El wide receiver de los San Diego Chargers Malcom Floyd, quien tuvo que ser retirado en camilla del terreno de juego durante la victoria de los Chargers sobre los Eagles del pasado fin de semana tras un violento golpe de la defensa local, tendrá que llevar un collarín durante los próximos días y estará de baja indefinidamente.
Tras ser trasladado a un hospital y sometido a diversas pruebas Floyd fue diagnosticado con un esguince cervical y viajó durante esa misma noche con el equipo rumbo a San Diego.
El head coach de la franquicia californiana Mike McCoy confirmó el lunes que Philip Rivers es «improbable» que cuente con el que ha sido su principal objetivo durante la semana tres ante los Tennessee Titans in Week 3. Floyd sigue bajo evaluación y consultará segundas opiniones.
Se espera que el rookie elegido en la tercera ronda del draft Keenan Allen sea el reemplazo de Floyd.
Aún dolorido Floyd agradeció las oraciones que le dedicaron tanto sus compañeros de equipo como los jugadores de los Eagles y definió el percance como «parte del football». Añadió además que «tan pronto como me golpearon sentí como se me aflojaban las piernas. Parece que todas las oraciones fueron escuchadas. He sido afortunado, ahora mismo podría estar en una silla de ruedas.»