SB XLVII: Al Este del Edén

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Con una semana de retraso (ver sección Cheerleader de la Semana), y a pesar de que casi todo está dicho acerca de la Super Bowl XLVII, me toca dar mi particular punto de vista sobre el partido del Super Domingo.

Como la magnífica Al Este del Edén, adaptación del controvertido Elia Kazan de la novela homónima de John Steinbeck, en la que James Dean y Richard Davalos recrean el mito de Caín y Abel (para los que anden cojos de referencias bíblicas, Dios deserró a Caín al este del Edén después de que éste matara a Abel), la Super Bowl XLVII tenía los ingredientes perfectos para analizar el enfrentamiento desde en punto de vista psicológico. Está claro que uno de los aspectos más señalados del partido ha sido la presencia de los hermanos Harbaugh al mando de los equipos enfrentados.

No tenemos un verdadero conocimiento de la relación entre los hermanos más allá de la imagen de familia unida y bien avenida que muestran públicamente, pero quien conoce cómo se plantean las relaciones entre hermanos, y más si ambos siguen la estela de su padre, sabe que es bastante probable que John Harbaugh rumie en su interior un Síndrome de Caín. Siguiendo los pasos de su padre Jack, jugador y head coach en el College Football, John había cursado una carrera exitosa, juegando como DB en college, como entrenador asistente en la NCAA y en la NFL hasta llegar a ser head coach de los Baltimore Ravens (14-6), llevándolos a la postseason en cada una de sus 5 temporadas al mando.

Pero detrás de él venía Jim. Si John había jugado de DB en Miami (Ohio), Jim fue QB en la prestigiosa Michigan, siendo seleccionado en la 1ª ronda del draft de 1987 por los Chicago Bears, y completando una carrera de 15 años en la NFL en varios equipos. Si John tuvo una larga carrera cono entrenador asistente en distintas universidades, Jim fue un head coach de éxito para la Universidad de San Diego y en la prestigiosa Stanford, a la que volvió a poner en el mapa. Si la carrera de John como head coach en la NFL ha sido exitosa, la de Jim ha sido espectacular en sus dos temporadas con los San Francisco 49ers (13-5-1). Eso siempre es duro para el hermano mayor. Si el pequeño suele ser el ojito derecho de la madre, sus éxitos profesionales además le pueden conceder la predilección del padre.

Si la Super Bowl hubiera sido para Jim, habría sido muy duro para John. Pero no fue así, el mayor impuso sus galones de primogenitura y salvó su equilibrio emocional. Pase lo que pase a partir de ahora, ya ha tenido su triunfo personal. Con todo, como buen hermano mayor, John sufrió por la derrota de Jim. Estoy seguro que en el caso contrario Jim habría sufrido menos por John. Son los roles de los hermanos.

Curiosamente, sus equipos tenían sus similitudes con los técnicos. Creo que los 49ers eran un equipo mejor, más equilibrado en sus líneas y con más talento, como Jim. Pero los Ravens ofrecían más experiencia, más veteranía y más «momentum», como John. Los Ravens fueron unos justos ganadores porque hicieron todo lo que tenían que hacer para ganar el partido y no cometieron errores. Los 49ers hicieron un gran partido, pero cometieron más fallos, se pusieron el partido más cuesta arriba, y cuando tuvieron la oportunidad de ganarlo no supieron hacerlo.

LA HORA DE LOS RAVENS

Ambas escuadras salieron directas a la yugular. Nada de tanteos. Pero el partido se puso de cara para los Ravens. La 1ª jugada desde el scrimmage fue un magnífico pase de 20 yardas de Colin Kaepernick a Vernon Davis, pero fue anulada por una formación ilegal. Es una jugada que tal vez marcó la 1ª mitad, porque un buen drive inicial de los 49ers podría haber cambiado el curso del partido, pero nunca lo sabremos. Los Ravens jugaron su mejor football en la 1ª mitad con Joe Flacco jugando de Joe Flacco, con un juego de pase vertical, encontrando los agujeros en la secundaria rival, arriesgado, pero con las zarpas de Anquan Boldin, Dennis Pitta o Jacoby Jones atrapando todo lo que les llegaba.

Flacco acabó el partido completando 22 de los 33 pases que lanzó, para 287 yardas y con 3 TD para los receptores aludidos. La defensa minera no pudo con él. El pass rush con Justin Smith mermado no es el mismo y la secundaria hacía aguas a la hora de mantener las marcas con sus receptores. Mejor estuvo la defensa a la hora de frenar la carrera, Ray Rice y Bernard Pierce no fueron factor, aunque en ocasiones pudieron sostener algún drive gracias a algunos (y raros) fallos en los placajes de la defensa de los Niners.

Por el contrario, los 49ers volvieron a flojear a la hora de mover el balón, como en la 1ª mitad en Atlanta. Comenzaron sus drives siempre en mala posición de campo y además cometieron sendos turnovers consecutivos en el 2º cuarto. Primero un fumble del rookie LaMichael James y luego un mal pase de Kaepernick que fue interceptado por ¿quién?, claro, por Ed Reed. El pequeño de los Harbaugh debió pensar que no había mandado a luchar a sus barcos contra los elementos.

Las ganas de ganar del mayor de los Harbaugh se evidenciaron en el FG fake que intentaron. La jugada estuvo muy bien pensada, porque un TD habría reventado el partido y la moral de los Niners, pero fue aún mejor defendida por Patrick Willis. No obstante, aunque falles la jugada dejas al rival clavado en su yarda 6, y John obtuvo su premio en el siguiente drive, con el gran pase de 56 yardas para TD de Flacco a Jones. Los Ravens se fueron al descanso con un 21-6, con todos los puntos anotados curiosamente por David Akers, quien no falló en el día grande.

LA HORA DE LOS NINERS

Pongo el punto de inflexión en el descanso y no en el apagón porque no creo que el apagón tuviera especial incidencia a la hora del desarrollo del juego. Con apagón o sin él está claro que los 49ers iban a reaccionar. Tienen mucho juego y pundonor en sus venas y no podían dejar el partido sin mostrarlos. Además, Jim Harbaugh y los suyos son unos fenómenos a la hora de ajustar el equipo para la 2ª mitad. Además era de esperar que los Ravens empezaran a echar el freno y a intentar mantener la ventaja con un juego más conservador.

Lo que no se esperaba era que la 2ª mitad el retorno de kickoff para TD de Jacoby Jones les iba a poner el partido un peldaño más difícil. Lo cierto es que el retorno de 108 yardas, récord de la Super Bowl, sorprendió a «los bailongos», que hasta el momento habían hecho una buena faena. Jones fue profeta en su tierra y completó un partido muy productivo en su natal Nueva Orleans.

En esto llegó el apagón, un lunar gordo para la organización. La prensa no se ha cansado de repetir que la actuación de Beyoncé acabó con el apagón, siguiendo la máxima periodística de no dejar que la realidad te estropee un bonito titular. Claro que días después me hizo gracia el titular de Marca: «El apagón de la Super Bowl, por el fallo de un dispositivo» (sic), lo cual tranquilizaba a los que pensaban que podría haber sido porque algún subalterno de Jim había desenchufado los focos adrede.

Pero llegaron las luces al Superdome y al ataque de los 49ers. Fue el momento en el que los Niners jugaron su mejor football, llegando a anotar 17 puntos en sólo 4 minutos. Kaepernick sólo contó con 4 receptores, pero su poise en el pocket, bien protegido por su OL, le permitieron completar 16/28 pases para 300 yardas y un TD, a casi 20 yardas de media por pase completado. Y además corrió para otras 62 yardas en 7 scrambles, uno de ellos de 15 yardas para TD, el más largo de un QB en una Super Bowl. Un notable alto para el prometedor signalcaller, a quien sólo le faltó ser más efectivo en la redzone.

Michael Crabtree, quien inició la remontada con una afortunada recepción de 31 yardas para TD, y Davis hicieron un gran partido, superando el centenar de yardas de recpeción, y Delanie Walker y Randy Moss también colaboraron con un par de importantes recepciones largas. Otro gran activo fue Frank Gore, quien corrió para 110 yardas en 19 acarreos, con un TD en una gran jugada, imaginativa y bien ejecutada, con increíbles bloqueos, un ejemplo del mejor juego de carrera de la liga.

La defensa y un fumble de Rice frenaron a unos Ravens conservadores, que sumaban apenas 20 yardas ofensivas en el 3º cuarto. Flacco sólo sabe jugar como Flacco, no le pidas que sostenga los drives con un dink & dunk. En el 4º cuarto movió mejor el balón, con algún pase crucial como uno a Boldin en 3º down, pero la defensa minera cerró a la perfección la endzone y limitó los drives de los Ravens a un par de FG, teniendo una oportunidad para ganar el partido en el último drive.

EL DESENLACE

Los Niners iban remontando pero una fallida conversión de 2 puntos les impidió alcanzar a los Ravens. Por fin, a 4:19 del final Kaepernick tuvo un balón para ganar el partido. Un buen pase de 20 yardas a Crabtree y tres buenas carrera los plantaron en la yarda 7. Los Ravens estaban fundidos. Sin Haloti Ngata los 49ers estaban corriendo el balón como querían, pero de nuevo se estancaron en la endzone. Tras una corta carrera de James, la banda cantó tres pases consecutivos a Crabtree, tres fades, todos incompletos.

Para la polémica quedará la más que probable interferencia al receptor en el 4º down, pero esa es sólo una jugada de muchas en el partido. Fueron Greg Roman y Jim los que no acertaron cantando las jugadas finales. La defensa estaba fundida y eran más vulnerables al juego de carrera. Además les convenía ir quemando el reloj o los tiempos muertos de los Ravens, porque en el caso de anotar le estaban dando aún demasiado tiempo a Flacco para buscar el FG range. Gore y Kapernick tuvieron que tener su oportunidad para buscar la endzone. Después de 468 yardas ofensivas (nunca un ganador de la Super Bowl había encajado tantas), les faltaron 5 para rematar la faena.

John le ganó la partida a su hermano hasta el final, agotando el reloj en un autosafety en el que los 49ers no supieron actuar. Los Ravens se llevaron el premio con un partido más completo, con menos errores y que, al contrario de sus rivales, supieron ganar.

Esta vez sí que fue el «último partido de Ray Lewis«. El #52 pudo termianr a lo grande como John Elway, Jerome Bettis y Michael Straham, con el Lombardi Trophy bajo su brazo en su último partido. Flacco, que había calentado la pretemporada diciendo que se consideraba el mejor QB de la liga, acabó cin un merecido MVP de la Super Bowl, con 11 TD y 0 picks en postemporada, algo que sólo había logrado Joe Montana hasta la fecha.

Los Niners perdieron su 1ª Super Bowl. Kaepernick incluso lanzó el 1º pick de un QB de los Niners en la historia de la Super Bowl, pero seguro que Jim y los suyos tienen nuevas oportunidades en los próximos años. Son un equipo joven, lleno de talento y bien dirigidos por el staff. En la próxima ocasión tendrán más experiencia.

Hoy me reservo la sección de la Cheerleader de la Semana, a fin de cuentas, los aficionados de los Ravens están aún celebrando su título y no necesitan de más animación.

Después de vivir una temporada al borde del infarto entre los sábados con los Fighting Irish, los Field Goals de Boise State y los playoffs con los 49ers, lo que me ha llevado al dique seco no ha sido el corazón sino unas molestas piedras en la vesícula biliar. Entre cólico y cólico, mi vesícula tuvo la decencia de aguantar hasta la Super Bowl, que la tuve que ver con la ayuda de Buscapina, Nolotil y Tramadol, en lugar de Doritos, nachos y cerveza, como el resto del mundo.

Apenas 24 horas después del pitido final estaba tumbado en la mesa del quirófano esperando que el Dr. Gil me sacara el «Alien» que tenía dentro. Pero gracias a su magnífico trabajo y al del resto del equipo del Hospital Donostia, a quienes les envío desde aquí un público agradecimiento, estoy en casa 5 días después haciendo mis deberes con retraso, como un alumno mal aplicado.

La temporada de football me ha resultado muy apasionante, muy intensa y, en ocasiones, muy dura, pero nada como una buena offseason para ir restañando las heridas del cuerpo y del alma.

No me quiero despedir sin agradecer las muestras de apoyo de los lectores que, podéis estar seguros, son el único motor que mueve mis dedos sobre el teclado.

 

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