Los judíos en el «Día de la expiación» practicaban una suerte de ritual con dos machos cabríos. Uno era elegido para su sacrificio para limpiar sus pecados, al otro se le cargaban con las culpas de todos los males del pueblo y era enviado al desierto. A ese segundo macho cabrío se le conocía como el “chivo expiatorio” (scapegoat en inglés). Hoy día la expresión ha perdido toda su connotación religiosa, se emplea para cargar las culpas de un grupo a una sola persona. En el mundo del deporte la figura del “chivo expiatorio” es una de las expresiones mas utilizadas, sobre todo cuando se trata de buscar un culpable a la mala situación de un grupo.
En mi caso particular no tengo ni idea de fútbol, pero sí sé que por ejemplo cuando un guardameta cometa lo que se llama “una cantada”, un fallo garrafal, se le hace automáticamente culpable de la derrota. Lo mismo pasa cuando un jugador de campo falla un penalti que impide la victoria, se personaliza en él la culpabilidad. Son los llamados “Chivos expiatorios”, sus fallos son demasiado vistosos o groseros, pueden haber estado perfectos todo el partido, que se les hará culpables de la derrota del grupo. Igual que los judíos echaban las culpas a la cabra, en el deporte hay que buscar un culpable, sea justo o no es indiferente, así el grupo puede expiar sus pecados.
Paul Brown, que yo siempre he considerado el mejor Head Coach de la historia, en una ocasión dijo, “A los QB se les da mucho crédito en las victorias y demasiada culpa en las derrotas”. El QB es al jugador en el que mas se personaliza el football, cuando ganan son los mejores, cuando pierden son sacrificado en los altares, antes la prensa, ahora en la prensa y en las redes sociales. Cuando un QB comete un error grosero, un fallo garrafal, es mucho mas vistoso, palpable y notorio que los errores de sus otros compañeros. Por eso de la misma forma se les concede un MVP o premio individual por poco que hagan, se les hace los chivos expiatorios en las derrotas.
Este pasado domingo ya tenemos nuevos “chivo expiatorios” de los dos equipos de Florida, Tampa estaba de descanso. Tanto en Jacksonville como en Miami les esperan semanas durísimas a sus dos QB. Blake Bortles y Ryan Tannehill cometieron esos errores garrafales o groseros que tanto se notan y que permiten hacerles culpables de la derrota sin entrar a analizar absolutamente nada mas ¿Para qué? La muchedumbre ya tiene su chivo expiatorio, no necesitan nada mas.
Bortles es un QB cuyo cometido es manejar los partidos, sus limitaciones son muy evidentes. El domingo lanzó en 61 ocasiones, su equipo corrió tan solo en 17 ocasiones. ¿Es culpable de semejante desaguisado y despropósito? Pues seguramente para ese aficionado que no ve mas allá del QB sí, Bortles tiró el partido por la borda él solo y sus estadísticas, 4 intercepciones, una de ellas retornada para TD, eso dicen. Es el chivo expiatorio perfecto. Que su defensa, se suponía la mejor defensa de la liga, no pudiese parar a los Kansas City Chiefs es irrelevante. Que los Jacksonville Jaguars solo corrieran en 17 ocasiones contra una de las peores defensa contra la carrera de la NFL es también irrelevante. No hace falta nada mas ¿Para que echar la culpa a la defensa o al resto del ataque si tenemos el chivo expiatorio perfecto en Blake Bortles?
El caso de Tannehill yo diría que es mas grave aún. Sus errores fueron lamentables, tuvo dos jugadas desgraciadas que acabaron en sendas intercepciones y ambas acabaron en sendos TD, eso son directamente 14 puntos de los 27 encajados, la defensa solo encajó 13 puntos, suficientes para haber ganado el partido. El aficionado no necesita mas, Ryan Tannehill a la hoguera o a los tiburones y para el año que viene en el draft hay que buscar un nuevo QB, que este no nos sirve ¿O sí? Es el chivo expiatorio perfecto, los Dolphins tienen culpable a su derrota en Cincinnati.
Pero una lectura del partido te permite ver cosas que no siendo tan groseras sí explican mucho mejor lo qué sucedió. Miami tenía el partido absolutamente controlado a final del 3er cuarto, la defensa de los Dolphins estaba superando ampliamente al poderoso ataque de los Bengals, viene de anotar mas de 30 partidos en dos partidos consecutivos. En la NFL actual se dice que un equipo debe pasar primero para tomar ventaja en el marcador, y correr después para controlar el tiempo del partido. En eso estaban los Dolphins en ese drive del tercer cuarto, tras dos carreras de cinco y cuatro yardas de Frank Gore, el ataque estaba en 3º y 1 para lograr una nueva tanda de jugadas, seguir avanzando campo y quemar el reloj, el ABC del football, el mandamiento 101.
Sin embargo pasó algo inexplicable, Adam Gase saca a Frank Gore del campo, pone a Kenyan Drake, que no es precisamente un RB de poder, saca a dos TE para reforzar la OL y dos receptores muy cerrados, la clásica formación 21 (2 TE y 1 RB), formaciones que normalmente indican que vas a correr. Miami podía haber corrido con Drake o Gore, podía haber ejecutado un QB sneak con Ryan Tannehill, jugada que tiene un ratio de éxito superior al 82% en 4ª y 1 (aplicable igualmente a 3 y 1), pero no hizo nada de eso. Ryan Tannehill, se supone que por orden de Adam Gase, sale en un roll out hacia su derecha e intenta un pase profundo a Kenny Stills, único receptor profundo y muy bien marcado por Dre Kirkpatrick. El pase terminó en un incompleto, el reloj se detuvo y Miami tuvo que ejecutar el punt.
En el punt Martrell Spaight, un jugador de equipos especiales comete una falta antideportiva absolutamente injustificable, regala 15 yardas a los Cincinnati Bengals que de no haberse producido hubieran empezado el drive hundidos en la yarda 14. En ese mismo drive la defensa permite un pase de 21 yardas en 3 y 10, en 3 y 3 T.J. McDonald pega a un TE C.J. Uzomah en un pase que se había quedado muy corto, pero en esta nueva liga no puedes tocar al receptor, de nuevo Bengals mantiene la posesión. Y llega la jugada con la que rematan el drive, Andy Dalton presionado lanza un pase sin apenas fuerza, con mucho aire, dirigido a Joe Mixon. Kiko Alonso, incapacitado para hacer una cobertura estaba con el RB y como es un cero a la izquierda en materia de cobertura, ni levanta la cabeza y el pase cae placidamente en manos de Joe Mixon que anota el TD y el marcador ahora es de 17-10.
Miami tenia de nuevo posesión, un equipo mas hecho allí sale del atolladero con un drive largo y vuelve a poner distancia en el marcador. Pero hay un detalle, Laramy Tunsil, el LT ya no está en el campo y está pasando el protocolo de conmociones. Se ha tenido que lesionar en la jugada del 3 y 1, hasta entonces estuvo en el campo. Los Dolphins sacan a Sam Young, un chico que ha jugado de RT, pero que como LT no tiene experiencia. En lugar de ayudarlo con un TE, lo dejan solo, el desastre ya está servido. Cincinnati huele la sangre y van a por Sam Young colapsando una OL que hasta entonces había aguantado las acometidas de Geno Atkins y Carlos Dunlap.
Se podrá leer que Ryan Tannehill tiró el partido al cubo de la basura. Y sí, Tannehill no tuvo su mejor día, pero Adam Gase no hizo el mejor de los trabajos colocando a Tannehill en una situación casi imposible. Adam Gase puede ser un genio con el playbook y tener miles de jugadas diseñadas, pero hay una cosa que no tiene, no sabe jugar al football en según qué circunstancias, lo que se conoce como “situational football”.
Yo siempre suele decir que Bill Belichick va a seguir ganando por una sencilla razón, nadie como él sabe controlar lo que hay que hacer en cada momento de un partido. Sí, ha tenido errores en alguna ocasión, pero tiene infinidad de menos errores que sus contrincantes. En las dos últimas Super Bowls que ganaron, tanto Atlanta como Seattle no supieron dominar el “situational football”, atentaron contra la lógica, contra el mandamiento 101 del football. Acabaron derrotados, pero no porque New England fuera mejor, sino porque ellos no hicieron lo que tenían que haber hecho en aquel momento.
Los Head Coach como Pete Carroll, Dan Quinn, Adam Gase o Doug Marrone, y muy probablemente los restantes con la excepción de Bill Belichick, siempre van a encontrar un chivo expiatorio con el que cargar las culpas y exponer sus miserias a una muchedumbre hambrienta de buscar culpables, de justificar lo injustificable. Para eso nacieron los chivos expiatorios, estoy absolutamente que esa pobre cabra que los judios mandaban al desierto no era culpable de nada, pero hay que buscar eso, a alguien a quien culpar.