Hay una metáfora dentro del mundo de la política norteamericana que se conoce como “The elephant in the room”, que podríamos traducir como el elefante en la habitación. El término fue acuñado por un asesor del Partido Demócrata en referencia al Partido Republicano. Este último partido tiene como símbolo un elefante con la trompa elevada y era tal la obsesión que tenían varios miembros ilustres del Partido Demócrata, cuyo símbolo es un asno, con el Partido Republicano, que acuñó la famosa metáfora, estaban tan obsesionados con los republicanos que lo único que veían era precisamente eso, republicanos, de allí que hubiera un elefante en la habitación, algo que es imposible que pase desapercibido.
En la actualidad se utiliza la metáfora para decir que hay un problema que nadie quiere ver o afrontar, incluso en los mentideros políticos de España, tan dados a copiar todo, han empezado varios periodistas y analistas políticos a usar la expresión. Cuando hay un elefante en la habitación es evidente que no existe nada mas que eso, un elefante en una habitación, es imposible no percatarse de ello, en ese momento tienes que ser consciente de que tienes un grave problema y es imposible ocultarlo, como imposible es obviar que existe un elefante en la habitación.
Si la temporada pasada el protagonista absoluto de la pretemporada fue el QB Peyton Manning y su elección de equipo para regresar tras un año inactivo por culpa de su lesión cervical, este año el protagonista, pero por motivos muy diferentes por desgracia, es Aaron Hernández, el TE de los New England Patriots. Guste o no guste, se ha convertido en ese elefante en la habitación de la NFL.
Lo fácil y sencillo sería ahora mismo cargar contra el TE y hacer lo que vulgarmente llamamos hacer leña del árbol caído. Hernández ha caído en desgracia, lo que empezó siendo una investigación sobre un posible asesinato y obstrucción a la justicia ha derivado en acusaciones sobre otros presuntos asesinatos, tenencia ilícita de armas de fuego, supuestos heridos con esas mismas armas y todo un rosario de acusaciones que no merece la pena enfrascarse en ellas. Todos sabemos los resultados, hay un muerto, o mas, tal y como van las investigaciones. Hernández ha terminado en la prisión, sitio donde no parece que vaya a poder salir en una larga temporada y la jueza que lleva el caso le ha negado la fianza hasta en dos ocasiones debido a la gravedad de los hechos que se imputan al jugador, por lo que deberá permanecer en prisión hasta que sea juzgado, algo que no ocurrirá antes de un año.
Podríamos seguir hablando de las consecuencias salariales que tiene el hecho para su ya ex equipo, los New England Patriots. También hemos sabido que el equipo ha retirado todas los productos de merchandising relacionados con el jugador hasta el extremo que van a abonar o compensar a todos los que compraron una camisola del jugador, un caso extremo de borrón y cuenta nueva. Aunque personalmente me parece que los New England Patriots no hacen mas que echar balones fuera en un intento desesperado de limpiar su imagen. Hernández no es el problema, es sola una parte del mismo, es simplemente esa imagen del elefante en la habitación.
Durante estos días he leído de todo, desde opiniones con fundamentación y bases mas que sólidas a auténticas “boutades” o bromas de un pésimo gusto que poco o nada tienen que ver con el caso. Y eso por no hablar que para muchísimos la única preocupación es el tratamiento que pueda recibir esta aterradora noticia en los medios de comunicación españoles, tan dados a mirar la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio. A mi nada de todo esto me importa en absoluto, el caso Hernández no deja de ser el vehículo de mi reflexión y de lo que quiero transmitir ¿Qué ha pasado para que esto pueda ocurrir? ¿Cómo nadie en la NFL se ha dado cuenta que había un elefante en la habitación hasta ahora? Esa, y no otra es la reflexión que debemos realmente plantearnos. ¿Cómo es posible que un individuo como Aaron Hernández ha podido entrar en una liga como la NFL, pasar todos los filtros y jugar durante tres años y que nadie, pero absolutamente nadie se haya dado cuenta de la persona que era?
Es muy triste ahora leer eso de “ya lo había avisado”. El otro día leía como Matt Light, uno de los líderes del vestuario de los Patriots durante años como se despachaba a gusto, algo que recuerde no hizo ni una sola vez cuando Hernandez anotaba TD para su equipo y era una de las mayores amenazas, deportivas, de la liga. También es patético ver al que fuera su entrenador en el college, Urban Meyer, cargar contra el jugador, algo que no le importó lo mas mínimo cuando era una de las estrellas de los Gators de la Universidad de Florida y estos optaban al campeonato nacional.
Están apareciendo otras muchas historias. Por curiosidad he mirado que decía la prestigiosa y desparecida Pro Football Weekly en su guía del draft de aquel año, y en una pocas palabras solo decía “character issues can be a problem”, solamente eso. Por los motivos que sea antes nadie había reparado en ello, o peor aún, lo sabían, veían el elefante, pero lo callaban o miraban a otro lado. No deja de ser una actitud cobarde y vil, algo que entra en la naturaleza humana cuando decimos aquello de “la victoria tiene muchos padres pero en la derrota no tiene ni padre ni madre”. El Aaron Hernández que la temporada pasada y anterior asombraba por sus prestaciones en el campo es el mismo Aaron Hernández que ahora es crucificado incluso por aquellos que mas confiaron en él. Seguramente el jugador merezca el mayor de los castigos de confirmarse todo lo que sobre él se escribe y se dice, pero de repente todos aquellos que confiaban en él, sus compañeros, antiguos compañeros, entrenadores, antiguos entrenadores, y en general todo aquel que lo ha conocido, lo tiene como un auténtico apestado, de repente todos se han dado cuenta que el elefante esta allí cuando llevaba tiempo.
El caso Hernández no es el caso Hernández, sino es algo que debe hacer reflexionar a una liga billonaria hasta la nausea y se replanteé qué ha pasado, como es posible que esto ocurra en la liga mas poderosa y rica del mundo, una liga donde los entrenadores viven 24 horas al día y siete días a la semana dedicados al football, una liga donde todo está estudiado al milímetro y nada queda al azar, una liga que presume de ser la mejor liga del mundo y un espejo para todas las demás. La NFL es cierto que tiene mucho que enseñar al resto de ligas, económicamente nadie le discute su absoluta supremacía, como nadie le discute sus audiencias, su liderazgo y otras muchas cuestiones. Joe F.Carr, un visionario ya lo anticipó, el baseball nos ganará durante un tiempo, pero la NFL, y el football en concreto acabará siendo el deporte favorito de los norteamericanos. Joe Carr murió en 1939 sin poder ver su criatura, pero 70 años después de su desgraciada muerte no le faltaba un ápice de razón. Lo que tengo serias dudas es que Carr tuviera la mas mínima intuición de la clase de gigante en que la NFL se ha convertido, un gigante que amenaza ser devorado por sus propios males.
No cabe duda que Hernández es el principal culpable de su conducta y quien deberá responder personalmente por lo que se le imputa, pero la NFL no puede mirar para otro lado como si no pasara nada porque el caso Hernández no es el primero, si el mas grave hasta la fecha, pero no es el primer delincuente que forma parte de este exclusivo club que es ser miembro de una plantilla de una franquicia.
Roger Goodell desde que fuera elegido por la liga para dirigir sus destinos se ha lanzado a una cruzada personal, quiere una liga limpia de jugadores conflictivos y problemáticos, sin problemas legales. No hablamos de ciudadanos modelos y que sean ejemplo para su comunidad, sino de una liga que sus miembros solo sean noticias por lo que hacen en el campo y no fuera del campo, y lo que ha pasado este año, con dos muertes trágicas, una por suicidio, otra por accidente, y finalmente el caso Hernández es la gota que ha colmado el vaso. Todo son casos que dejan en un segundo plano lo que pasó con Michael Vick o los eternos problemas legales de Adam “Pacman” Jones con la ley, hasta el extremo que le han permitido participar en el simposio de los novatos para dar ejemplo de lo que no debe ser ejemplo en esta liga, simposio que se celebra estos días y que ha visto como otro jugador era detenido por tenencia de armas durante su celebración.
Como he dicho los principales culpables de estas acciones son los propios jugadores, pero no están solos, los equipos, y especialmente esos entrenadores que siempre están dispuestos a dar oportunidades a personajes conflictivos por el mero hecho de tener algo que se llama talento, son una parte importante. Pero no solo equipos y entrenadores, la propia liga tendría que decir algo, porque lo que es mas que evidente, esta pretemporada lo está dejando claro es que la NFL tiene un elefante en la habitación.
LA NCAA EN EL DISPARADERO
Pero quiero ir mas allá, no solo podemos considerar culpables quienes permiten acceder al profesionalismo a personajes como Aaron Hérnandez, Titus Young y otros muchos. La NCAA, la competición universitaria y que hace las veces de cantera de la NFL tiene su gran parte de culpa. No nos engañemos, no seamos tan necios o inocentes de pensar que estos jugadores están en la NCAA por amor al arte, por tener un título universitario o por querer vivir la aventura de ser universitario. La NCAA, pese a sus costumbres y profunda querencia a las tradiciones mueve tantos millones como la propia NFL, se ha vuelto una competición con tanta importancia como la profesional, con la diferencia de que se juega los sábados y que se supone que los jugadores no son profesionales.
Pero hasta podemos leer, se “supone”, y esa es parte del problema. Muchos son profesionales, no abiertamente como en la NFL, gozan de becas y privilegios que no goza un estudiante cualquiera de la universidad. Tienen a su disposición coches de gama alta, visten trajes de primeras marcas, compañía femenina sin límite alguno, cenan, siempre hay alguien que les “invita”, en los mejores restaurantes, tienen Internet, smartphones de última gama y gozan de instalaciones deportivas que nada tienen que envidiar a las de un equipo profesional. Tienen en común con la NFL incluso el hecho que permiten que jugadores conflictivos, con problemas legales, sean parte del sistema por una sola razón, tienen talento.
Es inexplicable que alguien como Aaron Hernández tuviera siquiera sitio en la NCAA y en concreto en la Universidad de Florida. Urban Meyer ahora carga contra el jugador, pero mientras le servía para sus intereses no le preocupan sus amistades o devaneos con la droga, un problema menor al lado de otros mucho mas gordos. ¿Realmente alguien se cree que Hernández participaba en la vida del campus como cualquier otro estudiante? No sé como será el campus de la Universidad de Florida, pero dudo que lo habitual sea ver a miembros de bandas o delincuentes habituales merodeando por allí y participando en las fiestas. Era miembro de la universidad, pero solamente eso, era miembro para poder seguir jugando en los Gators, que estos continuaran acumulando portadas y las donaciones y los millones continuasen llegando.
Y ojo, que la Universidad de Florida es solo una mas de las instituciones que permiten y toleran este tipo de hechos. Su compañera de estado, la Universidad de Miami, los Hurricanes, es otro nido igual y de donde han salido también buenas piezas y con amplio historial. El célebre Ray Lewis estuvo implicado en serios problemas legales de los que salió tras “colaborar” con la justicia y que nunca han sido aclarados. Michael Irvin, una de las estrellas de aquella universidad, también ha sido un habitual de los problemas con la ley. Jimmy Johnson, el que fuera arquitecto de la última dinastía de los Dallas Cowboys antes de entrenar a estos fue el entrenador de los Hurricanes y si algo ha caracterizado siempre a Johnson es que nunca le han importado jugadores con problemas legales o conflictivos, es una práctica que la puso de manifiesto en su etapa en la NCAA y también la practicó en sus tiempos en la NFL.
Y he querido meter a la NCAA porque la NFL tiene una singularidad con respecto a las otras ligas profesionales, un jugador no puede entrar directamente a la liga sin previamente haber pasado por la universidad. En realidad no está obligado a pasar por la NCAA, sino que la NFL no permite que nadie entre en la liga sin haber pasado al menos dos años desde que se graduara en el instituto, algo que quedó mas que claro tras el caso Maurice Clarrett, un jugador que quiso ser profesional tras pasar un año en la NCAA, pero que acabó perdiendo su juicio. En la NBA ahora también hay una regla que obliga a los jugadores a que pase un año antes de entrar en la liga, casos como los de Lebron James no son posibles ahora mismo. Carmelo Anthony hubiera hecho igual de no prometer a su madre ir a la Universidad, aunque solamente lo hiciera para figurar.
La MLB permite reclutar jugadores desde el instituto, pero raras veces esos jugadores empiezan su aventura profesional, algunos van a la universidad pese a ser seleccionados, otros se meten en el sistema de cantera (farm system) de los equipos profesionales y juegan en las ligas menores. En el caso de jugadores cubanos están un año sin jugar para evitar entrar en la liga vía draft o el caso de los jugadores japoneses, que juegan su propia liga profesional antes de pasar a la MLB.
El football no tiene un sistema de cantera, los equipos profesionales no tienen equipos filiales ni patrocinan equipos semi profesionales, tampoco participan ni tienen intereses en la NCAA con la que mantiene una relación de respeto, ni tan siquiera tiene intereses en otras ligas o en la liga canadiense. La única vía de entrada para un jugador es la NCAA, incluso los jugadores europeos o de otras nacionalidades tienen que pasar por la NCAA, no existen ligas fuera de USA de un mínimo nivel para poder evaluar o apostar por un jugador, lo mas que llegan los equipos profesionales es a reclutar jugadores de la liga “Indoor”, la Arena League, o la liga canadiense, la CFL, repleta de jugadores que no tuvieron sitio en su momento en la NFL y refugio para tener una carrera profesional.
Por tanto la NCAA participa en este problema, es una parte mas del sistema, permite que delincuentes habituales o personajes conflictivos sean parte del equipo por las mismas razones que la NFL, tienen una pizca de talento. Mientras seamos capaces de taparnos la naríz y mirar para otro lado, no ver al elefante en la habitación, da igual, sirven a mis intereses.
EL DRAFT
Y aquí es donde llegamos al Draft. Peter King decía que el Draft ocupaba el tercer o cuarto lugar como acontecimiento deportivo tras la Superbowl, las Bowls o la March Madness, la ponía incluso por delante de las World Series, las finales de la NBA o de la Stanley Cup. El draft había adquirido tales dimensiones que se había convertido en algo mas que una mera selección de jugadores, no hace tanto hemos vivido el draft de la NBA y de la MLB y han pasado desapercibidos, pero no ocurre lo mismo con la NFL, su draft es el Draft, con mayúsculas.
No hay un solo draft que levante tanta expectación, se escriba tanto, haya tanto mocks drafts y en general se hable tanto como el draft de la NFL, que ha pasado de ser un acontecimiento que se celebraba un fin de semana en un hotel de Nueva York a ser un acontecimiento que podemos decir empieza en febrero y que ahora dura hasta finales de abril, y que el año que viene se celebrará en mayo, lo que alargará aún mas el tiempo para estudiar, analizar, hacer pruebas, análisis, entrevistas, etc….
Pero el draft no se concentra solamente en ese fin de semana que empieza un jueves en “prime time” y termina el sábado con las rondas 4, 5, 6 y 7. El draft empieza desde el momento en que un jugador empieza a jugar para un equipo de la NCAA, desde ese momento es objeto de la mirada de cientos de scouts, expertos y demás. Antes deberán cumplir los 2 años de rigor, pero una vez que pasa ese tiempo son elegibles si se declaran como tales para ser parte de la NFL, y el escrutinio es aún mayor.
Una vez que un jugador se declara elegible empieza una segunda parte, entrevistas, pruebas, etc… Son analizados por los equipos profesionales hasta la nausea. Siempre pongo un ejemplo, cuando Bill Polian y su equipo de asistentes tienen la primera elección del draft de 1998. Sse estudiaron todos y cada de los snaps de Peyton Manning y Ryan Leaf, no una ni dos veces, sino decena de veces, y eso era en 1998, cuando el draft aún podemos decir que era algo artístico aunque empezaba a dar sus primeras muestras de gigantismo.
El draft ahora es un monstruo enorme, es una criatura que tiene vida propia, las franquicias tienen decenas de empleados cuyo trabajo es precisamente ese, buscar ese talento oculto, ese jugador que pueda servir a los intereses de los equipos. Y por eso resulta aún increíble que teniendo el proceso de selección mas trabajado del mundo profesional aún se puedan dar casos ya no hablamos de Aaron Hernandez, sino casos como los Adam “Pacman” Jones, Titus Young y otros muchos, y no hablo del convicto y condenado Lawrence “Larry” Philips, porque parece muy lejano en el tiempo.
Todos los jugadores que son problemáticos en la NFL ya lo eran antes también, o por lo menos dieron serias señales de haberlo sido. Pero la NCAA actúa igual que la NFL, tapa o tolera estas actuaciones o hechos mientras les interese deportivamente lo que puedan aportar estos jugadores. En la NFL hay equipos y entrenadores que piensan igual, que dicen que son capaces de reconducir a estos auténticos balas perdidas, “rolling stones” en USA. Cuando Jimmy Johnson aterriza en la NFL no le importa reclutar jugadores con problemas legales y de hecho la etapa de Johnson en Dallas además del innegable éxito deportivo es una etapa donde no había semana donde un miembro de los Cowboys no tuviera su colección de problemas con la ley.
Hasta entonces los Oakland Raiders eran conocidos por reclutar jugadores problemáticos, pero con Jimmy Johnson se extiende a toda la liga y ahora mismo hay entrenadores con fama de precisamente eso, de no tener miedo a reclutar lo que sea y a quien sea, y seguramente la cara mas visible de todos ellos sea Bill Belichick, que curiosamente guarda una profunda amistad con Jimmy Johnson.
Belichick tiene fama precisamente de apostar por renegados, por darles una oportunidad. Allí está el caso de Corey Dillon, un gran jugador perdido en la mediocridad de los Bengals, que llega a New England, se rehace como jugador y como persona, deja de ser ese personaje conflictivo y rompedor de vestuarios del que tenía fama. Lo mismo ocurre con Randy Moss, perdido en la Bahía llega a New England y rehace su carrera, aunque finalmente acaba agotando la paciencia de BB y lo acaban traspasando. Bajo el mantra de Belichick han llegado jugadores que muchos venían con serios interrogantes y que le han valido al Head Coach ganarse la fama de genio, pero también es el culpable de fracasos como los de Albert Haynesworth y Chad Johnson, fulminantemente expulsado de Miami en cuanto tuvo el primer problema legal.
Hernández fue en principio un regalo caído del cielo. Un jugador con potencial de primera ronda fue eliminado de la tabla de varios equipos, ahora todos dicen ser conocedores de su pasado, pero eso no importó a New England, que esperó a la 4ª ronda, donde los riesgos son mínimos deportivamente y económicamente, si el jugador entra en el roster es lo que se llama un robo, si no entra se pierde solamente eso, una cuarta ronda, no tienen el valor de las tres primeras rondas. Y Aaron Hernández acabo respondiendo deportivamente lo que se suponía que era, un talento de primera ronda, de repente su pasado, sus amistades, nada importaba mientras anotara TD y aportara yardas, y sobre todo le diera a Bill fama por ser el inventor de la dupla de TE y crear un nuevo sistema de ataque.
Pero un escorpión es siempre un escorpión, en su naturaleza está el picar y Hernández tenía dentro un escorpión. Ahora es gracioso escuchar a antiguos compañeros, decir que tenía un doble alma, por un lado era un ángel, por otro un demonio, o que nadie le creía quien era y ya sabíamos lo era. Y repito, ¿Por qué nadie dijo nada entonces o siquiera lo insinuó?
Los equipos profesionales gastan miles de millones al año en seguridad, contratan ex agentes de la CIA y la NSA, oficiales del ejercito, expertos en seguridad y tienen auténticos ejércitos de personal cuyo único trabajo es evitar que sus jugadores se metan en líos. La noche anterior a un partido que se juega fuera los equipos reservan plantas enteras de hoteles, dejan vacías por completo la planta superior y planta inferior de las habitaciones donde se hospedan los jugadores para evitar que nadie se puede colar a las habitaciones de los jugadores, hay seguridad las 24 horas del día y nada pasa sin que lo sepa el Jefe de Seguridad de cada equipo, normalmente siempre un ex de alguna agencia de seguridad.
Esos mismo equipos son los encargados muchas veces de espiar a sus propios jugadores, saber de que compañías se rodean, incluso les dan el visto bueno a las cosas que alquilan, sobre todo con las estrellas de los equipos y con pasado turbulento. Esos mismos equipos trabajan 24 horas al día y de lunes a domingo, no descansan jamás, su trabajo es proteger a los jugadores de terceros y en muchas ocasiones de si mismos.
A raíz de la triste muerte de Jerry Brown en accidente de coche con Josh Brent, un jugador que venía con un amplio historial de conflictos en la NCAA y aún así entró en la NFL, se sabía que los Cowboys tienen a su disposición dos servicios de limusinas las 24 horas del día y un jugador tan solo tienen que marcar el número en su teléfono móvil para que en unos minutos la limusina se presente allí donde estén para llevarlos a su apartamento o casa sin mas peligro. Incluso mas, los Cowboys y el resto de equipos igual, tienen empleados del equipo de seguridad de guardia permanente, un jugador solo tiene que marcar un número de su móvil, algo que les obligan a meter en su agenda de contactos el día que firman su contrato, para que en minutos se presente un empleado de seguridad para sacar al jugador de cualquier problema, empleado que lo llevará a su casa o a las instalaciones del equipo.
Y eso que ahora decimos de los Cowboys lo tienen todos los equipos, pero estos miran a otro lado, no quieren ver al elefante en la habitación. El mismo día que Brown fallecía en accidente, Brent, su amigo, salía de prisión y la semana siguiente, en lugar de ser ex empleado de la liga, estaba en la banda del Cowboys Stadium. Esta misma semana el jugador, que está en libertad bajo fianza, suspendía una prueba de drogas e ingresaba en prisión, sigue siendo parte del roster de los Cowboys.
El elefante está allí, está en todos los vestuarios de la liga y está en los despachos del número 345 de Park Avenue. Los New England Patriots, una franquicia considerada ejemplar por muchos, y que lo ha sido, ahora intenta borrar de un plumazo a Hernández como si nunca hubiera sido parte de la franquicia, le ocurre lo que en su día le sucedió a Ben Johnson o le puede pasar a Lance Amstrong, desaparecen por completo de los sitios, no han existido jamás de los jamases, pero los Patriots por mucho que se empeñen no pueden esconder su responsabilidad, reclutaron a un jugador que tenía un pasado oscuro, o sabiéndolo les daba igual, pero no están solos, todos los equipos les acompañan en esta siniestra práctica porque en la NFL existe una máxima, mientras tengas talento te van a dar una oportunidad, es cuestión de poner en la balanza el riesgo y los resultados, y mientras esos superen a los primeros, tendrán siempre sitio.
Dudo que llegue a ocurrir, pero si Hernández por los motivos que fuera saliera absuelto, pudiera ocurrir porque su abogado hiciera muy bien su trabajo, o se repitiese un caso como el que en su día ocurrió con OJ Simpson, volvería a la liga como si nada hubiera pasado y se desataría una guerra por hacerse con los servicios de un jugador con enorme talento para jugar al football, pero con enorme talento para meterse en líos.
Y sé que esto no gustará, pero no me canso de repetirlo, es mejor tener una liga con jugadores como Tim Tebow, ejemplo de profesionalidad y de persona, con independencia de que se comulgue o no con sus ideas religiosas, que no se mete en líos, que es un compañero (lo fue del propio Hernández en el college) y un líder en el vestuario, pero que quizás no tengan ese don para dar espectáculo que tener a media docena de manzanas podridas, o como empezamos este artículo, con el elefante en la habitación.
Casos como los de Hernández hace muchísimo daño a la liga. Mientras Goodell vive enfrascado en como hacer mas millonarios a sus jefes, en ampliar la liga a 18 semanas, en hacerla cada día mas parecido al Flag en aras de la seguridad, tiene un enorme elefante plantado en su despacho al que de momento ha ignorado por completo, pero Goodell no está solo, igual que Hernández es solo el ejemplo.
Muy bueno el artículo Jose. Se refleja un gran problema de la NFL y que para mí tiene difícil solución por el hecho de que los jugadores son tratados como estrellas desde el high school y muchos no saben digerir esa fama y éxito.
Solo una pequeña corrección: los jugadores tienen que pasar al menos TRES años en college o desde que salieron del high school antes de entrar en la NFL y no DOS como tienes puesto. Un saludo
Una cosa es que alguien sea conflictivo y que tenga un don para meterse en lios y otra que se pueda predecir que vaya a matar a alguien. Eso es absolutamente impredecible y la mejor muestra de ello es que el notas de Bilbao que hacía Kungfu y mató a esas dos prostitutas, había dado clases de artes marciales a media plantilla de la Ertzaintza y nadie había sospechado nada raro de él.
Que hay que tener cuidado con quien reclutas y los problemas en los que se puede meter? totalmente de acuerdo, pero no creo que fuese predecible que iba a matar a nadie y los que ahora dicen lo de yo ya sabía que ese chico no iba a acabar bien son unos hipocritas. Si tan claro lo tenían por qué no dijeron nada antes?
Hola Jose, sigo tus artículos y opiniones con verdadero interés, pues eres una enciclopedia para muchos de nosotros. Sólo quería pedirte una cosita: la revisión de los textos antes de publicarlos, pues no solo hay errores evidentes de tecleado sino también incorrecciones sintácticas y gramaticales que hacen que algunas frases carezcan de sentido o haya que suponerlo. Por lo demás, enhorabuena y esperando ansioso tu próximo artículo.