Como ayer le sucediera a los Cincinnati Bengals, los Minnesota Vikings se quedaron con la miel en los labios. Tras ver como desperdiciaban un 9-0 de ventaja en el último cuarto y después de llegar a un asequible «field goal range» en los últimos segundos, Blair Walsh fallaba el potencial field goal de la victoria y los Seahawks se marchaban con el triunfo por 10-9 rumbo a Carolina donde esperan los Panthers para el playoff divisional.
En el partido con la temperatura más baja en la historia de los locales y el tercero más frío de siempre en los playoffs NFL (temperaturas por debajo de los 20º bajo cero) los Vikings iban labrando pasito a pasito diferencia en el marcador hasta entrar en el último cuarto con esos 9 puntos de ventaja.
Russell Wilson (13/26, 142 yardas, 1 TD, 1 int), que no estaba despachando precisamente uno de sus mejores partidos, apareció cuando hacia falta. El quarterback de los Vikings se sacó de la manga un sensacional primer down en una jugada en la que rescató del suelo un mal snap y después conectaba con Doug Baldwin (5 recepciones, 42 yardas) en el único touchdown que se vería en toda la tarde.
Minnesota esperaba poder seguir controlando el tiempo del partido pero Adrian Peterson (23 carreras para únicamente 45 yardas), que estuvo perfectamente controlado durante todo el encuentro, perdía un balón que era recuperado por la defensa de los Seahawks y suponía el verdadero punto de inflexión del partido. Los visitantes no perdonaban y Steven Hauschka, desde 46 yardas, ponía por primera vez por delante a los de Pete Carrol.
Tras intercambiar sendos punts llegaba la hora de la verdad. Teddy Bridgewater (17/24, 146 yardas) disponía de 1:42 en el reloj y de dos tiempos muertos para, al menos, llevar a su equipo a la distancia de field goal. Gracias a una penalización por interferencia defensiva, y a una escapada de Kyle Rudolph por la banda en recepción de 24 yardas, lograban el objetivo. Walsh, hasta entonces 3 de 3, se alineaba para patear un en principio asequible field goal de 27 yardas que debía dar la victoria a los suyos. El kicker de Minnesota, que hasta ese momento había conectado 33 de 34 patadas desde dentro de la yarda 30, veía como esta vez el balón se marchaba desviado a la izquierda para desesperación de los fans locales y júbilo de unos Seahawks que celebraban sobre el campo sólo pendientes ya del trámite de arrodillarse.