido (8 jugadas para 75 yardas y 3:14 minutos) después de que el RB Onterio McCalebb consiguiese una carrera de 20 yardas en un sweep-play y Newton resolviese la distancia restante con una carrera straight-ahead de 1 yarda en situación de goal-line. Con Auburn amenazando (solamente 3 puntos de diferencia en el marcador), Alabama conseguía respirar después de que Quindarius Carr sufriese en su propia yarda 27 un fumble de Courtney Upshaw en su intento de retorno de punt. El takeaway, en cambio, no sería aprovechado al máximo por los Crimson Tide, después de que el LB Eltoro Freeman consiguiese un sack en situación de tercer down sobre McElroy, que obligaba a ‘Bama a conformarse con un FG de 32 yardas del PK Jeremy Shelley. Inmersos en el último cuarto, llegaría el momento Cameron Newton (13/20 para 216 yardas y 3 TD, además de 22 intentos para 39 yardas terrestres y 1 TD), después de que éste encontrase en la endzone al TE Philip Lutzenkirchen en un misdirection-play de 7 yardas para TD, después de lanzar sobre el lado contrario en su roll-out, situando a Auburn con 1 punto de ventaja por primera vez en toda la noche. Alabama dispuso de tiempo para recuperar el liderazgo sobre el luminoso, pero entonces el QB Greg McElroy (27/37 para 377 yardas y 2 TD) sufriría una conmoción cerebral tras el sack del defensive-back T’Sharvan Bell, y que unido con las lesiones de Julio Jones y Darius Hanks (No.1 y No.3 en el cuerpo de receptores), imposibilitarían cualquier posibilidad de remontada. (R: 28-27)
Arkansas pone rumbo a la Sugar Bowl
Después de las ajustadas derrotas ante Alabama y Auburn, y la muy positiva inercia del squad de Petrino en el mes de Noviembre, la oportunidad de esta semana les llegaba ni que pintada. Con Alabama sumando su tercera derrota dentro de la conferencia, Arkansas sencillamente se aseguraría el segundo puesto de la división en el tiebreaker batiendo a sus grandes rivales, los Bayou Bengals. Después de la derrota ante los Crimson Tide, la Arkansas de Ryan Mallet ha volado demasiado bajo sobre el radar después de una pretemporada de gran hype, pero ya he señalado varias veces por aquí que sí este conjunto jugase en la división Este, estaría en Atlanta, sin ninguna duda. Como nos tiene acostumbrados, siempre que el QB Ryan Mallet (13/23 para 320 yardas, 3 TD y 2 INT) tuvo la oportunidad desde el pocket de bombardear la secundaria de los Bayou Bengals, algo bueno estaría por ocurrir. El big-play de 36 yardas sobre Jarius Wright, junto con la espectacular completación de 11 yardas sobre el TE DJ Williams tras lanzar sobre su back-foot y con un defensor agarrándole de la cintura, permitiría al RB Knile Davis (30 carreras para 152 yardas y 1 TD) anotar cómodamente con una carrera off-tackle de 14 yardas. En la siguiente oportunidad, Mallet lanzaba otro cañonazo sobre la línea de banda al WR Cobi Hamilton, quien aprovecharía un pobre ángulo del safety Brandon Taylor para desbordarlo y encarar la endzone completamente sólo en un TD de 85 yardas. El RB Stevan Ridley (17 carreras para 75 yardas y 2 TD) se echaría a los Tigers sobre la espalda y respondería a cada anotación con sacrificadas acciones terrestres para TD de 5 y 3 yardas respectivamente. Los Hogs tuvieron el game changing-play de la primera parte tras el fumble en un snap demasiado alto sobre el QB Jordan Jefferson (16/27 para 184 yardas) y que sería recuperado por el OLB Freddy Burton en la yarda 21 visitante, pero Mallet sería interceptado magistralmente en la endzone por el CB Morris Claiborne en la primera acción tras el takeaway. Con 3 segundos restantes antes del descanso y cuando la mayoría de ataques y quarterbacks del país situarían una rodilla sobre el suelo, Mallet ejecutaría el drop-back, se mantendría alto en el pocket y enviaría un láser sobre el WR Cobi Hamilton, quien se aprovecharía del brutal golpe fortuito entre el CB Morris Claiborne y el safety Brandon Taylor para escaparse completamente sólo 80 yardas para TD. La segunda parte arrancaría con un retorno de 54 yardas del especialista Patrick Peterson, pero los Bayou Bengals solamente obtendrían un FG de 46 yardas del PK Josh Jasper, como tampoco aprovecharían un fumble en la yarda 9 de Arky en el intento de punt de Dylan Breeding, teniendo que consolarse con un nuevo FG de 30 yardas de Jasper. Nada más arrancar el último cuarto y después de un largo drive de 5 minutos, Arkansas se enfrentaría a un 4th down en la yarda 39 de LSU, Bobby Petrino solicitaría el tiempo muerto y esta vez, el particular “Mad Hatter” sería él, con Ryan Mallet buscando la endzone después de stop-and-go pattern del WR Joe Adams que superaría al CB Tyrann Mathieu tras un lanzamiento para TD de 39 yardas. Los Razorbacks superarían a los Tigers en 464 a 294 yardas y el valeroso call de Petrino en el último cuarto pueden situar a Arkansas (récord de 10-2) en la Sugar Bowl como BCS at-large después de las derrotas de Alabama y Boise State de esta semana y una potencial victoria de Auburn en la final de la SEC el próximo sábado. Es la tercera ocasión en los últimos cuatro años que los Hogs conquistan el Golden Boot Trophy ante LSU. (R: 23-31)
El control del estado sigue perteneciendo a los Sooners
Oklahoma State se presentaba en el Bedlam rivalry como “gallito” (No.9 del ranking BCS) y excepcionalmente favorito sobre unos Sooners que han dominado estas series durante todo un siglo, después de que Oklahoma sufriese varios colapsos en los instantes finales ante Texas Tech y Missouri (sin contar Texas). Pero muy pocos eran los que confiaban realmente en los Cowboys, después de perder a 6 de sus 7 principales “placadores”, reputadas estrellas como el RB Keith Toston, el QB Zach Robinson, el WR Dez Bryant y el CB Parrish Cox, de perder 24 lettermen (el 42% de todo el squad) o de presentar uno de los calendarios más complicados de toda la conferencia dentro de la tradicionalmente competitiva división Sur de la Big-XII. Sin lugar a dudas, el año se presentaba como de profunda reconstrucción para los pupilos del head-coach Mike Gundy, pero después de sólo una derrota ante Nebraska en su propia casa y los mediocres años de Oklahoma (No.13) y sobre todo, Texas (fuera de las bowls con un record de 5-7), habían disparado las esperanzas en Stillwater de ver a los Cowboys en la final de conferencia por primera vez en toda su historia, sin ir más lejos, es la primera vez que estas series cierran la temporada regular con un título de por medio desde 1984, cuando Oklahoma (No.2) batiría a sus vecinos (No.3) para reivindicar el título de la extinta Big-Eight. Lo máximo a lo que ha aspirado OSU fue a eliminar a los Sooners de contender a la conferencia y el título nacional en el 2001, pero Oklahoma State nunca ha podido presumir de ningún título, y esta temporada no será menos. Oklahoma eliminaría del partido a un tocado Justin Blackmon (líder en recepciones del país), mientras que Brandon Weeden (28/43 para 257 yardas, 2 TD y 3 INT) se mostraría muy incómodo en el pocket con la constante presión del end Jeremy Beal y la línea defensiva de los Sooners, hasta tal punto de sufrir dos intercepciones consecutivas del defensive-back Quinton Carter y que permitirían a Oklahoma abrir una prematura brecha de 11 puntos, después de que Landry Jones (37/62 para 468 yardas, 4 TD y 3 INT) encontrase en la endzone a Ryan Broyles tras un lanzamiento sobre la esquina de 2 yardas. Pero después de que OU dispondría del momentum y la dirección del juego a su favor con una posesión con apariencia productiva, Landry Jones cometía un error grave y el defensive-back Shaun Lewis interceptaba el lanzamiento adelantándose a su marca para retornarlo con comodidad 52 yardas hasta la endzone. Jones respondía a su error en la siguiente posesión encontrando al WR Cameron Kenney (6 recepciones para 141 yardas y 2 TD) en el fondo de la endzone después de un drive 12 jugadas y 56 yardas, pero cuando los Sooners parecían encontrar una segunda oportunidad de hacerse con el control del marcador, el encuentro entonces se sumergió en todo un shootout, sobre todo en el último cuarto del mismo. Oklahoma construiría una diferencia en el marcador en ese instante dominando el reloj, interceptando a Weeden después de que el SLB Ronnell Lewis desviase el lanzamiento sobre la línea de scrimmage y sumando 3 FG consecutivos y en distancias cortas del PK Jimmy Stevens (24, 31 y 26 respectivamente). El estelar WR Justin Blackmon (8 recepciones para 105 yardas y 1 TD) aparecía con un TD de 15 yardas recuperando la esperanza en Stillwater, después de reducir la diferencia en solamente 2 puntos con poco más de 4 minutos, pero entonces Jones conectaba nuevamente con Cameron Kenney, quien aprovechaba el desemparejamiento por velocidad con el CB Brodrick Brown para escaparse 86 yardas en el post-pattern. El CB Justin Gilbert devolvía inmediatamente la ilusión de la parroquia retornando 89 yardas para TD el kickoff con poco menos de 3 minutos, pero Mike Gundy confiaría en su defensa, declinando ejecutar el onside-kick, algo a lo que los Sooners responderían con Jones encontrando al TE James Hanna por detrás de la secundaria, con toda la defensa vendida sobre una potencial acción terrestre en situación de segundo down. Los Sooners volverán a disputar el título de la conferencia por octava ocasión desde el 2000 y es la segunda oportunidad en tres años que la división Sur tiene que resolverse por el tiebreaker del ranking BCS (triple empate entre Oklahoma, Oklahoma State y Texas A&M). (R: 47-41)
-
La sorprendente derrota de Boise State en Reno. Habrá mucho ventajista que aproveche la oportunidad para desacreditar la “dudosa” capacidad de este programa de ser considerado máximo candidato al título desde pretemporada. En cambio, quien suscribe sigue creyendo que este conjunto y la propia dirección del programa son élites dentro del gremio, el potencial de éste squad es fantástico. Aunque no me gusta que el programa olvide sus humildes raíces y cultura del trabajo, sobre todo en sus fans, quienes se mostraron más pendientes del desenlace en Tuscaloosa que en la pseudo-final de conferencia que su equipo tenía por delante. Esto no deja de ser ciertamente anecdótico, pero las amenazas de muerte sobre Brotzman tras fallar sus fieldgoals sobrepasan la línea, y muchos deberían comprender de lo que ha sido capaz Boise en estos últimos años. Espero que un tío sensato e inteligente como Chris Petersen controle este peligroso dramatismo y sentimiento de decepción alrededor del programa. No tengo ninguna duda al respecto.
-
Miami ha tardado más de dos años en despedir a Randy Shannon, convirtiéndose su situación en Coral Gables en crónicas de una muerte anunciada. Cierto es que el programa se aleja del concepto de excelencia del 2001, con un estadio alejado del campus (34 kilómetros), unas instalaciones sub-estándar o una base de fanáticos muy pobre, con apenas 25.000 seguidores en su derrota de esta semana ante South Florida. De todos modos, Randy Shannon vino especialmente para limpiar el programa de football, lavar la característica imagen “thug” del mismo, restaurar la disciplina y fomentar la graduación entre los jugadores. En ese aspecto, su trabajo ha sido inconmensurable, ningún entrenador anterior ha conseguido ni acercarse a su cifra de graduación, pero el problema del programa es su particular suspiración por tiempos mejores. Tal vez deberían comprender los nuevos tiempos.
-
Andrew Luck batiría esta semana ante Oregon State el record de touchdowns en Stanford (28) propiedad de un tal John Elway. Sus acciones no paran de subir como la espuma. Posiblemente el mejor proyecto de QB pro-style de las últimas generaciones.
-
El fallo del organismo de la NCAA sobre el “Newtongate”. Cameron Newton sería sorprendentemente declarado elegible para la final de la conferencia SEC de esta semana ante South Carolina, por considerar la NCAA que quien rompió las reglas fue precisamente su padre por vender a su hijo al mejor postor. Con esta decisión se abre un precedente demasiado peligroso.
-
La posición de privilegio de UConn para viajar a Miami y disputar la Orange Bowl. La clasificación automática para el BCS de la conferencia Big-East este año es una broma de mal gusto. Sin apenas competitividad, ni dificultad o consideración dentro del propio ranking BCS, los Huskies han necesitado solamente encadenar una racha de cuatro victorias interconferenciales para ser BCS bound. Eso sí, los últimos tres enfrentamientos ante South Florida se han decido por 7 puntos o menos (con una derrota en el 2008), por lo que es de esperar que UConn sufra en Tampa para hacerse con la conferencia. Sin estar actualmente ranqueados dentro del ranking BCS (West Virginia es el único como No.24), sólo de pensar que tienen sobre la mano el BCS se me revuelve el estómago.
- Poco ha hecho Brian Kelly para inspirar confianza durante su primera temporada en South Bend, pero Kelly conseguirá asegurarse al menos una feliz offseason en el Golden Dome, después de lograr algo que tanto Tyrone Willingham o Charlie Weis jamás pudieron: batir a USC. La victoria 20-16 de Notre Dame en Los Angeles acabaría con una sequía de ocho largas temporadas, a pesar de varias lesiones clave en posiciones puntales del squad: quarterback (Dayne Crist), runningback (Armando Allen), tight-end (Kyle Rudolph) y defensive lineman (Ian Williams). Es el punto de inflexión que Kelly tanto necesitaba.
-
El sábado perfecto de Florida State. La temporada debut del head-coach Jimbo Fisher no podría finalizar de mejor modo posible. Fisher lideraría a los Seminoles en su primera victoria sobre Florida (31-7) desde el 2003, convirtiendo su record de 9 victorias en los mejores guarismos del programa desde entonces y gracias a la derrota de NC State en Maryland, conseguirían el primero título de división de la ACC desde el 2005. “¡Qué día más perfecto para Florida State!” apuntaría Fisher. Razón no le cabe.
-
El espectacular turnaround que el head-coach Ralph Friedgen ha completado en Maryland. Después de finalizar con un pobre 2-10 la anterior temporada, los Terps mejorarían a un 8-4 después de su espectacular victoria de esta semana ante NC State. Sorprende la positiva inercia de su joven ataque, después de que el QB freshman Danny O’Brien lanzara para 417 yardas y el WR Torrey Smith consiguiese 14 recepciones para 224 yardas y cuatro TD con NC State jugándose la división.
-
Ya que hablamos de la Wolfpack. Muchos en Raleigh deben aún estar dándole vueltas a la gran oportunidad que ha perdido el programa de viajar a Charlotte, después de comandar la Atlantic durante prácticamente toda la temporada y batir previamente a los ‘Noles a finales del mes de Octubre.
- Vuelven las dudas sobre el head-coach Kirk Ferentz después de que su squad con mayor hype en sus 12 años de mandato en Iowa City, invirtiese el destino de su prometedora temporada. La humillante derrota por 27-24 ante Minnesota (3-9) cierra una temporada decepcionante (7-5) después de arrancar el año como No.9 del AP Poll. Debido a la saturación de records 7-5 en la Big-Ten (Penn State, Michigan y Northwestern), la derrota podría costarles a los Hawkeyes la invitación a una bowl en año nuevo.