Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. El frío que conlleva la lejanía a la afrenta, el paso del tiempo, la premeditación. Los Swarco Tirol Raiders, una de las grandes potencias europeas del fútbol americano, llevaba un año preparando la suya.
En 2012 los Calanda Broncos, una ONU con sede en la localidad Suiza de Chur y con la chequera de su presidente Walter Tribolet llena, había osado mancillar el nombre del equipo de Innsbruck con una contundente victoria en la semifinales de la European Football League (EFL). Una victoria sin paliativos (35-3) en el Tivoli Stadium que dolió como ninguna a las huestes dirigidas por el coach Shuan Fatah. Para redondear su temporada los Broncos conseguían también imponerse a los Vienna Vikings, el otro gran gigante austriaco, para conseguir a golpe de talonario la primera Eurobowl de su corta historia.
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Liderando aquella afrenta se encontraba el RB DJ Wolfe. Wolfe, uno de los fichajes de mayor renombre en los últimos años en el viejo continente, venía de ser titular en el backfield de la Universidad de Oklahoma. Un atleta polivalente capaz de jugar tanto en ataque como en defensa con idéntico peligro. Aquella tarde su velocidad y elusividad fueron demasiado para la defensa local y se erigió en dueño y señor del partido. El ataque de los Raiders apenas pudo contar por lesión con su quarterback titular Kyle Callahan, lesionado a las primeras de cambio, y su gran estrella, el ex-Wolfpack de Nevada, Talib Wise tampoco estuvo en su mejor momento. El desastre estaba consumado.
El tiempo y el calendario de la EFL han querido que los austriacos tuvieran una segunda oportunidad. De nuevo en el Tivoli Stadium Raiders y Broncos estaban llamados a verse las caras. De nuevo Wolfe y Wise volverían a estar cara a cara para solventar sus diferencias.
El coach Fatah esperaba ansioso el momento. Tanto él como sus chicos llevaban un año preparando ese reencuentro. El mensaje días antes del partido era muy claro. «Broncos, venid os esperamos».
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Y así fue. Con la lección bien aprendida, con la motivación por las nubes, con un buen planteamiento y con una perfecta ejecución los de Tirol hicieron realidad su compromiso de venganza. Estaba vez Wise se encargo de minimizar a Wolfe. Callahan estaba a los mandos de las operaciones y el RB local Andreas Hoffbauer se crecía por momentos. Los Broncos sólo aguantaron hasta el descanso. La venganza estaba consumada. El plato se servía frío. Muy frío. Los Tirol Raiders volvían a la gran final europea. Innsburck consumaba la vendetta. Shuan Fatah también.
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