Divisionales: El ladrador al final mordió

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Todo el mundo conoce aquello de que «perro ladrador poco mordedor». La NFL no escapa al «trash talk» en los días previos a los partidos importantes, pero normalmente a los más «ladradores» se les va la fuerza por la boca. Las cosas hay que demostrarlas en el terreno de juego.

 

Rex Ryan será sin lugar a dudas el mayor «perro ladrador» de la NFL. El orondo head coach es un gran fanfarrón y no desaprovecha nunca un micrófono delante. Si algún periodista no tiene noticia algún día, basta con ponerle delante una alcachofa. Es políticamente incorrecto y suelta todo lo que se le pasa por la cabeza, con sinceridad, sin filtros. En muchas ocasiones se ha tenido que comer sus palabras, o disculparse por sus tacos, pero no tiene arreglo.

 

Ya desde la pretemporada Ryan se colocó en el centro del huracán, con la serie Hard Knocks centrada en los Jets. Los neoyorquinos partían en cabeza en las apuestas y era tremendo el «hype» alrededor del equipo. Después de clasificarse por la puerta de atrás en los playoffs de la temporada pasada, Ryan proclamó que iban a ganar la Super Bowl, y no estuvieron lejos de disputarla. Y este año iban a por ella. Luego vino el lamentable opener frente a los Ravens y el globo se desinfló.

 

Pero no todo en Ryan es espontaneidad y exceso. La semana pasada, desde la rueda de prensa después de su victoria en Indianapolis, adoptó con premeditación la táctica de Javier Clemente, centrar en su persona toda la presión y descargar de la misma a sus jugadores, sobre todo a su joven y cuestionado QB. Llegó a afirmar que no se trataba de un Pats vs. Jets sino de un Bill Belichick vs. Rex Ryan. No creo que este «trash talk» haya afectado en lo más mínimo a un equipo frío y metódico como los Pats, pero en la semana se ha hablado más de esto que del anémico ataque de los Jets, y eso sí que ha funcionado.

 

Pero como he dicho, los partidos no se ganan con declaraciones sino con lo que se ejecuta en el campo. Y Ryan no sólo se dedicó a hablar sino que preparó un brillante planteamiento para hundir lo que parecía la Armada Invencible. No sólo ladró, al final mordió a su presa más deseada.

 

Los New England Patriots (14-3) parecían la Armada inviencible. No sólo lucían el mejor récord de la NFL en temporada regular. No sólo había anotado más de 30 puntos en cada uno de los últimos 8 partidos. No sólo traían un diferencial de turnovers de +28. Tom Brady (29/45, 299 yardas, 2 TD, pick) no sólo llevaba más de media temporada sin ser interceptado y 28 partidos consecutivos ganando en Foxboro en temporada regular (ahora lleva un parcial de 0-2 en playoffs). Por si todo esto no bastara, los Pats había triturado a los New York Jets (14-5) hace sólo un mes en el mismo escenario, propinándoles un sonrojante 45-3.

 

Pero cuando dos equipos se vuelven a enfrentar en postemporada, el que viene de la derrota tiene una ventaja frente al ganador. Sabe lo que le ha salido mal y puede cambiar. El ganador se debate entre probar lo mismo que ha funcionado antes o en intentar anticiparse a los previsibles cambios en sus rivales. Packers y Bears también han revertidos sus derrotas de la temporada regular. Sin embargo, es la vez que más margen de derrota en temporada regular de ha «vengado» en playoffs en la historia de la NFL. El récord anterior eran 32 puntos de los Vikings a los L.A. Rams en 1977.

 

Rex Ryan, y el coordinador defensivo Mike Pettine prepararon el partido a la perfección, y los Jets fueron superiores en ataque, en defensa y desde la banda. Sólo en los equipos especiales tuvieron los Pats ventaja. Los Jets uridieron una tela de araña defensiva con hasta 11 defensive backs en el roster. Viendo como sus blitzes se estrellaron contra la formidable OL de los Pats en la temporada regular, optaron esta vez por reforzar la cobertura. Los Jets presionaron a Brady la mayoría de las veces con 3 o como mucho 4 jugadores, con el resto del equipo rompiendo el ritmo de lor receptores con un bump y cayendo en cobertura, con asignaciones cambiantes. Darrelle Revis y Antonio Cromartie secaron a Deion Branch (5 rececpciones, 59 yardas, TD en los minutos de semi-basura) y a Brandon Tate (ninguna recepción), mientras que el resto del equipo se dedicaba a cubrir las rutas de Wes Welker (7 recepciones, 57 yardas, castigado el 1º cuarto por sus alusiones al «affaire fetichista podólogo» de Ryan) y de los TE, dispuestos a cortar de raíz cualquier ganancia tras la recepción.

 

Brady sufrió 5 sacks, pero la mayoría no fueron generados por blitzes, sino por el tiempo que tardaba en encontrar algún receptor desmarcado. La jugada que simboliza el partido fue el «3ª y 13» en la yarda 34 de los Jets a 5 minutos para el final. Brady tuvo el balón en la mano 9 largos segundos buscando desesperadamente un receptor hasta lanzar un incompleto a Danny Woodcock, digo Danny Woodhead (14 acarreos, 46 yardas, 52 más en 6 recepciones). Al final el drive se saldó con un turnover on downs.

 

Ya la cosa empezó mal para los locales cuando un Brady fue interceptado en su 1º drive en un horrible pase en un screen. David Harris estuvo a punto de retornar el pick para TD pero fue frenado, al igual que el drive de los Jets, que terminó con un FG de 30 yardas fallado por Nick Folk. Los Pats llegaron al final de 1º cuarto 3 puntos arriba, que no fueron 7 por el clamoroso drop de Alge Crumpler (3 recepciones, 39 yardas, TD) en la endzone. Los Jets no volverían a fallar más y el partido se tornó blanquiverde.

 

Pero si los Jets montaron un buen andamiaje defensivo, también tenían que mejorar su ataque si querían salir victoriosos de Foxboro. Ryan fue conservador, viendo que la defensa le funcionaba, y se trató de prevenir los turnovers con carreras en 3º down e incluso chutando un punt en «4ª y 1» desde la yarda 41 de los Pats. En contra de lo que suele ser habitual, la estrategia le funcionó. Mark Sanchez (16/25, 194 yardas, 3 TD), bien protegido por su OL del poco efectivo pass rush de los Pats, estuvo primero impreciso, fallando pases a receptores abiertos, pero fue cuidadoso con el balón y sacó de la manga esa rara habilidad de lanzar esos pases perfectos en el momento adecuado. Sus receptores tuvieron buenas manos. Jerricho Cotchery (5 recepciones, 96 yardas), atrapó balones importantes, incluyendo uno para 58 yardas en el momento más complicado para los Jets, cuando más apretaban los Pats, mientras que Braylon Edwards (2, 52, TD) y Santonio Holmes (3, 20, TD) anotaron cruciales TD, el 1º arrastrando a Brandon Meriweather y Devin McCourty hasta la endzone y el 2º con otra de sus increíbles recepciones en el corner.

 

LaDainian Tomlinson y Shonn Greene cumplieron con su cometido de mover las cadenas y ofrecer alternativa a Sanchez. Sumaron 119 yardas de carrera en 37 acarreos, con un TD de recepción del primero, y otro de carrera del segundo, que abrieron y cerraron respectivamente el marcador de los Jets. Los de Ryan no cometieron ningún turnover, no encajaron ningún sack y sólo cometieron 3 faltas para 35 yardas. Un partido perfecto.

 

Brady no encontró el ritmo en todo el partido y acabó frustrado. Cuando no anotan en el 1º drive después del descanso es que la cosa va muy mal. Su head coach no encontró un gameplan para hacer frente a la defensa de Ryan. Belichick, persistió en su manierismo, en intentar demostrar que es más listo que todos los demás entrenadores, sacándose de la manga un absurdo e innecesario punt fake malogrado por Pat Chung. Si juegas contra Peyton Manning o contra los Packers, puedes intentar limitar el devolver el balón, pero contra los Jets no lo necesitas, sólo tienes que chutarles un punt. Tres de los cuatro TD de los Jets llegaron en drives iniciados en el campo de los Pats, y el 4º fue gracias al big play de Cotchery.

 

Fue un fallo grave, que entre otros ayudó a condenar a su equipo a otra derrota en playoffs a las primeras de cambio. Desde que llegaron «casi perfectos» a la Super Bowl XLII, los Pats no han ganado un partido de postemporada.

 

MUCHOS ERRORES Y UN ACIERTO

Los Pittsburgh Steelers (12-4) vs. Baltimore Ravens (13-5) son todo un clásico de la última década. Desde 2003 se habían enfrentado en 17 ocasiones, con 9-8 para los Steelers, 302 puntos anotados por cada equipo, con 276,1 yardas por partido para los Steelers y 270,4 de los Ravens, y 34 turnovers para los primeros y 33 para los segundos. Los cuatro últimos enfrentaminetos se habían resuelto por tres puntos. Más igualdad imposible. Pero los Steelers siempre prevalecen en playoffs.

 

Muchas veces esta rivalidad ofrece algunos de los mejores partidos de la temporada. Así lo fue el último de la temporada regular hace poco más de un mes. Pero el de esta ronda no es el caso.

 

El partido será recordado por la gran remontada de 14 puntos de los Steelers, con el sensacional pase de 58 yardas de Ben Roethlisberger (19/32, 226 yardas, 2 TD, fumble), en «3ª y 19», al rookie Antonio Brown, atrapado entre la mano y el casco, como el de Tyree. Fue una jugada que vale el pase a otra final de conferencia (la 15ª, 5ª en esta década). Pero fue casi el único acierto en un mar de fallos, demasiados para un partido de esta categoría.

 

Los tres equipos cometieron errores. Sí los tres. Los Steelers estuvieron bastante empanados en la primera mitad, con dos turnovers que facilitaron anotar a un ataque muy flojo de los Ravens el sábado. Claro que nada comparable a la desaparición de éstos en la 2ª mitad, con un increible 3º cuarto en el que los Ravens jugaron 10 snaps para -4 yardas y 3 turnovers.

 

Por último, también falló el equipo arbitral. No soy, desde luego, de los que crean que existe una conspiración a favor de los Steelers, algo totalmente absurdo como imposible en una liga como la NFL, pero sí creo que los cebras puedan verse influidos por un ambiente como el del Heinz Field. No creo que se pite igual  que en Jacksonville, por ejemplo. El caso es que los árbitros no estuvieron nada finos, empezando por un pass interference más que riguroso y un par de golpes tardíos perdonados a los Steelers en el drive inicial, y terminando por un inexistente holding en un retorno de punt para TD de los Ravens y en un sonrojante holding a un DL que permitió anotar a los Steelers en su 5º intento en la goaline para ganar el partido. Fueron decisiones onerosas para los Ravens, aunque esto no justifica su patético tercer cuarto.

 

El partido tuvo por tanto, dos mitades. Los Steelers abrieron el marcador con un TD de Rashard Mendenhall (20 acarreos, 46 yardas, 2 TD, fumble), pero fueron frenados por una sólida defensa liderada por Terrell Suggs (3 sacks, fumble forzado). El juego de carrera fue frenado y Big Ben encajó media docena de sacks. El ataque de Joe Flacco (16/30, 125 yardas, TD, pick) no estaba nada fino, ni funcionaba la carrera (36 yardas en 16 acarreos), pero un pass interference y un par de fumbles permitieron anotar 3 TD relativamente cómodos a los visitantes. Ray Rice (32 yardas de carrera, otras tantas de recepción, TD), y el TE Todd Heap (3 recepciones, 43 yardas, TD) fueron las referencias ofensivas.

 

Pero el TD estrella de la 1ª mitad vino de la mano de Cory Redding, el más listo del barrio, al único que se le ocurrió recoger un balón parado en el suelo, tras un fumble de Big Ben, y retornarlo 13 yardas para TD. La jugada parecía un pase adelantado, vale (aunque en la revisión de la jugada se vio claramente que no se podría aplicar la «tuck rule»), pero no puede ser que 21 jugadores profesionales en el campo dejen un balón en el suelo, aunque no se hayan dado cuenta de que los árbitros no habían pitado. ¡Es que aunque hubieran pitado tienen que ir a por el balón, porque no se sabe nunca si luego la jugada se va a revertir en un challenge!

 

Los Ravens llegaban 14 puntos arriba al descanso. El partido podría estar sentenciado, menos si éste se juega en un Heinz Field con ese increible ambiente. Las terrible towels hipnotizaron a unos Ravens que no pudieron firmar un peor cuarto. Primero Rice cometió un fumble en una jugada abocada al fracaso y en la que sólo tenía que proteger el balón. Luego Flacco lanzó un horrible pase que fue interceptado por Ryan Clark. Los Steelers aprovecharon ambos turnovers para empatar el partido con sendos pases de TD de Big Ben a Heath Miller y Hines Ward. Y todavía tuvieron tiempo los Ravens para perder otro balón en un fallo en el snap, gracias al cual los Steelers se adelantaron con un FG, ya iniciado el 4º cuarto.

 

Los de John Harbaugh invirtieron en WR en offseason. Flacco necesitaba referencias y así llegaron Anquan Boldin (4 pases lanzados, 1 atrapado, -2 yardas) y T.J. Houshmandzadeh (3, 38). Fue precisamente para momentos como este 4º cuarto por lo que se ganaron sus buenos dólares. Y en el momento de la verdad ambos fallaron estrepitosamente. El primero dejó caer en la enzdone un balón que tuvo en las manos y el 2º otro que le llegó en medio del 8 y del 4, en 4º down, cuando Flacco buscaba el empate.

 

Al final lo que valió fue el magnífico pase de Big Ben, que propició en TD de la victoria de Mendenhall. La remontada para los Steelers fue histórica, pero con demasiados asteriscos para mi gusto. Van 9-0 en playoff contra rivales divisionales, una gran efectividad.

 

AR12

Ya que están de moda los acrónimos en el mundo del deporte, Aaron Rodgers es, desde luego, merecedor del suyo, y ya es uno de los grandes QB que han lucido en la NFL «la docena» en pecho y espalda. Si por algo será recordado el partido del sábado en el Georgia Dome será por una de las mejores actuaciones de un QB en playoffs en la historia de la NFL. Desde luego, la mejor que recuerdo.

 

Rodgers completó 31 de sus 36 pases, ¡un 86%!, para 366 yardas y 3 TD, además de correr para otro de propina. Y no sólo fueron los números. Rodgers es un estudioso del juego, tal vez el que más tiempo pasa estudiando al rival después de Manning, conoce las coberturas de sus rivales y sábe cómo batirlas. Pero tampoco es eso todo, Rodgers desplegó toda clase de lanzamientos, ortodoxos, bajo presión, en el aire, a la carrera, adelantados, al hombro trasero, etc. fue como un clinic de la posición de QB.

 

Los Atlanta Falcons (13-4) confiaban en el factor cancha. Matt Ryan llevaba un récord de 20-2 en el Georgia Dome y la temporada de los de Mike Smith había sido redonda, sobre todo en casa.

 

Pero los Green Bay Packers (12-6) son, sencillamente un mejor equipo, a ambos lados del balón, y su momento de juego está muy por encima de los georgianos, un equipo muy apañado y equilibrado, pero sin el punch necesario para hacer frente a unos playoffs.

 

Ryan es un QB productivo y bien integrado en el sistema de Smith, equilibrando juego de pase corto y carrera, con la eficiencia de un oficinista. Pero cuando la cosa se tuerce, carece de los recursos necesarios para ponerse el equipo al hombro y tirar para adelante.

 

Los Falcons aguantaron hasta casi el descanso. No por la producción de Ryan (20/29, 186 yardas, TD para Roddy White en los minutos de la basura) y Michael Turner (10 acarreos, 39 yardas, TD), sino por el acierto de Stephen Nicholas al birlar un balón a Greg Jennings (8 recepciones, 101 yardas) que iba camino de anotar un TD de 92 yardas, y el de Eric Weems, que firmó un retorno de kickoff de 102 yardas para TD, la jugada más larga en la historia de los playoffs.

 

Fueron los únicos highlights de los Falcons. A dos minutos y medio para el descanso, con el marcador empatado, Ryan forzó la máquina en «3ª y 21» y fue interceptado en la endzone por Tramon Williams. Rodgers adelantó a los suyos a 46 segundos para el descanso, y Ryan intentó hacer algo a 10 segundos del final, pero lo único que consiguió es que Williams se adelantara a un pase muy previsible y rematara el partido con un «pick six». Lo demás, fue sólo un recital de AR12, quien desde el primer drive tras el descanso, superando situaciones de 3º down, dominando el reloj, ahogó las vanas esperanzas de sus rivales.

 

Al excepcional partido de Rodgers se unieron sus receptores: Jennings, Jordy Nelson (8 recepciones, 79 yardas, TD), Donald Driver (6, 76), James Jones (4, 75 TD). Los RB hicieron su trabajo: James Starks, fue agotando el reloj con sus 25 acarreos para 66 yardas, y el FB John Kuhn anotó en una recepción. La defensa, liderada por Clay Matthews, contuvo a los Falcons por debajo de las 200 yardas ofensivas y sumó 5 sacks y 4 takeaways. Un partido redondo para los de Mike McCarthy. Sólo Tim Masthay debió quedarse sin paga el sábado, los Packers no chutaron ningún punt.

 

 

MÁS BLACK&BLUE

Sólo tres jugadas necesitaron los Chicago Bears (12-5) para indicar a unos Seattle Seahawks (8-10) que se presentaban aún con récord negativo, que no eran bienvenidos a la ronda de los Playoffs Divisionales.

 

Un pase de 58 yardas al TE Greg Olsen (3 recepciones, 113 yardas) subió 7 puntos al marcador y los renacidos Monsters of the Midway tomaron el control de un partido bajo la nieve para no soltarlo ya. Los Seahawks, con su típica cara de visitante, no ofrecieron demasiada resistencia, y menos cuando uno de sus referentes ofensivos, el TE John Carlson (autor de dos de los TD de Wild Cards), se fue para el hospital conmocionado. Luego se reuniría con él el CB Marcus Trufant. Por suerte ambos están bien.

 

Jay Cutler (15/28, 274 yardas) en su primer partido de playoffs, hizo algo que sólo Otto Graham había hecho antes (en 1954 y 1955), lanzar dos pases de TD y correr para otros dos. No fue interceptado, aunque lanzó un pase a la endzone que lo merecía. Curiosamente, en un sistema de Mike Martz, los que brillaron fueron los TE, ya que el otro pase de TD, de 39 yardas, fue para Kellen Davis. Matt Forte movió las cadenas con 80 yardas en 25 acarreos, y 54 más en 3 recepciones, pero lo que debe saber es que de QB no sirve, ya que lanzó un innecesario mal pase que fue interceptado por la defensa de Pete Carroll.

 

Los Seahawks nunca fueron en serio a por el partido. Sus 8 primeros drives terminaron con un punt. No jugaron un «4ª y 1» en la yarda 40 de los Bears cuando ya estaban perdiendo, fueron a por un FG cuando perdían por 28-0 y no intentaron conversiones de dos puntos cuando Matt Hasselbeck (26/46, 258 yardas) lanzó tres pases de TD en los minutos de la basura del 4º cuarto. Parece que lo único que pretendía Carroll era no perder por mucho. Sin juego de carrera (ninguno de sus RB alcanzó las 10 yardas), los TD de Mike Williams (4 recepciones, 15 yardas, 2 TD) y Brandon Stokley (8, 85 yardas, TD) sólo mejoraron sus respectivos curricula.

 

Así no es de extrañar que los Seahawks perdieran su 8º partido consecutivo a domicilio en playoffs. Los Bears, en cambio vuelven al Campeonato de la NFC sólo 4 años después de su victoria contra los Saints.

 

 

 

Y esto es todo de momento. Nos quedan dos campeonatos de conferencia inéditos, al igual que la Super Bowl, aunque no tendremos campeón nuevo. Los cuatro contendientes son campeones de la Super Bowl, y suman 14 participaciones, aunque no se han visto las caras nunca en el Super Domingo.

 

Bears y Packers son los equipos que mejor se conocen en la NFL, ya que se han enfrentado en 181 ocasiones, pero sólo una de ellas en playoffs y nunca a estas alturas. Los Bears dominan la rivalidad por 92-83-6. Es la primera vez que se enfrentan en el campeonato de la NFC dos equipos de la misma división desde que los 49ers batieron a los Rams por 30-3 en 1989. Eran otros tiempos.

 

En la AFC, los Jets sólo han ganado en una ocasión en sus 8 visitas a Pittsburgh, pero ésta ha sido hace un mes. Si vuelven a vencer habrán llegado a la Super Bowl con unos playoffs antológicos. Podría ser la priemera SB que enfrenta a los últimos seeds de cada conferencia. Si ganan los Steelers, alcanzarían a los Cowboys con su 8ª participación en el partido con números romanos… precisamente en casa de éstos.

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