Un hijo de puta, pero uno de los nuestros

Controvertidos personajes en el Hall of Fame, distintas varas de medir

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Ray Lewis ya tiene su lugar en el Hall of Fame

La NFL además de responder a las iniciales de National Football League es también conocida como la No Fun League, una liga donde no se andan con chiquitas, pero a su vez la liga es conocida por su absoluta empatía, cinismo e hipocresía a raudales. La NFL como organización regresa siempre en los primeros días de agosto tras el parón que sufre tras la celebración del draft, lo hace con ocasión de la ceremonia de entrada de los nuevos miembros del Hall of Fame.

La ceremonia del Hall of Fame de este año es el más claro ejemplo del cinismo e hipocresía rampante que existe a todo lo que rodea la NFL. Hace tiempo dije que esta liga practica la que es conocida como “Política Somoza”. Tacho Somoza fue un tirano dictador de los que tanto proliferaban por América Central, pero servía a los intereses del “Gran Hermano del Norte”, de allí que acuñara Franklin Delano Roosevelt la célebre cita: “ Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. La NFL lo ha vuelto a hacer, ha conseguido encumbrar a uno de sus “hijos de puta” como es Ray Lewis a los altares mientras que ha crucificado a un jugador con un historial, fuera del campo y de un vestuario, inmaculado como es Terrell Owens.

Así como los más desmemoriados no suelen querer saber que Tom Brady cuando empezó en la NFL era poco más que Alex Smith, tampoco a los “Raylewislievers”les agrada que les recuerden lo que hace 18 años hizo Ray Lewis la noche del 31 de enero de 2000 en Atlanta, uno de los episodios más graves, oscuros y que nunca ha aclarado, ni querido aclarar, la NFL. Lewis ha ido creándose durante todo este tiempo un aura de telepredicador de tres al cuarto, de esos que suelen pedir grandes sacrificios a sus feligreses mientras ellos viven una vida llena de lujos, vicios e incluso rayando la legalidad.

Parapetado detrás de discursos demagógicos, sin contenido alguno y con continuas menciones religiosas, creyéndose una especie de mesías, gurú y líder, Ray Lewis ha conseguido, no sin ayuda de los Baltimore Ravens y de la propia NFL, forjarse una imagen que muchos ven inmaculada, pero que no hace más que esconder a un personaje histrión y siniestro como pocos. Sus rituales pre partido, sus ridículas danzas (que T.O. ridiculizó para enfado de Ray Lewis), sus supuestos discursos de motivación, nos venden una falsa imagen de un jugador que muchos han querido ver alguien a la altura del mismísimo Lawrence Taylor, pero al que no le llega ni a la suela de los zapatos ni como jugador ni como sospechoso de llevar una vida poco licenciosa (LT jamas se ha ocultado).

Ray Lewis jamás ha aclarado qué sucedió en aquella trágica noche de Atlanta donde dos personas desconocidas aparecieron brutalmente asesinadas a cuchillazos. Es mas, mas de un periodista le ha preguntado que sucedió aquella noche y la respuesta no se hizo esperar, malas modos por parte del ex jugador y un boicot absoluto por parte de los Ravens hacia el periodista. Tampoco nunca ha aclarado qué sucedió con el traje blanco que llevaba aquella noche, nunca ha aparecido, ni lo hará. Fue inicialmente acusado de estar implicado en el doble asesinato, sin embargo todo acabó en un delito menor, obstrucción a la justicia, no penado con cárcel y una confesión confidencial ante la fiscalía. El doble asesinato jamás ha sido resuelto, así que eso de que no existe crimen perfecto no es más que un tópico, los hay y vaya si los hay, ademas por partida doble.

Sería muy interesante saber qué pasaría en la actualidad si Ray Lewis se viera envuelto en un asunto igual. La NFL con motivo del escándalo del ex compañero de equipo de Lewis, el RB Ray Rice, estableció una política sancionadora que le hemos visto aplicar sin perdón. El caso más célebre fue el de Ezekiel Elliott, que tras ser liberado de cualquier sospecha por policía y fiscalía de conducta irregular fue sancionado por la liga con seis partidos. La NFL entonces dijo que lo hacía por tras llevar a cabo su propia investigación, determinó que el RB manchaba la imagen de la liga. Reuben Foster también ha sido sancionado pese a que su caso ha sido totalmente sobreseído por la justicia. Y tenemos el caso de Jameis Winston, que ha aceptado una sanción de tres partidos por un caso de violencia de género.

Entretanto la NFL ha entronizado al ex-juagador de los Ravens abriéndole la puerta del Hall Of Fame, dándole minutos de TV a un personaje que no merece que le dediquen ni cinco minutos con sus discursos vagos, demagógicos y cargados de tintes mesiánicos. A la vez crucifican a Terrell Owens, cuyo único pecado es haber sido precisamente Terrell Owens. El WR es muchísimas cosas, individualista, egoísta, una manzana podrida, va por libre en los vestuarios, una diva, pero jamás ha tenido incidentes con la justicia ni se le conocen conductas como las de Ray Lewis.

¿Cuál es el pecado de T.O.? Que no es uno de los nuestros, aunque este sea un auténtico hijo de puta como sí lo es Ray Lewis.

Y ojo, que nadie confunda los méritos deportivos de Ray Lewis para estar en el Hall of Fame, está muy bien allí, lo merece y es sin duda un “First Ballot”. De hecho el Comité de selección no debatió su entrada, algo que sí hizo por desgracia para ellos con Owens, que al igual que Lewis tenía números y méritos de “First Ballot”, pero tuvo que esperar a la tercera para entrar. Los mismos miembros que alegaban el perfil de Owens para negarle entrar a la primera son los mismos que olvidaron el perfil de Lewis, pero este último a pesar de ser un hijo de puta, es de los nuestros.

En resumen, que no os engañen. Tanto Terrell Owens como Ray Lewis merecen sin ningún genero de dudas su busto en Canton, pero como lo merecen O.J. Simpson o Lawrence Taylor. Como también lo merece Randy Moss, otro que tal baila, pero que no nos engañen. Terrell Owens ha sido silenciado por que nunca fue uno de los nuestros, ha actuado con coherencia y con lo que ha sido siempre su carácter, mientras que con Ray Lewis ha sido todo lo contrario, hay que esconder los esqueletos en el armario. A fin de cuentas “Ray Lewis es uno de nuestros hijos de puta”.

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