Ocho de octubre del 2011. Hasta esa fecha la temporada de los Raiders no tenía nada de extraordinario. Draft cargado de velocidad, Terrelle Pryor incorporado a cambio de una tercera ronda en el draft suplementario, entrenador nuevo, juego mediocre, Darren McFadden se lesionaba y el equipo navegaba sin pena ni gloria por mitad de la tabla mientras lideraba la liga en penalizaciones. Nada nuevo bajo el sol de Oakland.
Sin embargo el ocho de octubre fallecía Al Davis, fundador, propietario, general manager y alma mater de un equipo construido a su imagen y semejanza. La desaparición de este mítico personaje ha supuesto un antes y un después para la organización, aunque en una reminiscencia de los viejos tiempos los Raiders sorprendían a toda la liga entregando la primera ronda del draft del 2012 y la segunda del 2013 a los Bengals a cambio de los servicios del controvertido Carson Palmer. Un movimiento que tenía todas las hechuras del viejo Al y que seguro habría contado con su aprobación incondicional.
La llegada de Palmer apenas si supuso una mejora y el equipo acabó la campaña con opciones remotas de disputar los playoffs, opciones que se esfumaron tras una derrota contra los Chargers que les hacía repetir por segundo año consecutivo un mediocre balance de 8 victorias y 8 derrotas.
Para esta temporada los cambios no se han hecho esperar. Mark Davis, hijo y heredero de Al, no parece estar tan interesado en las interioridades del equipo como su difunto padre y ha tomado la inédita decisión de nombrar un general manager profesional. Reggie McKenzie fue el elegido y sobre sus hombros ha recaído la titánica tarea de reconstruir una franquicia que en los últimos tiempos del mandato Davis ha sido una caja de sorpresas en su mayor parte negativas. Su primera decisión fue destituir a Hue Jackson y fichar como entrenador jefe al novato Dennis Allen, procedente de los archienemigos Denver Broncos donde desempeñaba la función de coordinador defensivo.
La apuesta realizada por Carson Palmer hasta la fecha sólo ha provocado carcajadas en la liga, pero los Raiders esperan ser los últimos en reir. En Oakland no pierden la esperanza de que el controvertido quarterback sea capaz de reconducir su carrera y ofrecer el rendimiento estelar que prometía en sus primeros años en la liga. Como segundo de a bordo, los Raiders han incorporado a Matt Leinart, otro ex troyano que se iba a comer la liga para desayunar y cuya carrera ha sido completamente decepcionante. Para rematar esta rotación de quarterbacks polémicos y «underachievers» los Raiders rizan el rizo con Terrelle Pryor, el fenomenal atleta que salió de la universidad de Ohio State por la puerta de atrás por sus problemas disciplinarios. ¿Alguien da más?
Para aprovechar las «excelencias» de sus lanzadores los Raiders cuentan con un grupo de receptores rápidos y explosivos (muy del estilo preferido por Al Davis) encabezados por un Darrius Howard-Bey que el año pasado dio muestras de poder convertirse en el jugador que los Raiders esperaban cuando le escogieron en el Top10 del draft. A su lado formaré el inconsistente Denarius Moore, capaz de lo mejor y de lo peor, los rapidísimos Jacoby Ford y Rod Streater y el novato Juron Criner, receptor grande pero no demasiado rápido, un claro ejemplo de los nuevos tiempos que corren en la bahía. En la posición de tight end se alternarán los anónimos Brandon Myers, Richard Gordon y Dave Ausberry.
Si el juego de pase presenta muchos interrogantes, el juego de carrera tiene una clara ventaja, sólo hay uno: ¿será capaz Darren McFadden de mantenerse sano toda la temporada? Porque hasta la fecha ése ha sido el talón de Aquiles del fenomenal corredor de Arkansas. Con D-Mac al cien por cien, el cielo es el límite puesto que estamos hablando de un corredor extraordinario capaz por completo de cambiar la suerte de un partido con su sola presencia. Si los problemas de salud persisten la cosa cambia ya que ni Taiwan Jones ni Mike Goodson parecen en condiciones de mantener las prestaciones del fenómeno D-Mac.
Protegiendo a los lanzadores y abriendo hueco a sus corredores tenemos una línea ofensiva de rendimiento bastante irregular y con cierta tendencia a acumular penalizaciones. El lado izquierdo presenta pocas dudas con el fenomenal Jareed Veldheer como tackle y el sólido veterano Cooper Carlisle como guard. En la posición de center Stefen Wisniewski cumplió aceptablemente en su temporada de debut y se esperan grandes cosas de él. En el lado derecho la situación no es tan boyante con el recientemente incorporado Mike Brisiel como guard y el inconsistente Khalif Barnes cerrando el exterior. Para la posición de fullback se dispone de una rotación compuesta por dos jugadores bastante insulsos como Marcel Reese y Owen Schmitt.
Con estos mimbres el nuevo coordinador ofensivo, Greg Knapp intentará establecer un ataque basado en los preceptos de la mal llamada West Coast Offense que tantos éxitos cosechó al otro lado de la bahía pero que tanto repugnaba al bueno de Al Davis. Será curioso ver como se adaptan estos jugadores a un sistema basado en el pase corto, la precisión de las rutas y la ganancia de yardas después de la recepción.
Si en el ataque se esperan cambios sustanciales, no parece que las variaciones vayan a ser tan profundas al otro lado del balón. El nuevo coordinador defensivo Jason Tarver mantendrá la formación 4-3 y nos atrevemos a predecir que será más conservador a la hora de diseñar las coberturas, algo no demasiado difícil teniendo en cuenta que bajo el mandato de Al Davis la arriesgada Cover 0 era plato habitual.
Y no nos extrañaría nada que las coberturas individuales sin ayuda del safety desaparezcan del gamebook ya que tras muchos años contando con los servicios de cornerbacks excepcionales, la alineación de este año no parece ofrecer las mismas garantías. Sobre el papel los Ron Bartell, Shawntae Spencer, DeMarcus Van Dyke, Chimdi Chekwa o Pat Lee no parecen tan fiables a la hora de secar a los receptores como los Charles Woodson, Nnamdi Asomugha o Stanford Routt de antaño. En la posición de safety la cosa tiene mejor pinta con el excelente Tyvon Branch en la posición de strong y un Michael Huff que cumple sin estridencias en la posición de free safety. Matt Giordano y Mike Mitchell completan la rotación.
El cuerpo de linebackers cumple con su trabajo sin estridencias pero tampoco destaca por su productividad. Rolando McClain es el claro ejemplo de lo que hablamos, un buen MLB que hace bien su trabajo pero sin alardes. Desde Indianapolis llega el rápido Philip Wheeler para hacerse cargo del lado fuerte y la alineación titular se completa con el novato Miles Burris en el lado débil. Como suplentes aparecen los desconocidos Carl Ihenacho y Travis Goethel.
Dejamos para el final el punto fuerte de esta defensa que no es otro que su excepcional línea defensiva. La línea está anclada en el interior por el formidable Richard Seymour y el explosivo Tommy Kelly, dos defensive tackles rápidos y explosivos que destacan por su capacidad disruptora y su mala leche, características ambas que les han costado un buen número de penalizaciones. En el exterior destaca la presencia en el lado izquierdo del jugador de tercer año LaMarr Houston del que se espera una importante progresión en esta temporada. Eln e lado derecho veremos una constante rotación entre el cumplidor Matt Shaughnessy y Dave Tollefson recientemente fichado de los New York Giants. Desmond Bryant, Jamie Cumbie y Jack Crawford serán los encargados de mantener la intensidad en los relevos desde el banquillo.
La única novedad respecto al año pasado es el nombramiento de Steve Hoffman como nuevo coordinador de los equipos especiales. Todo lo demás sigue igual y la verdad es que no hay razones para cambiar. Sebastian Janikowski y Shane Lechler son tan buenos que los conocen hasta los aficionados de los equipos rivales, así que poco hay más que decir sobre ellos. Por su parte, Jacoby Ford volverá a hacerse cargo de los retornos tanto en los punts como en los kickoffs con su eficacia y peligro habitual.
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