En la cultura cristiana una de sus figuras más importantes es la del mártir. Un mártir es aquella persona que por sus creencias, y la defensa a ultranza de las mismas, es capaz de sufrir toda clase de daños, tanto corporales como psicológicos. La cultura cristiana parte de un gran mártir, la figura de Jesucristo, que sufrió toda clase de torturas, vejaciones y humillaciones. Ser olvidado y renegados por los suyos, para acabar muriendo de la más horrible de las maneras: crucificado. Las ilustraciones gráficas tienden a suavizar la crucifixión, pero la realidad es que es una de las muertes más dolorosas y espantosas que el hombre ha sido capaz de crear. A partir de aquí la palabra mártir ha sido utilizada no sólo por la cultura cristiana. Hoy día lo puede ser cualquiera que por sus ideas políticas es capaz de padecer toda clase de torturas o sufrimientos ¿Acaso alguien le denegaría la condición de mártir por ejemplo a Nelson Mandela?
Como no podía ser de otra forma la palabra “mártir” también se ha trasladado al ámbito deportivo. No soy precisamente conocido por mi amor por el balompié, pero sí creo que ser aficionado o seguidor de un equipo como el Athletic de Bilbao exige ciertas dosis de martirio. Un equipo que por mantener su singular identidad deportiva se auto limita a la hora de contratar jugadores, lo que muchas veces les supone competir en peores condiciones que otros equipos.
También consideró que seguidor de un equipo como el Atlético de Madrid exige cierta dosis de martirio. Aquí la pregunta es solo una ¿Por qué ser del Atleti pudiendo ser del Real Madrid? En los casos de ciudades con dos equipos profesionales es difícil saber porque uno se hace de uno y no del otro, sobre todo cuando uno de ellos es un perdedor eterno. En el deporte norteamericano ¿Qué te hace ser de los New York Mets teniendo en enfrente a una franquicia ganadora como son los Yankees, el símbolo por antonomasia de la excelencia deportiva? La misma pregunta nos podemos hacer con los equipo de la NBA de Los Angeles ¿Qué te hace ser seguidor de los Clippers estando los Lakers enfrente y compartiendo instalaciones?
En la NFL siempre ha sido más difícil que una ciudad tenga dos franquicias, no sólo porque en la NFL los equipos no se han movido tanto como los equipos de baloncesto o baseball, sino porque las únicas ciudades que han compartido equipo históricamente lo han sido por la fusión que se produjo entre la AFL y NFL. Uno de los grandes escollos de la negociación fue cómo debían compensar los Oakland Raiders y New York Jets a los San Franciso 49ers y New York Giants al compartir ciudad (Oakland y San Francisco están separadas por un puente). Chicago durante un tiempo fue sede de dos equipos, pero los Cardinals acabaron cediendo ante el poderío de los Bears. Los Ángeles también hubo un tiempo que compartieron dos equipos, pero el experimento terminó tan mal que en 1995 la ciudad vio como ambos equipos pegaron la espantada.
Y cabe preguntarse entonces ¿Hay casos de equipos mártires en la NFL? Uno podría contestar así de manera fácil que sí, los Cleveland Browns, el peor equipo de largo del presente siglo. Pero se equivocaría de cabo a rabo, los Browns 2.0, el equipo que renació de sus cenizas, es poseedor de uno de los palmarés más gloriosos de toda la historia de la NFL. Los Cleveland Browns, y por ende sus seguidores, de mártires tienen muy poco o nada, su mayor y único problema es ser un equipo sumido en la mediocridad desde que renació. Los Browns son más un caso de una larga decadencia deportiva. Socialmente siguen siendo una de las franquicias más saneadas de la liga.
Tampoco es el caso de los New York Jets, ganadores de la Super Bowl III, los principales responsables de que los propietarios se empezarán a tomar en serio a los equipos que venían de la AFL. Es cierto que desde entonces lo más lejos que han llegado los Jets es a jugar finales de conferencia, pero ya es mucho más que lo que han conseguido otros equipos y es mas fruto de la incompetencia de sus gestores. Lo mismo se podría decir de los Cincinnati Bengals, perdedor de dos Super Bowls de manera casi idéntica ante los San Francisco 49ers. En ambas ocasiones el equipo de Queen City vio como Joe Montana dirigía con mano magistral sendos drives en los minutos finales para dar la vuelta al marcador, los Bengals les pasó lo mismo que a Gianni Bugno con Miguel Indurain, cruzaron en el camino. Luego los Bengals fueron víctimas de la tacañería y racanería de su propietario, Mike Brown, más preocupado en no pagar salarios que en ganar partidos, algo parecido a lo qué ha sucedido históricamente con los Tampa Bay Buccaneers de Hugh Culverhouse, al menos hasta la llegada de los Glazer.
Podríamos seguir enumerando equipos “mártires”, otro caso sencillo de nombrar podrían ser los Buffalo Bills. Pero no nos engañemos, los Bills han sido una castaña de equipo durante décadas que vivió una etapa dorada en los año 90 cuando Marv Levy creó la K-Gun Offense con Jim Kelly, Thurman Thomas y Andre Reed en una época de decadencia generalizada de la AFC y que llegaron a perder cuatro Super Bowls de manera consecutiva. En cuando se jubilaron aquellos iconos de la franquicia el equipo regreso por donde siempre ha andado, por las catacumbas.
LOS MINNESOTA VIKINGS
Y ahora sí, ahora le toca el turno al equipo mártir por excelencia, los Minnesota Vikings. Hace tiempo, con motivo de la final de la NFC de 2009, ya escribí un artículo sobre cómo el equipo púrpura, el color de la ciudad, estaba abonado a la desgracia. De manera inexplicable perdieron una final que debieron ganar en el tiempo regular a los New Orleans Saints de Drew Brees, cayeron en la prórroga cuando aún estaba la regla de que bastaba anotar un FG en la primera posesión. Aquella no era no más que otra de las desgracias que han asolado a esta franquicia a lo largo y ancho de su historia. El año pasado sin ir más lejos el kicker Blair Walsh falló un FG más corto aún que un Extra Point en el segundo final de la ronda de Wildcards. Eso se unía a lo sucedido en 1998, cuando uno de los equipos que mejor football practicaba que yo recuerde cayó de forma miserable en la final de la NFC, por no hablar de las cuatro Super Bowls perdidas, el Hail Mary, el fallido «trade» de Hershell Walker que cimentó a los Dallas Cowboys, etc…
Bud Grant, el que fuera el mejor entrenador de los Minnesota Vikings dejó una cita para la historia, premonitoria de lo que sería su equipo “Hay entrenadores que se pasan 17 horas al día planificando un partido perfecto que luego pierden porque la pelota no es redonda y no pueden controlar como bota”. Esa frase podría resumir lo que siempre han sido los Minnesota Vikings, un equipo que puede planear la temporada perfecta para terminar perdiendo por algo incontrolable, el año pasado sin ir más lejos el FG fallado por Blair Walsh.
Este año sin embargo el martirio de los Vikings podría terminar. Si los cristianos aceptan el martirio ya que les supone ganarse la vida eterna a donde quieran que vayan una vez que finalice su vida terrenal, las pruebas que está superando semana tras semana el equipo de Mike Zimmer les podría llevar al paraíso eterno, ganar de una vez por todas la Super Bowl. No voy a entrar en ese debate si la NFL les debe o no una Súper Bowl, las Super Bowl no se merecen, sino que se ganan, pero si estoy convencido que si hay un año en que se está poniendo a prueba la fe de los Vikings es este año 2016.
La cosa no pudo empezar peor, a una semana de empezar la temporada regular los Vikings veían como su QB Teddy Bridgewater no sólo se perdía la temporada, sino que su rodilla saltaba hecha añicos con roturas varias de ligamentos, desplazamiento de la rótula y lo más grave de todo, daños estructurales en los nervios, algo que podría poner en jaque la carrera del QB. La desesperación, otro calificativo no merece, les llevó a hacer un movimiento impensable, mandar una 1ª ronda del draft del 2017 y una 4ª ronda condicional, que puede acabar siendo una 2ª, a los Philadelphia Eagles a cambio de los derechos de Sam Bradford, un QB aparentemente casi tan delicado o más que Teddy Bridgewater y que vivía de la gloria de haber sido elegido en primer lugar en el draft de 2010.
Sam Bradford no sólo no se ha lesionado aún, sino que juega detrás de una OL parcheada y está aguantando más golpes que los que ha recibido en toda su carrera sin haberse roto aún, está jugando como lo qué se supone es, como una primera elección absoluta del draft. El QB que cada domingo sale de púrpura no es ni sombra del QB que daba más pena que gloria en St.Louis o que fue incapaz de hacer algo notable con Chip Kelly. Si ahora mismo hubiera que nombrar un “Comeback Player of the Year” Sam Bradford debería ganar de calle.
Además de Teddy Bridgewater los Vikings sufrían otra lesión aún más devastadora, la de su estrella rutilante y mejor arma ofensiva, el futuro miembro del Hall of Fame, Adrian Peterson, uno de esos RB en peligro de extinción, o eso parecía hasta que Zeke Elliott ha llegado a la NFL. En un primer momento la lesión del RB se consideró aún peor que la del QB, pero los Vikings han conseguido sobrevivir a ello. No corren apenas ni dominan las trincheras, pero si sacan lo suficiente de sus RB, especialmente de Matt Assiata, un valor seguro en las jugadas cortas en la endzone. Pero la cosa no termina aquí, los Vikings también han perdido a su LT titular, Matt Kalil, el primera ronda se perderá la temporada y los Vikings han tenido que parchear la OL. Schariff Floyd, el dominante DT, también se lesionaba, otro quebradero de cabeza para la defenda, sin embargo la profundidad y talento que Mike Zimmer ha construido le permite seguir dominando los partidos de forma absoluta.
Es cierto que todos los equipos sufren lesiones, allí están los San Diego Chargers con 15 jugadores en la IR con apenas un mes de competición, pero lesiones graves en jugadores claves como tu QB, RB, LT y DT no es tan común. No sé qué clase de conjuro ha firmado Mike Zimmer con el demonio o con quiera que lo haya hecho, un hombre que por otra parte ha superado la muerte por cáncer de su esposa, pero parece el hombre indicado para que estos mártires deportivos que han sido siempre los Minnesota Vikings reciban el premio a tanto castigo.
Si para los cristianos el final del martirio supone ganarse el paraíso celestial, o ser beatificados o santificados, si para los políticos el martirio supone la llegada de las libertades civiles y el fin del aparteheid como Nelson Mandela, para los aficionados a los Minnesota Vikings el final del martirio debería significar una Súper Bowl.