De Jeff Hostetler a Matt McGloin, la importancia del QB suplente

El quarterback suplente puede ser una figura decisiva en el futuro de un equipo

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Jeff Hostetler, campeón de la Super Bowl

El 15 de diciembre de 1990 los New York Giants recibían en el derribado Giants Stadium a los Buffalo Bills en un duelo interestatal. Los Giants llevaban un record de 11-2, estaban en plena batalla por ser el mejor equipo de la NFC con los San Francisco 49ers, que a su vez estaban inmersos en otra guerra: querían ser el primer equipo de la era moderna en ganar tres títulos de manera consecutiva. Los Bills, con un récord de 11-2, peleaban con los Miami Dolphins no solo por ser el campeón de la AFC East, sino por ser el mejor equipo de la conferencia y garantizarse el factor campo.

El partido, a pesar de las inclemencias del tiempo, tenía todo los ingredientes para ser un duelo épico. La tremenda defensa del equipo neoyorquino liderado por Lawrence Taylor y coordinada por el entonces todavía desconocido Bill Belichick, bajo la enorme sombra de Bill Parcells. Los Buffalo Bills por su lado eran la “K-Gun Offense”, la verdadera, única y genial “No huddle Offense”. Jim Kelly tenía libertad absoluta para cantar sus propias jugadas, y no le quedaba otra. En 1990 las transmisiones de las órdenes a los QB de las jugadas estaban prohibidas, un QB tenía que leer la defensa y cantar él sus jugadas. Normalmente se hacían en el huddle, pero Kelly y aquellos Bills habían perfeccionado un ataque donde no era necesario, jugaban con la sexta velocidad, el sueño húmedo de Chip Kelly.

Durante el transcurso del partido caía lesionado Phil Simms, el actual comentarista de la cadena de TV CBS, que era el QB titular de aquellos Giants. Simms, que a punto estuvo de ser el “elegido” de Bill Walsh, acabó siendo elegido por los New York Giants de Parcells. Tras unos años de relaciones no precisamente cordiales, Simms se había ganado el respeto de su Head Coach. A pesar de su brillante actuación en la Super Bowl de 1986, Simms era considerado por la gran mayoría como algo mas que un “Game Manager”, no era un Alex Smith de la época, pero tampoco un Aaron Rodgers. Los Giants eran un equipo donde la defensa marcaba la diferencia y un equipo al que gustaba correr, controlar el tiempo de los partidos y minimizar los errores.

La lesión de Simms era un misil en la línea de flotación de los New York Giants. El QB manejaba perfectamente los resortes del ataque, no en vano su equipo iba 11-2 y era la mayor amenaza de los San Francisco 49ers, a la vez que peleaban en la durísima NFC East con los Washingtons Redskins y Philadelphia Eagles mas los emergentes Dallas Cowboys de Jimmy Johnson. Su suplente en aquel entonces era un tal Jeff Hostetler, que llevaba en el equipo desde 1984 cuando la franquicia utilizó una 3ª ronda del draft para seleccionarlo.

Hostetler apenas había jugado hasta aquella fecha. Al principio de su carrera fue el 3er QB del equipo por detrás del propio Simms y del otro Jeff, Rutledge. Hasta 1988 no disfrutó de apenas tiempo. Ese año debutó como titular, experiencia que repetiría en otra ocasión en 1989. El QB seguía en el equipo haciendo toda clase de funciones, básicamente ser el holder en los FG y poco mas. Su frustración por su papel irrelevante en el equipo era tal que en una ocasión se dirigió al propio Parcells para pedirle que lo dejara jugar como WR o participar en los equipos especiales mas allá de ser el holder. Hostetler incluso contemplaba la retirada a final de temporada.

Ese 15 de diciembre Hostetler tenía que salir al campo. A pesar de llevar al equipo hasta en dos ocasiones hasta FG range los dos intentos de transformación del kicker Lionel Manuel fueron fallidos, algo que le acabó costando el puesto de trabajo. En las dos siguientes semanas Hostetler fue titular y dirigió muy bien al equipo, incluso protagonizó una remontada ante los Phoenix Cardinals. Aquella victoria era importantísima para los Giants, les garantizaba ser el Seed nº 2 de la NFC por encima de los Chicago Bears, a los que acabaría recibiendo en la ronda de Divisionales.

Los Giants avanzaron hasta la final de conferencia, debían visitar el inexpugnable Candlestick Park, el hogar de los grandes favoritos, los San Francisco 49ers ya entonces del delfín de Walsh, George Seifert. Los 49ers pretendían jugar su tercera Super Bowl consecutiva, algo que no tenía precedentes en la NFL. Además toda la nación esperaba que llegaran para jugarla frente a los Buffalo Bills, la final deseada por todos los periodistas, analistas, TV y aficionados. El explosivo ataque de los 49ers de un grandioso Joe Montana, enfrascado en plena batalla por la titularidad con Steve Young, contra el no menos explosivo ataque de los Buffalo Bills de la “K-Gun Offense”.

El partido estaba siendo dominado por las defensas de ambos equipos. Sólo se anotaban FG y faltando apenas 5 minutos para terminar el 3er cuarto los 49ers ponían el primer TD en el marcador tras pase de Montana a John Taylor. En el último cuarto es cuando pasó de todo, la primera y mas importante, el DL Leonard Marshall derribaba y lesionaba en el hombro a Montana, que era inmediatamente reemplazado por Young, que tenía la oportunidad soñada de su vida. Con ventaja en el marcador, 13-12, solo le separaban 9 minutos de llegar a la Super Bowl. Sin embargo el RB Roger Craig cometió un fumble cuando su equipo buscaba agotar el reloj, la pelota la pudo recuperar Lawrence Taylor y Hostetler tenía otra oportunidad para pasar a la historia.

El QB, que empezó el drive en su propia yarda 43, enlazó dos pases vitales al TE Mark Bavaro y al WR Stephen Baker que dejaron la pelota en la yarda 25, distancia desde la que el kicker Matt Bahr anotó el FG que daba la victoria a los New York Giants y el pase a la gran final. Jeff Hostetler no solo protagonizó esos dos pases, sino que lo hizo lesionado toda la 2ª parte tras sufrir un durísimo golpe en la rodilla que le obligó a dejar el campo cojeando. A pesar de las mas que evidentes molestias el QB se sobrepuso a ello y fue clave en la victoria, algo que le valió ser el super héroe de la franquicia en aquel entonces.

En la Super Bowl nuestro protagonista se limitó a no cometer errores, completó 20 pases de los 32 que intentó para 222 yardas y un TD. Ese día el protagonista del ataque de los Giants fue el que acabaría siendo el MVP del partido, el RB Ottis Anderson, que permitió a los suyos controlar el partido durante mas de 40 minutos de posesión, un registro que sigue siendo un récord a la fecha de hoy. Aquel game plan era la única de manera de poder detener a la fabulosa maquinaria ofensiva de los Buffalo Bills, que a pesar de verse dominados en tiempo de posesión, estuvieron a un FG fallado de Scott Norwood de ganar la Super Bowl, la famosa patada que terminó con Al Michaels cantando “Wide Left”.

Phil Simms (izq) y Jeff Hostetler

Tras aquella gloriosa carrera a final de temporada y sus no menos buenas actuaciones en la post temporada, Bill Parcells declaró la temporada siguiente la posición del QB una batalla abierta entre Hostetler, el eterno suplente, y Simms. En la pretemporada Hostetler le ganó claramente la batalla a Simms y empezó la temporada como titular, hasta que se lesionó y Simms pudo recuperar su puesto, aunque no precisamente con muy buenos resultados. En la siguiente temporada Simms ganó la batalla aunque tras lesionarse una vez mas, Hostetler pudo recuperar la titularidad, aunque en esta ocasión sin los brillantes resultados de 1990.

En 1992 los New York Giants decidieron no renovar a Hostetler, que como agente libre se pudo incorporar a los Raiders, entonces en Los Angeles. En los Raiders se convirtió en todo un icono del equipo, fue nombrado a su única Pro Bowl en 1994 y tiene el privilegio de ser el último QB en haber ganado un partido de playoffs en la ciudad de California. También es el primer QB que tuvieron los Raiders en su regreso a la ciudad de Oakland tras su periplo por Los Angeles. Tras cuatro años en los Raiders terminó su carrera profesional en los Washington Redskins, donde las lesiones le abrieron el camino a la retirada. Jeff Hostetler se retiró tras 14 años en la liga. Sus números de la temporada regular no fueron nunca especialmente brillantes, pero su gran mérito fue triunfar cuando mas se le necesitaba, en la post temporada, donde completo 72 pases de los 115 que intentó, para 1.034 yardas, 7 TD, 0 INT y un rating de 112, con un récord personal de 4 victorias y una sola derrota.

LA HISTORIA, ¿SE REPITE?

Supongo que a la gran mayoría esta historia de Cenicienta llevada a la NFL le parecerá eso, la típica batalla de “abuelo cebolleta” que nos viene a contar algo de cuando la NFL estaba aún en la era de la prehistoria y los Manning, Brady, Roethlisberger y demás ni estaban en la NFL, y en algunos casos no serían ni los QB de sus equipos escolares. Pero nada mas lejos de la realidad, esta historia viene al pelo para contar la tremenda importancia que tiene algo que muchos equipos, por no decir la gran mayoría ha olvidado por completo, la importancia de tener un QB suplente capaz de en un momento dado de tomar las riendas del equipo.

La semana navideña de la NFL ha dejado un bagaje demoledor, sobre todo en la AFC, donde dos equipos con serias aspiraciones de estar en la post temporada han visto caer a sus QB titulares. En el caso de Tennessee Titans han dicho adiós, su derrota ante los Jacksonville Jaguars, combinada con la victoria de los Houston Texans y Kansas City Chiefs, les deja fuera de la post temporada. El caso de los Oakland Raiders es muy diferente, el equipo ya estaba clasificado para jugar los playoffs, su lucha era por garantizarse el Seed 2 de la AFC e incluso podía aspirar al primer puesto si los New England Patriots fallan en la última semana y ellos ganan su partido ante los Kansas City Chiefs.

Los Raiders tenían una cómoda ventaja ante los Indianapolis Colts cuando ocurrió la tragedia. Derek Carr, el insolente QB que aspira a ser el MVP y el faro del equipo sufría una lesión que desde el primer momento ya se supo que era grave. El estadio cayó entonces en un silencio total, incluso pudimos ver imágenes de un lloroso Mark Davis, el propietario de los Raiders no podía contenerse. Su QB acababa de caer y la lesión era lo suficientemente grave para saber que no volvería a jugar ese año. Los Raiders a pesar de ello se sobrepusieron, lo pasaron mal hasta final de partido, los Colts tuvieron sus oportunidades de poder igualar el partido, pero acabaron ganando con el suplente Matt McGloin al mando de las operaciones.

Tan solo hacía dos semanas otro QB joven resultaba lesionado, Ryan Tannehill abandonaba un partido que los Miami Dolphins tenían medio encarrilado en aquel momento. Calais Campbell caía sobre la rodilla del QB y le provocaba una lesión en el ligamento anterior y el medio, no estaban rotos, pero Tannehill tenía casi imposible volver a jugar la temporada. Matt Moore, que lleva seis años en el equipo siendo suplente los últimos cinco y que fue titular varios encuentros en 2011, tenía que saltar al terreno de juego para rematar el partido, que Miami sufriendo mucho pudo terminar por ganar. La siguiente semana Matt Moore brillaba ante los New York Jets, hasta el punto de ser nombrado el jugador ofensivo de la semana de la AFC. En Buffalo no empezó bien el partido, pero se fue asentando a medida que avanzó el partido y lanzó varios pases a sus WR que fueron determinantes para que los Dolphins pudieran ganar en una plaza donde no lo había hecho nunca Tannehill.

Derek Carr no podrá disputar los playoffs

La gran historia de un QB suplente en todo caso este año se la lleva Dak Prescott, pero el caso del QB de Dallas nada tiene que ver con los casos que aquí estamos contando. El caso de Prescott es el del novato que eligen para formarlo pero que tiene que saltar a la titularidad porque se lesiona no solo el titular, Tony Romo, sino su suplente entonces, Kellen Moore. Cuando hablamos de QB suplente hablamos de ese QB que durante todo el año se conforma con ser el que dirige el ataque del “scouting team”, qué durante los partidos se conforma con llevar la tablilla y los auriculares. Qué siempre está en segundo plano, qué sabe cual es su rol, lo asume con naturalidad, qué está siempre callado, que no aparece nunca en las ruedas de prensa, pero que sobre todo ocupa un papel que desde hace tiempo no existe en muchos equipo, ser el confidente del QB titular. Dan Marino, que algo sabe de QB, siempre quiso durante su carrera contar con un QB veterano en el que confiar, con el que poder hablar, con el que cambiar impresiones, y sobre todo ser su amigo y confidente. Dan Marino asesora a los Dolphins y mucho de los motivos por los cuales Matt Moore lleva 5 años siendo el suplente de Tannehill es por que la leyenda insistió en que se quedara en el equipo (Moore fue agente libre el pasado verano y decidió regresar al equipo sabiendo cual sería su papel).

Desde hace tiempo esa figura de QB suplente, los del corte de Moore, o mucho antes Hostetler, han desaparecido. La gran mayoría de los equipos apuestan por un jovenzuelo al que dejan en la banda, donde poco o nada puede aprender. La diferencia entre él y ese veterano con años de recorrido es que el segundo ya conoce el oficio mientras que el segundo aún lo está aprendiendo. En muchos equipos incluso existe la filosofía de elegir un QB, que se forme a la sombra del titular y algún día intentar vía traspaso rentabilizar la elección. En otros muchos casos se tratan de casos que son claramente perjudiciales para los equipos y para la propia NFL. Son esos QB que alguna vez algún equipo cometió el error garrafal de sobre valorarlos en el draft, salieron elegidos en un sitio donde por calidad y galones no les correspondía, pero años después siguen encontrando trabajo. Son los casos de Brandon Weeden, Blaine Gabbert o Christian Ponder, QB que inexplicablemente acabaron en la primera ronda y viven de ese estatus durante toda su carrera. Los casos de Sam Bradford o Blake Bortles aún no han escrito su último capítulo, alguna esperanza aún se alberga con ellos. En todo caso si sus equipos deciden dejar de contar con ellos tienen garantizada su continuidad en la NFL, elecciones altas en el draft siempre encuentran un sitio donde trabajar.

Otro caso es el de Robert Griffin, que tras un mega traspaso y caer en el olvido fruto de las lesiones, intenta con mejor o peor suerte rehacer sin demasiado éxito su carrera. RGIII guardaba esperanzas de retomar su carrera en Cleveland, pero las lesiones han cortado cualquier idea que pudiera tener de ser el QB que una vez fue en Washington. Johnny Manziel sería otro caso RGIII si fuera capaz de mantenerse alejado del alcohol, las fiestas y seguramente otra sustancias o problemas que le han impedido desarrollar una carrera.

Finalmente existen los casos de QB como Matt Cassel o Ryan Fitzpatrick, jornaleros que siempre acaban encontrando un equipo donde empiezan de suplentes, pero que por alguna extraña circunstancia del destino, acaban siendo titulares. Fitzpatrick se ha especializada en acabar siendo titular allí donde acaba, pero además ha perfeccionado un arte, juega lo suficientemente bien su primera temporada para garantizarse un buen contrato, y una vez que lo tiene vuelve a su realidad del QB mediocre que verdaderamente es.

Casos como los de Matt Moore son auténticas excepciones. Cuando Ryan Tannehill cayó lesionado los conocedores de la realidad de los Dolphins ya sabían que su temporada para nada había tocado a su final. Matt Moore ya había demostrado en el pasado que es un QB que no tiene la suficiente calidad para ser el titular y hombre de referencia, pero sí tiene la suficiente calidad para que la temporada se de por perdida ¿Pero cuantos equipos pueden presumir de algo siquiera parecido? En Oakland de momento el equipo, propietario y aficionados continúan en estado de shock, si tenían aspiraciones de hacer algo solo hay que darse una vuelta por Oakland para ver que el pesimismo se ha apoderado de ellos.

En Tennessee nadie apostaba por los Titans cuando cayó Marcus Mariota. No solo porque necesitan una verdadera carambola para llegar a la post temporada, sino que el salto de calidad en la posición de QB solo se necesita saber una cosa, quién es Cassel. En Houston el QB suplente, Tom Savage, es quién dirigirá al equipo en playoffs, pero en su caso no ha mediado lesión, sino que el fiasco que ha supuesto la contratación de Brock Osweiler le ha abierto la titularidad.

Si damos una vuelta por el resto de equipos de la NFL son contados los casos de equipos con un QB suplente no decimos ya capaz, capaz lo es hasta Cassel, sino decente que pueda suplir al titular una serie de partidos sin que se note demasiado su ausencia. Los Kansas City Chiefs tienen a Nick Foles, que en su único partido sí demostró que puede ser un reemplazo de garantías. Algo que por ejemplo no ha pasado en Denver, donde Paxton Lynch, un novato, es el suplente de QB de 2º año elegido en la 7ª ronda del draft como era Trevor Siemian.

Tom Savage al frente de los Texans

Esta siempre el caso especial de New England, pero aquí debo decir algo, no sé si el que tiene algo especial es Jimmy Garoppolo o si lo que importa es el sistema. Cuando Tom Brady cayó lesionado en 2008 los de Bill Belichick se sacaron de la chistera a un tal Matt Cassel, al que incluso le llegaron a poner el Franchise Tag al final de temporada para evitar que se fuera del equipo y sacar algo en un traspaso. Cassel pudo de alguna forma seguir engañando al personal un rato en Kansas City, pero al final acabó saliendo el verdadero QB que es, muy malo. Garoppolo en sus dos titularidades demostró cosas en los seis cuartos que estuvo en el campo, pero cuando se pone a su lado el caso Cassel las dudas no terminan de despejarse. De todos los equipos que ya están metidos en playoffs el único equipo que quizás tenga garantizado un gran suplente son los Dallas Cowboys con Tony Romo, pero su caso es tan singular y especial que no merece la pena ni estudiarlo.

Y volviendo por donde empezamos ¿Podremos ver un nuevo caso como el de Jeff Hostetler esta temporada? En la AFC de los seis equipos que ya están clasificados para la post temporada, tres de ellos van a empezar con sus QB suplentes. De Miami no esperen gran cosa, bastante han hecho clasificándose este año en un proyecto que era nuevo bajo la batuta de Adam Gase, absolutamente nadie apuesta por que ganen un partido, pero no porque jueguen con un QB suplente, sino porque el equipo tampoco puede aspirar a mucho más de lo qué ya ha hecho. Houston es un caso de “tuerto entre ciegos”, han ganado la AFC South por incomparecencia de sus rivales divisionales, son los menos malos de entre los cuatro equipos que la componen. Asi que no esperan gran cosa de Tom Savage, QB titular por castigo del que se suponía titular. La gran incógnita es Oakland Raiders con Matt McGloin ¿Es un nuevo caso de Jeff Hostetler? ¿O es simplemente un nuevo caso tipo Brian Hoyer? En la última jornada, donde Oakland aún se juega muchas cosas empezaremos a salir de dudas, sabremos si McGloin está mas cerca de parecerse a Moore o de parecerse a Hoyer.

En la NFC aún no sabemos quiénes entrarán definitivamente en la post temporada, pero el único equipo que jugará con el que se supone su QB suplente son los Dallas Cowboys, aunque nadie en estos momentos consideraría a Prescott ya un suplente, sino el hombre que mandó al banquillo, y quien sabe a donde mas, a Romo. Desde luego Dak Prescott tiene mas similitudes con el caso de Brady en el año 2001 que con el caso de Hostetler en el año 1990.

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