RANKINS 2015 (9-7, 1º AFC SOUTH)
Ataque | Media | NFL |
Puntos Anotados | 21,2 | 21º |
Yardas Totales | 347,8 | 19º |
Yardas de Carrera | 108,2 | 15º |
Yardas de Pase | 239,6 | 18º |
Defensa | Media | NFL |
Puntos encajados | 19,6 | 7º |
Yds tot. permitidas | 310,2 | 3º |
Yds car. permitidas | 99,8 | 10º |
Yds pas. permitidas | 210,4 | 3º |
TRANSACCIONES PRINCIPALES
Brandon Brooks, G (Philadelphia)
Ben Jones, C (Tennessee)
Rahim Moore, S (Cleveland)
Darryl Morris, DB (NY Jets)
Justin Tuggle, LB (Cleveland)
T.J. Yates, QB (F.A.)
Arian Foster, RB (F.A.)
Chris Polk, RB (F.A.)
Jeff Allen, OL (Kansas City)
Lamar Miller, RB (Miami)
Brock Osweiler, QB (Denver)
Antonio Allen, S (NY Jets)
Tony Bergstrom, C (Oakland)
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DRAFT CLASS 2016
1(21) Will Fuller WR Notre Dame
2(19) Nick Martin C Notre Dame
3(22) Braxton Miller WR Ohio State
4(21) Tyler Ervin RB San Jose State
5(20) KJ Dillon S West Virginia
5(27) D.J. Reader DT Clemson
En el país de los ciegos el tuerto es el rey. Y en 2015, en la AFC Sur, los tuertos fueron los Houston Texans. Tras un comienzo de temporada desastroso, y subidos a lomos de una defensa que cuando está en forma bien puede considerarse una de las tres mejores de la NFL, los de Houston se llevaron el título de la peor división de la liga más por deméritos ajenos que por méritos propios.
Confiar en la suerte, en otro mal año de Andrew Luck y el ataque de los Colts y en que la defensa volverá a despertar a mitad de temporada – en las dos últimas no empezó a carburar de verdad hasta la semana 8 – no parecía un buen plan para mantener la supremacía en la división. Y el front office de los tejanos se puso manos a la obra.
Lo primero, reconstruir un ataque que en 2015 fue inexistente durante fases enteras de muchos partidos. Para eso llegaron Brock Osweiler, Lamar Miller y Jeff Allen en la agencia libre, y se eligió a Will Fuller, wide receiver, y a Nick Kelly, center, ambos salidos de Notre Dame. Que nadie espere un ataque explosivo. Tampoco es que vaya a hacer falta si la defensa rinde al nivel que se le presupone – y lo hace desde el principio, claro.
Y en defensa, lo que funciona no se toca. Romeo Crennel seguirá al frente de una unidad sin apenas cambios de jugadores. El más llamativo, la salida del safety Rahim Moore, que apenas es una sombra de lo que fue. La clave estará en la salud de JJ Watt, al que las lesiones empiezan a pesarle y que ha pasado la pretemporada de post operatorio. Sin él, la defensa de Houston sigue teniendo los mimbres para ser buena. Con él, lo normal es que sea una defensa dominante.
De momento, y a falta de que la temporada dicte sentencia, las decisiones de Houston en la pretemporada parecen haber convencido a muchos: los Texans son seguramente los grandes favoritos para llevarse la AFC Sur por segundo año consecutivo.
Es muy posible que los aficionados de los Texans todavía sufran pesadillas al pensar en sus quarterbacks de la temporada pasada. Rick Smith, general manager, y Bill O’Brien, head coach – y supuesto gurú de la formación y el desarrollo de quarterbacks, aunque nadie sabe muy bien de dónde viene esa fama – seguramente también. Y seguramente por eso decidieron arrojar un puñado enorme de dinero hacia Brock Osweiler. Sus méritos: tres años a la sombra de Peyton Manning antes de ser titular durante media temporada y completar media docena de partidos decentes. Pero poco más.
A su favor: el sistema de Bill O’Brien tiene muchas similitudes con el de Adam Gase, ahora entrenador de los Miami Dolphins, y que fue primero su entrenador posicional y luego su coordinador ofensivo en los Denver Broncos. Y también que, para hacer juego con la defensa asfixiante que se espera de los Texans, se espera que el ataque ponga un foco mucho mayor en el juego de carrera. Eso reducirá el número de jugadas de pase y, como consecuencia, la posibilidad de cometer errores.
Para eso se fichó a Lamar Miller, ex de los Dolphins. Un jugador que ha dejado buenos destellos, pero del que queda la duda de si será capaz de convertirse en un running back de los que pueden encargarse de 20 o 25 jugadas por partido. En Miami raras veces pasó de las 15.
Y por supuesto, el otro gran punto a favor de Osweiler es DeAndre Hopkins. Si no es el mejor receptor de la liga será por poco. Capaz de rendir al máximo y conseguir cifras estratosféricas incluso con Brian Hoyer y Ryan Mallet a los mandos. No hay mucho más que explicar.
En contra de Osweiler: casi todo lo demás. Empezando por la enorme presión que un contrato como el suyo puede poner sobre sus hombros. Si no rinde desde el principio las cosas pueden ponerse feas.
Mucho más preocupante puede ser la línea de ataque, al menos si no mejora su rendimiento del año pasado. Lo normal sería que lo hiciera. Primero, porque vuelve Duane Brown, un left tackle sólido, de primer nivel, si las lesiones le respetan. También se han traído a Jeff Allen de Kansas, un guard bastante efectivo en el juego de carrera. Y se espera mucho de Nick Allen.
La otra gran duda de Osweiler serán sus receptores, que con excepción de Hopkins – y qué excepción – forman un grupo joven y casi sin experiencia. Y mucha de la que tienen no es especialmente positiva. Jaelen Strong tuvo un año rookie decepcionante, y Will Fuller llega a la liga con muchas dudas sobre su capacidad para agarrar el balón: casi un 15% de los balones que le lanzaron el año pasado en college se convirtieron en drops.
Las buenas noticias, de todos modos, son que si Houston es capaz de anotar más de 20 puntos por partido no será raro que muchos caigan en su cuenta de victorias simplemente porque la defensa seque a las ofensivas rivales.
Si Houston aspira a repetir corona en la AFC Sur es por su defensa. Y no es para menos. A pleno pulmón, a su mejor nivel, puede competir con cualquier otra unidad defensiva de la NFL. No es descabellado ponerla a la altura de la de Seattle, Denver o Minnesota. Romeo Crennel, con un historial más que discutible como head coach, ha demostrado una vez más en los Texans que como coordinador defensivo hay muy pocos a su altura.
Todo empieza, por supuesto, por el mejor jugador defensivo de la liga en la actualidad: JJ Watt. En forma es el jugador más dominante de la liga. Y ahí empiezan los problemas: en 2015 ya jugó lesionado – y se notó – buena parte de la temporada. Para empezar el nuevo año de la liga, Watt pasó por el quirófano para solucionar su hernia de disco. El resultado: no ha realizado ni una sola repetición durante el training camp y la pretemporada.
Dudar de Watt es absurdo: es uno de los jugadores más meticulosos con su preparación, e incluso al 80% sigue marcando diferencias. Pero ya empiezan a surgir dudas sobre cuánto más podrá prolongarse su carrera, y sobre todo respecto a la intensidad – hasta ahora extrema – a la que puede someter a su cuerpo a medio y largo plazo.
Detrás de Watt, de todos modos, hay mucho. Y de calidad. En la línea le acompaña Vince Wilfork, que está muy lejos de ser el nose tackle dominante de sus años en New England, pero todavía es muy efectivo cerrando los gaps para la carrera.
A los dos lados de la línea de linebackers están Whitney Mercilus, que el año pasado explotó con 12,5 sacks, y sobre todo Jadeveon Clowney. Se espera que este año explote y justifique su elección con el número uno del draft hace dos temporadas. Pero incluso si no lo hace, se ha convertido en un buen escudero de Watt – juega por su mismo lado, formando una pareja difícil de parar para las líneas de ataque rivales – y sobre todo en un excelente defensor contra la carrera. Y en el centro el veterano Brian Cushing, a menor nivel del que tenía cuando llegó a la liga, pero todavía sólido, y el joven Bernardrick McKinney, que se va consolidando como un buen inside linebacker.
Y por supuesto, el trío de cornerbacks: Jonathan Joseph, Kareem Jackson y Kevin Johnson. Cierto es que con un front seven como el de Houston, el trabajo de la secundaria es mucho más sencillo. Pero eso no quita mérito al excelente rendimiento del trío de los Texans.
El gran objetivo de la defensa de Houston en 2016 será evitar el apagón mental que, en los dos últimos años, la convirtió en un grupo mediocre hasta mitad de temporada.
Uno de los talones de Aquiles de Houston. Tiene dos excelentes pateadores: Nick Novak fue infalible en 2015 por debajo de las 50 yardas, y el punter Shane Lechler estuvo entre los primeros en media de yardas por patada. Pero no sólo de pateadores viven los equipos especiales. La cobertura en los punts fue horrible, hasta el punto de que descontando el retorno los Texans estuvieron entre los peores de la liga en yardas netas por jugada de punt. Y algo muy parecido ocurrió en los kick offs. Esta es un área en la que trabajar.
-JJ Watt y la defensa. A pleno rendimiento es capaz de ganar muchos partidos por sí misma, con una ayuda mínima del ataque. Las señales de Clowney en la pretemporada son prometedoras, y Mercilus debe confirmar en 2016 que su gran 2015 no fue un espejismo. Si evitan el flojo inicio de los últimos años, será la base de un equipo que debería aspirar a repetir corona en su división. |
-El cuerpo de receptores. Es cierto que DeAndre Hopkins vale por dos. O más. Pero detrás de él apenas hay nada. Jaelen Strong fue una decepción en 2015 y Will Fuller llega con dudas. Osweiler tendrá muchas más opciones de liderar un ataque sólido si al menos uno de los dos es capaz de darle una segunda opción de pase fiable que permita evitar que las defensas rivales se centren en secar a Hopkins. |