El 2 de febrero de 2007, dos días antes de la Super Bowl, Roger Goodell anunciaba que el día 28 de octubre de ese mismo año, siguiente temporada, los Miami Dolphins recibirían en el estadio de Wembley, sito en Londres, a los New York Giants. Aquel era el segundo partido de la Regular Season en jugarse fuera de suelo estadounidense, dos años antes se jugó en el Estadio Azteca de México D.F un encuentro entre los Arizona Cardinals y los San Francisco 49ers. La NFL cumplía uno de sus sueños, jugar un partido de la temporada regular en suelo europeo. Europa, o mas bien Alemania, había visto como ese mismo año la NFL Europa había cancelado operaciones, dando así por terminado un sueño que Pete Rozelle empezó a esbozar en la década de los 70, una liga profesional de football en Europa.
A la vez que se anunciaba el partido se avisaba qué para poder comprar las entradas era necesario registrarse con carácter previo. En las 72 horas posteriores al anuncio medio millón de personas se apuntaron, lo que en un primer momento se vendió como un tremendo éxito, el estadio Wembley tenía capacidad para mas de 80.000 espectadores. La NFL hizo llegar a unos cuantos miles de aquellos inscritos unos códigos de reserva, daban preferencia a la hora de adquirir las entradas, qué en noventa minutos se agotaron. El servidor de Ticketmaster, único habilitado para comprar las entradas, se colapsó al minuto de iniciarse la venta.
El partido fue seleccionado de manera muy cuidada, los Miami Dolphins eran uno de los equipos mas populares en el Reino Unido. Cuando en la década de los ochenta se empezó a ver la NFL con regularidad, Dan Marino era una institución y una estrella de las estrellas de la liga, el auténtico “Wonder Boy”. En 2007 los Miami Dolphins eran un equipo en reconstrucción tras la espantada de Nick Saban en enero de aquel mismo año. Cam Cameron, nombrado nuevo Head Coach en enero de 2007, venía precedido de una buena fama como gurú de QB donde había construido el dinámico ataque de los San Diego Chargers. La etapa Cameron sin embargo acabaría siendo una de las peores, sino la peor, de la toda la historia de la franquicia, elecciones mal gastadas de draft, lesiones y un equipo muy poco competitivo, tan poco que se presentó en Londres sin saber lo que era la victoria, con un QB, Cleo Lemon, que nadie esperaba que pudiera ser titular al empezar el año, sin juego de carrera, Ricky Williams estaba sancionado, y donde lo único reseñable era poder ver al futuro miembro del Hall of Fame, el DE Jason Taylor.
En los NY Giants estaba al mando Tom Coughlin con Eli Manning ya consolidado como QB, con fama de muy irregular por entonces, capaz de lo mejor y lo peor. En resumen, no eran dos equipos de los punteros, pero tampoco eran de los peores conjuntos. Sin embargo cuando llegaron a Londres las circunstancias habían cambiado, y mucho. Los NY Giants eran un equipo que ni fu ni fa, Tom Coughlin no conseguía terminar de arrancar su proyecto y generaba enorme dudas, aunque eventualmente aquella escuadra se proclamaría campeón de la temporada al derrotar a los invictos New England Patriots en lo que denominé el “Arizonazo”.
El partido en todo caso fue muy malo, la climatología no acompañó, estuvo lloviendo durante buena parte del encuentro, a lo que hubo que añadir un césped que estaba pensado para jugar al fútbol y no al football, una de las quejas más habituales fueron las condiciones del campo, que incluso denominaron peligroso, pese a tratarse de hierba natural, la preferida por los jugadores. Con unos Dolphins incompetentes los NY Giants se dedicaron a nadar y guardar la ropa, ganar haciendo lo mínimo y sin arriesgar. Los Dolphins se acercaron en los minutos finales al marcador, pero no pusieron en peligro la victoria por 13-10 de los de Tom Coughlin.
El experimento desde un punto de vista de asistencia fue un éxito, todas las entradas sobre el papel se vendieron. Aunque lo cierto es que muchas debieron ser adquiridas por reventas, los días anteriores al partido era posible comprar sin problemas buenas localidades y en el camino al estadio se podían comprar incluso por debajo de su valor facial, el campo presentaba zonas claramente despobladas.
En todo caso hubo otras cosas que no funcionaron quizás todo lo bien que debieron de funcionar. Las entradas en este primer año no eran enviadas por correo o mensajería a los no residentes en el Reino Unido, sino que era necesario retirarlas en Londres, bien en las oficinas de Ticketmaster, bien en las del propio estadio en la misma mañana del partido. A los organizadores no se les pasó por la cabeza organizar absolutamente nada aquella mañana, Wembley presentaba un aspecto totalmente desangelado, no solo por una climatología triste, sino que alrededor había lo que se suponía sería un “Tailgate Party”, pero solo para unos pocos privilegiados que habían comprado las escasas entradas, o que les tocó en un sorteo especial organizado por NFL UK. El asunto del “merchandising” no fue mucho mejor. Se instalaron varias carpas en el exterior del estadio, pero hubo que esperar un largo tiempo hasta que abrieron las carpas, incomprensible cuando había miles de personas retirando las entradas. La tarde fue totalmente caótico, aquel que no hubiera comprado algo por la mañana se podría encontrar, primero con colas muy largas, y segundo, escasez de productos.
Que yo recuerde una de las quejas de los que asistimos al partido es que nos trataron como si no supiéramos de qué iba aquello, los monitores de a Wembley explicaban las reglas más esenciales de un juego que se suponía que los espectadores deberíamos conocer, por no hablar del speaker, que en ocasiones era irritante escucharlo, solo le faltó decir cuando había que aplaudir una acción, huelga decir que no dijo nada cuando había que abuchear. Tampoco merecen desperdicio la «Official Game Day Programme», guía del partido, el célebre libro «Football for dummies» a su lado es un tratado de astrofísica nuclear, nos trataron como auténticos ignorantes, o personas que se acercaban a ver un espectáculo tipo «Le Cirque du soleil». Desde entonces las guías han mejorado notablemente, yo que las tengo todas tengo que reconocer que la última no tiene absolutamente nada que envidiar a la que sacó la NFL para la última edición de la Super Bowl.
Después de aquella primera experiencia he repetido en más ocasiones, pero os tengo que confesar algo, si lo he hecho con posterioridad, salvo en esta ultima vez, lo he hecho para reencontrarme con aquello que Josu Arrieta en su momento llamo “The Rat Pack”, encontrarnos viejos amigos que llevamos más de una década en este proyecto NFL Hispano, que compartimos Liga Fantasy, chats, etc.. En resumen, una disculpa para darnos una vueltecita por la capital británica sin la compañía de nuestras mujeres, novias, compañeras o lo que se tercie, cenar algo exótico o diferente, hartarnos a beber pintas de cervezas frías y hasta calientes, ver la exótica fauna que puebla el Soho el sábado noche, comer en Covent Garden comida típica british, degustar el pésimo café de los Starbucks, y en resumen, hablar durante horas de football, y es que eso es lo divertido de la cita. En mi caso particular siempre aprovecho mis visitas a la City para hacer compras, alguno incluso lo recuerdo ir de museos.
Este año sin embargo mi viaje tenía otro objetivo totalmente diferente, solo quería ver el partido. Fue imposible entre todos los miembros de “Rat Pack” acordar una fecha y me decidí ir a ver a los Dallas Cowboys, a los que ya había visto antes en Dallas no hace tanto tiempo. Mi intención era comparar ver al mismo equipo en ambos lados del Atlántico, aunque los Boys no ejercían de locales. La mejor prueba es que volaba el mismo día del partido y marchaba al siguiente en el primer vuelo disponible, apenas tuve tiempo de comprar algo, de hecho hice uso de esa maravillosa opción que es el “Click and Collect”, compras por Internet y lo retiras físicamente en la tienda.
Llegué el mismo domingo, traslado del aeropuerto al hotel, una ducha y vestirme con el uniforme de faena. Comer algo ligero y directo al estadio, llegué apenas una hora antes, tan justo de tiempo que el “Tailgate Party” estaba casi cerrado, tampoco tenía ningún interés en ello. Una gigantesca carpa de la NFL Shop y tienda de New Era estaban ya cerradas, si querías comprar merchandising tenías unas carpas fuera del estadio con colas muy largas y material que me pareció algo caro, por no hablar del bajonazo de calidad que supone la marca Nike para las réplicas, solo trae las baratas, como si no hubiera gente en Europa dispuesta a gastarse dinero en una réplica de calidad.
El camino que iba de la estación de metro hasta el estadio estaba lleno de puestos de comida rápida, mucho puesto de hamburguesa, salchichas y patatas fritas, además de bebida. La amalgama de camisolas la habitual de siempre, se podían ver de todos los equipos, de jugadores presentes y pasados, algunas muy curiosas, incluso de la ProBowl, por no hablar que muchos llevaban las de sus propios equipos locales, que yo recuerde vi un par de equipos franceses y otro británicos.
De los equipos que jugaban el partido la camisola mas popular y con mucha diferencia fue la de Tony Romo, la número 9 del QB la pude ver en color blanco, azul y la “vintage”, entre las mujeres la más popular era también la del QB de los Cowboys. También tuve ocasión ver alguna de los diseños más atrevidos y vanguardistas de Nike, toda de colores oscuros con el número y nombre bordado en colores fluorescentes, camisolas que hasta solo había visto en USA.
Tuve mucha suerte con mis compañeros de localidad, a un lado, dos matrimonios, abonados de temporada de los Cowboys, que venían con sus botas y sombreros tejanos y con los que me lo pasé bomba. Y al otro lado, un pobre seguidor de los Jacksonville Jaguars que solo habló cuando los Jaguars se adelantaron y para pedir cervezas, si la memoria no me falla en las tres horas de partido se bebió una decena de cervezas, lo cual no me extrañó en absoluto, era la única forma de aguantar ver jugar a su equipo.
El partido fue malo, la superioridad de Dallas, con Tony Romo de QB, quedó patente desde el primer drive, que debería haber terminado en TD si Jason Witten no deja caer un pase perfecto del QB. Aunque los Jaguars se adelantaron por medio de una carrera de su RB Denard Robinson, los Cowboys en cuando pisaron el acelerador dejaron el partido visto para sentencia. De no ser por la compañía de los matrimonios tejano me hubiera aburrido de lo lindo.
Si algo hay que destacar de los Jaguars es su mascota Jaxson de Ville. Sin duda es lo mejor del equipo, al igual que las guapísimas animadoras, que acabaron enfundándose una chaqueta, como es habitual en Wembley hizo frío, si sumas la frialdad que transmite su equipo, las pobres se quedaron congeladas. También destacar, aunque no por positivo, la presencia de un DJ y una banda de música que tocaba con cubos de basura. Resumiendo, lo mejor de los Jaguars fue su parcela de entretenimiento, del equipo mejor no hablar.
Como el partido tampoco daba para mucho, y disfrutaba de una buena localidad, dediqué casi mas tiempo a charlar con los tejanos y observar el movimiento de la banda de los Cowboys. Esos detalles no se ven en las retransmisiones y por eso lo aproveché, es un show ver en un lado de un banco sentarse al ataque, y en otro a la defensa. En ataque los OL se sientan en la esquina y cuando su equipo defiende, se desentiende de todo, están a lo suyo. En el centro del banquillo se sienta Tony Romo con su entrenador, en ocasiones se acercaba Jason Garrett, y a su lado los RB, con DeMarco Murray. Los WR por otra parte: Dez Bryant, Terrance Williams y Cole Beasley. Los TE, Jason Witten y Gavin Escobar se sientan en zona de nadie, entre la OL y los WR.
La defensa ocupaba el otro lado, un jugador de ataque y defensa no se ven apenas, los miembros de la DL y LB juntos, y al igual que la OL en la esquina del banquillo. La secundaria entre la DL y los QB. Rolando McClain, que no jugó, y yo creo que por prudencia pues estaba vestido, estuvo viendo el partido de pie con el staff defensivo. Por ultimo estaban completamente a su bola el kicker Dan Bailey, el punter Chris Jones y el long snapper L.P. LaDouceur , no estaban en ninguna parte y a su vez en todas, lo mismo se mezclaban con los jugadores de ataque que con los defensa. Y en medio, no se sabe muy bien exactamente haciendo qué, Brandon Weeden.
Cuando al final del 4º cuarto vi que Brandon Weeden se ponía sus casco es cuando decidí marcharme, por experiencia sé que las salidas de Wembley son infernales, solo se puede llegar en metro al estadio y me acompañaron los dos matrimonios que querían también llegar al centro de Londres cuando antes. En unos minutos estábamos en la estación, evitamos aglomeraciones y en 35-40 minutos en el centro de nuevo. Yo marchaba al hotel, aunque antes decidí tomarme una cerveza en condiciones en un Sports Bar con varias pantallas donde además de fútbol, en algunas estaba puesto el partido entre los Seattle Seahawks y los New York Giants. Además era la única forma de tomar una auténtica pinta de cerveza inglesa y no los meados fríos de procedencia danesa que te dan en Wembley. En el descanso marche al hotel, a 500 metros del bar, antes pasé por un Wasabi, pillé un cubo de noodles con pollo, un par de cervezas frías en una tienda y a la habitación.
En el hotel pude ver el Red Zone Channel, en el Reino Unido hay restricciones para ver el partido que emite Sky Sports. Terminados los encuentros vi el Game Day de NFL Network hasta que empezó el Sunday Night Football, partido que se emitía en abierto por el canal Channel Four. Aguanté la primera parte, tampoco la masacre merecía la pena y al día siguiente tenía que abandonar la habitación antes de la 11 de la mañana. La mañana del lunes la aproveché para hacer unas compras y decidí pasar por la tienda de Nike, donde nuevamente pude ver la pésima calidad del producto que trae la marca a Europa.
Y ahora viene la gran pregunta ¿Qué pasa con la NFL en Londres? Pues ciertamente mi impresión es que se limita a lo que sucede en Wembley la víspera del partido y el día del partido, pero una vez que pasa, vuelve la normalidad a la City y casi nadie sabe qué es ese deporte, o mas bien, cambian sus miradas hacia deportes con mas arraigo como el fútbol, el rugby y el cricket, deportes que son todos bastante mas populares que la NFL.
Soy de la opinión, y lo he dicho varias veces, que una franquicia NFL en Londres sería un error tremendo. Un error que costaría millones de dólares o libras y pasado un tiempo la NFL tendría que recolocar ese equipo quien sabe donde, Roger Goodell sería capaz de llevarla a Pekín, Sydney o Johannesburgo, por no hablar de los petrodólares de las teocracias petroleras del Golfo Pérsico. No me parece nada mal que la NFL celebre dos, tres y hasta cuatro partidos en Londres o en Europa, soy de la opinión que Alemania merece un partido, pero por favor, una franquicia residente no, eso está abocado al fracaso.
Una franquicia NFL no es algo que viene y va. La idea que se baraja es que el equipo tenga base en USA y viaje a Londres a jugar sus partidos de dos en dos, de forma que harían cuatro estancias de dos a tres semanas, si es así, por mi se pueden ahorrar traer al equipo. Un equipo NFL es algo mas que un producto prestado, una ciudad se tiene que identificar con ella, la tiene que hacer suya, ser parte de su alma. Cuando un equipo abandona una ciudad hay un drama, la NFL abrió una herida tremenda en Baltimore cuando los Colts se marcharon, por no contar lo que sucedió en Cleveland, donde hubo incluso revueltas sociales. La única ciudad a la que quizás no le afecte lo anterior es Los Angeles, y si hay alguien que debería volver son los Rams, aunque originarios de Cleveland, su corazón y su alma está en Los Angeles aunque su cerebro está en St. Louis.
Londres no es una ciudad NFL, y no lo va a ser por mucho que se emperre Roger Goodell y los 31 propietarios de la NFL. Londres no quiere un equipo, quiere algunos partidos y con eso se dan por satisfechos. Una ciudad NFL respira NFL por los cuatro costados, las compañías locales patrocinan al equipo, los jugadores se implican, el equipo crea fundaciones y se implica hasta la médula en la comunidad, en las minorías y en general en la ciudad. Cada ciudad tiene sus decenas de programas de radio dedicados al equipo, hay jugadores o directivos que incluso tienen su propio espacio. Ocupan toda clase de prensa, escrita, TV, radio, etc…
Un equipo NFL no se puede medir porque se vendan 80.000 entradas para tres domingos. Una franquicia necesita una base sólida de aficionados, necesita medios de prensa potentes que le dediquen horas y horas, necesita ocupar espacios prominentes en todas las tiendas de deportes y no solo de deportes. Como os he dicho, en la Niketown había un espacio pequeño, y en otras tiendas como Lillywhites era mas fácil comprarse cualquier polo de un equipo de rugby o de cricket que de la NFL, por no hablar de fútbol, Messi o Cristiano Ronaldo ocupaban todo. Conozco varias ciudades USA con equipos de la NFL, incluso he estado en algunas sin equipo como Los Angeles, se respira NFL por los cuatro costados y eso no ocurre en Londres.
Recuerdo hace tiempo que leí a Neil Reynolds, el experto de la cadena Sky Sports, y la cara mas visible junto con el histórico Mike Carlson, decir que tampoco había equipos NFL en Raleigh o Jacksonville y qué eso no fue impedimento para colocar franquicias allí. Pero esto no es así, si tú vas a cualquier ciudad americana que no tienen equipo, y solo hay 30 que las tienen (San Francisco y Oakland están separadas por un puente), el football en general, y la NFL en particular, están presentes las 24 horas del día.
Son cientos los detalles que podría esgrimir y que hice en el pasado, pasando por cientos de bares donde la ESPN y NFL Network siempre está funcionando, las radios y periódicos locales, las tiendas de deporte. En el aeropuerto de Dallas los Cowboys tienen una tienda propia, un exceso a lo mejor, pero el resto de los aeropuertos de cualquier ciudad con equipo NFL puedes comprar cientos de productos de merchandising de los equipos locales. En Heatrow lo mas cerca que estuve de la NFL fue ver la portada de Sports Illustrated con una fotografía de los campeones de la MLB, y supongo que a partir de esta semana con JJ Watt.
Para mi una franquicia NFL es algo mas que simplemente poner un equipo a jugar, hace falta algo mas que poner a 53 atletas a correr en el césped de un estadio que nada tiene que envidiar a los grandes estadios NFL, en eso Wembley sí está mas que preparado, sino que le hace falta algo que en Londres, y en Europa por extensión no hay, alma y corazón. La NFL desde hace tiempo solo se rige por la cartera y el dinero, Roger Goodell y cía ven que en Londres se recauda mas que en Jacksonville (ver imagen), incluso que acude mas público, lógico si tenemos en cuenta que Wembley tiene casi 20.000 plazas mas que Everbanks Field. Es necesario crear una cultura, echar raíces, hacer que la ciudad sienta como suya la franquicia, que sea lo que son equipos como el Arsenal, Chelsea o Tottenham, equipos de fútbol con amplia implantación.
Yo a estas series internacionales les cambiaba el nombre por algo como la London Bowl y jugaría cuatro partidos al año repartidos de septiembre a la primera semana de noviembre. ¿Y por qué cuatro partidos?
Con cuatro partidos anuales se podría lugar un objetivo siempre que ni un solo equipo repita, que las 32 franquicias de la NFL jueguen una vez cada 4 años en Londres. En el periodo de ocho años todos los equipos habrían jugado al menos una vez como equipo local. Con tiempo y antelación, perder la taquilla y los ingresos adicionales como local de equipo de un partido de 64 no es para tanto, además de un pequeño detalle, las taquillas se reparten 60-40. De esa forma podríamos ver, y creo que a los europeos no nos desagradaría, es que pasaran también por Londres equipos los Green Bay Packers, Washington Redskins, Philadelphia Eagles o los Cleveland Browns.
Y mirad, si hay un equipo que sí me gustaría ver jugar una vez en Londres serían Los Angeles Rams, y ni os cuento si fuera contra los San Francisco 49ers en la antigua batalla conocida como «Supremacía del Pacífico». Y sí, sé que estuvieron los Rams en Londres, pero cuando eran impostores en St. Louis y como sería cualquier equipo residente en Londres, unos impostores.