Hugo Chávez, el fallecido presidente de Venezuela, tenía un programa de televisión llamado “Alo, presidente” donde solía intervenir para hablar de lo humano, lo divino y de lo qué fuera necesario. Recuerdo que durante unas vacaciones en Cuba solía verlo. El programa resultaba descacharrante, al menos para los que lo veíamos como curiosidad y a modo de espectáculo circense. Durante la emisión de los programas era habitual que Hugo Chávez de repente se encendiera, y exclamase “¡¡¡ EXPRÓPIESE !!!” Hugo Chávez llegó a expropiar durante sus mandatos más de 1000 propiedades privadas, desde televisiones, radios y edificios, pasando por empresas y negocios.
La expropiación es una figura jurídica que permite a los Estados transferirse la propiedad de un bien privado mediante una compensación económica a su titular jurídico, normalmente conocido como justiprecio. Se diferencia de la confiscación en qué en esta última no hay compensación económica. Los Estados utilizan la figura de la expropiación cuando existe un interés público. Debe existir una causa de utilidad pública o interés social que justifique este proceder. En estos casos, en aras de un bien supuestamente mayor, el interés público, se justifica que a un particular se le prive de su propiedad.
Normalmente la expropiación es utilizada en el ámbito de grandes obras públicas, aunque históricamente se ha utilizado para otros fines mucho más perversos. Es habitual de regímenes dictatoriales hacer uso de esta figura jurídica para hacerse con bienes de carácter privado, por ejemplo: empresas, bancos, compañías petrolíferas, etc..
Cuando en los años 80 empezó la batalla entre Robert Irsay y la ciudad de Baltimore por la construcción de un nuevo estadio, que acabaría con los Colts abandonando la ciudad con nocturnidad y alevosía, uno de los capítulos menos conocidos fue que el Senado del estado de Maryland, estado donde está la ciudad de Baltimore, aprobó una iniciativa legislativa que permitía expropiar la franquicia a su propietario.
Los Colts pertenecían a Carroll Rosembloom, pero su divorcio y sus devaneos amorosos, junto con la estricta moral de la sociedad de Baltimore, muy conservadora, le empujaron a intercambiar su equipo con los herederos de la familia Reeves, los dueños de los Rams, entonces en Los Angeles. En una extraña maniobra jurídica y tributaria, Rosembloom se hizo con la propiedad de los Rams. Irsay, socio minoritario de los Colts y compañero de golf de Carroll Rosemblom, se hizo con la propiedad de los Colts.
Robert Irsay empezó una batalla para conseguir mejoras en el vetusto Memorial Stadium, instalación que los Colts compartían con los Orioles de la MLB. Ante la negativa de las autoridades locales para financiar un nuevo estadio, o realizar mejoras sustanciales al Memorial, Irsay empezó a buscar un nuevo acomodo a su equipo. Nadie podía pensar que se saldría con la suya ya que los Colts eran una institución de la ciudad.
El equipo nació en la desaparecida AAFC y se integró en la NFL cuando fue absorbida por la NFL junto con los Cleveland Browns y San Francisco 49ers. La aceptación de los Colts fue una completa sorpresa. El equipo atravesaba graves problemas financieros pero aun así la NFL lo aceptó. Tras su primer año en la NFL claudicó y al finalizar la temporada los propietarios devolvieron la franquicia a la liga. Sin embargo, ciudadanos destacados de Baltimore iniciaron un movimiento social que buscaba traer de nuevo el equipo a la ciudad. Y así fue, solamente dos años después de desaparecer, los Colts regresaron a la NFL, aunque para ellos tuvieron que desaparecer los Dallas Texans. El equipo incluso retomó su antiguo nombre, los Colts, una denominación que tiene su origen en la tradición por las carreras de caballos en la zona de Baltimore.
Cuando la salida de los Colts parecía inevitable, el alcalde de la ciudad solicitó al Senado de Maryland la aprobación de una ley que le permitiera expropiar el equipo y retenerlo para la ciudad. El 27 de marzo de 1984 el Senado de Maryland aprobó la iniciativa legislativa, la ciudad podía iniciar un procedimiento de expropiación de los Colts. Ante la inminencia de una expropiación, Robert Irsay ordenó en la noche del 28 de marzo de 1984 empaquetar todas las pertenencias de los Colts y poner camino a Indianapolis.
11 años después los Cleveland Browns abandonarían la ciudad para moverse precisamente a Baltimore. Tras una revuelta social, NFL y la ciudad de Cleveland firmaron unos acuerdos por los que la franquicia podía abandonar la ciudad, pero a cambio no se llevarían ni el nombre ni el legado de los Browns. La ciudad haría de custodio de los Browns hasta que la NFL les diera una nueva franquicia o trasladase una. Finalmente se optó por la primera opción, crear una nueva franquicia, ante la imposibilidad de trasladar una existente. Además la NFL pensó que creando la franquicia número 31 sería necesario crear la número 32, lo que en principio le servía para cerrar el deseo de colocar de nuevo un equipo en la zona de Los Ángeles.
Cuando la nueva franquicia salió a subasta le fue concedida a Al Lerner, que pagó cerca de 530 millones de dólares, una cifra récord entonces. Al Lerner hizo una enorme fortuna en el negocio de las tarjetas de crédito. También fue socio minoritario de los antiguos Cleveland Browns, además de figura clave en el traslado de la franquicia a Baltimore, donde estaba el núcleo de sus negocios. Al Lerner acabaría vendiendo su paquete accionarial de los Browns-Ravens tras sus diferencias con Art Modell.
La nueva franquicia de los Browns (que suelo denominar “Browns 2.0”) ha sido un saco de desgracias desde su nacimiento. En el draft de expansión nadie fue capaz de detectar un jugador que los Rams dejaron sin proteger, Kurt Warner, que solo unos meses después tomaría la liga por asalto dirigiendo uno de los ataques más letales que ha conocido la NFL en su historia. En su primer draft el equipo intentó construir el equipo eligiendo a un QB, el elegido fue Tim Couch, un jugador que había triunfado en la NCAA, pero incapaz de trasladar su juego a la NFL. A pesar de saltar a la titularidad muy pronto no pudo con la presión, entre lesiones y su bajo rendimiento acabaría perdiendo la titularidad en favor de un jornalero como Kelly Holcomb, el único QB que ha jugado con los” Browns 2.0” en los playoffs bajo el mandato de Butch Davis, el Head Coach con mejor porcentaje de victorias del equipo.
En el año 2001 empieza la tragedia para los Browns, se detecta un cáncer al propietario Al Lerner, que operado de urgencia comienza su calvario personal. El control del equipo pasa a su hijo, Randy Lerner. La muerte en 2002 de Al Lerner supone también la salida del presidente del equipo Carmen Policy, pieza esencial en la construcción de las dinastías de los San Francisco 49ers junto con Eddie de Bartolo. Policy declaró que dejaba al equipo porque sin la figura de Lerner nada era lo mismo, un claro mensaje hacia su hijo Randy.
En un principio Randy Lerner respetó el equipo técnico que Policy y su padre habían contratado. Pero poco después los nuevos dirigentes nombrados por Randy Lerner empezaron un carrusel de malas decisiones, rematadas por el nombramiento de Mike Holgrem como figura todo poderosa. Las malas decisiones de Holmgrem y su equipo acabaron hundiendo a la franquicia, entre ellas la elección de un QB como Brady Quinn, que años más tarde se remataría con la selecciones de Trent Richardson y Brandon Weeden, dos claros símbolos de la nefasta gestión de los Browns.
En 2012 la familia Lerner decide deshacerse de la franquicia En 2013 se hace el traspaso de acciones a James Arthur “Jimmy” Haslam, un billonario norteamericano gracias a sus negocios de transporte. La gestión de Haslam, un propietario con tendencia a implicarse en los asuntos del equipo, es siendo muy generoso nefasta, no hay más que ver en la situación de autentico caos que son los Browns. Tras deshacerse por completo de todo el régimen anterior, su delfín Joe Banner contrata a Chad Chudzinski como Head Coach, que apenas dura un año en el cargo. En 2014 se contrata a Mike Pettinne, que solo dos años después es despedido de manera fulminante junto al General Manager, Ray Farmer.
La nefasta gestión del actual régimen tiene su seña de identidad en la selección del QB Johnny Manziel, una decisión personal del propietario. Manziel en sus dos años como profesional no ha demostrado nada, más bien lo contrario, su comportamiento está muy lejos de ser el de un profesional. Lanzado a los leones demasiado pronto demostró que no estaba preparado para jugar en la NFL.
La temporada 2014 acabó de la peor de las maneras posibles. Manziel montó una fiesta hasta altas horas de la mañana y tanto él como otros compañeros se saltaron un control del equipo. Se prescinde del QB Brian Hoyer a la vez que se recibe la comunicación de la expulsión de la NFL de una de sus estrellas, el WR Josh Gordon, tras sufrir de nuevo problemas con el alcohol. Entre tanto, Johnny Manziel decide ingresar en una clínica de rehabilitación para intentar superar sus propias adicciones. Se elige en el draft al DT Danny Shelton, un enorme NT, para afianzar su DL, a la vez que se contrata a Josh McCown, como QB puente y mentor del supuestamente rehabilitado Johnny Manziel.
Y sí, hay que decir lo de “supuestamente”. Si la primera temporada de Manziel en Cleveland fue para olvidar, la segunda es para enmarcar, pero por bochornosa. Tras demostrar alguna ligera mejoría deportiva y ganarse el respeto de sus compañeros, todo ha ido de mal en peor. Tras ser cazado hasta en dos ocasiones bebiendo, lo que le valió ser removido a 3er QB del equipo, el incidente final de esta temporada 2015 es un capítulo más en la bajada a los infiernos del jugador y de la franquicia. El pasado sábado fue detectado en Las Vegas oculto tras una peluca. El domingo no se personó a un control médico, y al igual que la temporada pasada tras su fiesta de final de temporada, no se le pudo localizar por teléfono. Para rematar el bochorno, el jugador pretendió engañar a los Browns diciendo que no se había marchado de Cleveland implicando en su mentira a un medio local.
Entre tanto escándalo Jimmy Haslam decidió no esperar al lunes, el conocido como Black Monday. El mismo domingo por la tarde, recién finalizada el último partido de la Regular Season, decidió prescindir del GM Ray Farmer así como del Head Coach Mike Pettinne. A su vez se nombra al consejero legal del equipo como nuevo hombre fuerte y el encargado de buscar un nuevo Head Coach.
En resumen, los Cleveland Browns son ahora mismo el mayor hazmerreir de la liga. Un equipo completamente a la deriva en el que nadie sabe ahora mismo quien está al mando y qué estructura o jerarquía hay o habrá en el futuro próximo. Tengo que confesar que ni en los peores momentos de dos franquicias como Tampa Bay o Cincinnati he visto una franquicia tocar fondo de la manera que lo están haciendo estos Browns. Esta misma semana se ha sabido que el mayor activo del equipo, el OL Joe Thomas, hombre vinculado al equipo desde su llegada a la NFL, ha declarado que estudia pedir un traspaso. Habrá que estar muy atento a que decisión tomará Alex Mack, el center tiene una cláusula en su contrato que le permite acceder a la agencia libre esta temporada. La espantada de ambos pilares del equipo podría ser solo el inicio de una estampida de un destino donde nadie parece quiere estar.
¿Y qué solución tiene esto? Es muy difícil, para empezar el equipo deberá acertar con tres elecciones. La primera será la del Head Coach, si hay alguien que decida aceptar un cargo que ya se le conoce como “futuro ex Head Coach de los Browns.» A continuación deberá acertar con la figura de un GM que pueda confeccionar una plantilla, y eso es mucho pedir con las injerencias continuas de un propietario como Jim Haslam. Y la tercera, acertar con las elecciones del draft. Los Browns cuenta de facto con 2 primeras rondas, la 2ª absoluta, y la 32ª, que es la que la NFL quitó a los New England Patriots tras el Deflategate.Si los Browns aciertan con esas tres decisiones quizás haya algún atisbo de esperanza.
¿Pero si todo fracasa de nuevo? Entonces solo existiría una solución: ¡¡¡ EXPRÓPIESE !!! como diría el fallecido Hugo Chávez. Quizás la única solución pasaría porque el estadio de Ohio apruebe en el Senado una medida que, al igual que hizo el estado de Maryland con los Colts, permita a la ciudad de Cleveland quitarle la titularidad del equipo al propietario.
¿Y qué se podría hacer después? Siempre he defendido que las dos mejores aficiones de la NFL son las de los Green Bay Packers y los Cleveland Browns. El primer equipo es propiedad de los ciudadanos de Green Bay, nadie puede tener más de un número determinado de acciones y una Junta de Accionistas nombra a un Consejo de Administración, que es quien gestiona el equipo. Si lo hacen mal les destituyen y se nombra un nuevo equipo gestor. Esa fórmula ha permitido a los Packers convertirse en una franquicia modélica y una de las mejor gestionadas de toda la NFL.
¿No se podría repetir la experiencia con una ciudad como Cleveland que venera igual a su equipo? El primer paso sería expropiar el equipo a su actual propietario. A continuación se abriría un proceso de suscripción popular para hacerse accionista y propietario del equipo, fijando límites y porcentajes que impidan que nadie se pueda hacer con el control efectivo del equipo. Prohibir la transmisión de acciones a terceros y blindar la propiedad del equipo. Lo último sería nombrar un Consejo de Administración que reflotara el destino del equipo, que deberá responder cada ante una junta de accionistas de sus gestión,.
Pero para que todo esto ocurra, y sé que es irrealizable, todo empezaría por el grito de guerra de Hugo Chávez, ¡¡¡ EXPRÓPIESE !!! En este caso particular, el de los Browns, creo que nunca jamás estaría más justificado una expropiación. No cabe duda de que el interés general estaría más que justificado.