Ya no existen Cenicientas en esta NFL

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El cuento de la Cenicienta es conocido por todos, se trata en realidad de una vieja leyenda de varios pueblos europeos que varía sustancialmente por países, no es la misma en los países nórdicos que en los países mediterráneos. La cultura popular ha adaptado el cuento a su idiosincrasia particular. No es mi intención contaros aquí el cuento de la Cenicienta, aquel que quiera conocerla lo tiene sencillo, no tiene mas que comprarse el libro, existen dos versiones escritas, una la francesa, de Charles Perrault, y otra la alemana, de los hermanos Grimm, qué es la que utilizó la película de la Disney, siendo por ello la mas conocida a nivel mundial.

Cuando en football hablamos de equipos cenicientas normalmente se hace referencia a esos equipos que viváas que encantarnos nos emocionan. Eso de que el pez chico se coma al pez grande, la de equipos que salen de la nada para vivir un sueño, cuando ganan todos nos emocionamos, cuando pierden, todos sentimos la derrota como propia. Sin embargo hablar del cuento de la Cenicienta en la liga más socialista del mundo es algo que no parece encajar demasiado bien. Por ejemplo, el supuestamente equipo más humilde de toda la NFL, Green Bay, por aquello de que pertenece a la ciudad más pequeña que tiene franquicia, es uno de grandes tótems de la liga y se le considera por todos uno de los grandes de la NFL, de los equipos con peso y mando en la liga. Por el contrario los NY Jets, que comparten ciudad con los Giants son considerados uno de los equipos pequeños, miembro del clan de los no poderosos, a pesar de que gracias a su improbable triunfo de la Superbowl III, su única aparición en el gran partido, la NFL y los medios de comunicación empezaron a tomar en serio a la AFL.

Sí podemos hablar de cenicientas en otras deportes. En la MLB, las grandes ligas de baseball compiten equipos con presupuestos ilimitados como los New York Yankees, Boston Red Sox y Los Angeles Dodgers, a los que se han unido recientemente los Texas Rangers y Philadelphia Phillies, con equipos de presupuestos muy limitados, e incluso en muchos casos sin casi presupuesto mas allá de los ingresos de la televisión. Las franquicias “cenicienta” son aquellas cuya nómina de salarios de toda la plantilla es el equivalente a la suma del salario de dos de las figuras de los equipos mencionados anteriormente, sirva como ejemplo que el salario bruto del pitcher C.C Sabathia y el 3ª base Alex Rodriguez, ambos de los Yankees, supone toda la masa salarial de los Oakland Athletics, equipo que casi iguala a los del Bronx en número de victorias esta temporada, o el caso de la rotación de pitchers de los Philadelphia Phillies, que supera casi el salario total de dos de los equipos de su propia división, la NL East. Si alguno quiere saber la realidad de la MLB le recomiendo leerse el libro “Moneyball”, del que ha salido la película interpretada por Brad Pitt, lo que allí se cuenta es totalmente impensable en la NFL.

La NFL no funciona de igual modo a otras ligas, que si algo han intentado es acercarse a su modelo, como también parece ser el objetivo que se plantea la UEFA a la vista de las fracturas que se están produciendo en el fútbol europeo. Los grandes equipos solo usan sus ligas locales a modo de trampolín para competir en la Champions League y en un futuro amenazan con dejar huérfanas las competiciones locales y una competición europea solo tendría sentido con equipos iguales en cuestiones de dinero y repartos de ingresos. En la NFL todos los equipos juegan con las mismas reglas y todos cuentan con el mismo espacio salarial, aunque luego el concepto espacio salarial es un concepto manejable y muy flexible, y por otra parte hay que considerar que hay equipos no dispuestos a usar ese límite salarial, y por allí empiezan las diferencias. Mientras que hay equipos que se las ven y desean cada año para estar en conformidad con el techo salarial, otros siempre están muy por debajo y tienen espacio de sobra, aunque no suelen ser muy proclives a ello, allí están los casos de Cincinnati o Tampa Bay, equipos que tienen espacio salarial para dar y regalar, por el contrario Dallas Cowboys, Pittsburgh Steelers, Oakland Raiders y otros muchos tienen que tomar decisiones en forma de cortar jugadores para poder estar debajo del límite.

Por eso hablar de cenicientas en la NFL parece un poco fuera de lugar, todos juegan con las mismas reglas, no hay casos como los descritos en la MLB, lo que sí hay es equipos más o menos tacaños, aunque esta práctica se va acabando puesto que por convenio los equipos deberán necesariamente no solo no gastar mas allá de un techo salarial, sino que ahora también existe un mínimo salarial y los equipos van a estar obligados a gastar en salarios un porcentaje determinado, lo que en el caso de muchos equipos supondrá que no podrán seguir jugando a ser los tacaños de la liga, van a tener que gastar sí o sí.

También hay diferencias, aunque cada vez menores por la capacidad de generar caja de los equipos. Hay ingresos de los equipos que escapan totalmente al control de la liga y eso es lo que permite a determinados equipos disponer de una tesorería casi ilimitada, tenemos los casos de Dallas Cowboys o Washington Redskins, auténticas máquinas de generación de ingresos, en comparación con los Oakland Raiders o Buffalo Bills, equipos que siempre parecen tener problemas de liquidez. Los nuevos estadios, que la propia NFL fomenta y participa con fondos en su construcción, ha conseguido igualar a los equipos, incluso Green Bay, único equipo que no pertenece a un propietario realizó una ampliación de su base de socios con el fin de captar fondos para construir el nuevo fondo que se están construyendo en su estadio, lo que supondrá más capacidad de generación de ingresos. La NFL limitó ese dinero exclusivamente a ese destino, no podía en ningún caso ser empleado para firmar jugadores, aunque el actual régimen de Green Bay no es precisamente conocido por gastar dinero en la agencia libre sino en mantener a los jugadores que elige vía draft.

Tras un mes de competición tenemos 3 equipos invictos y con idéntico récord, 4-0. Nos referimos a los Houston Texans, Atlanta Falcons y Arizona Cardinals, equipos que estoy casi seguro que en el 99,99% de los aficionados no cabía que estuvieran en este lugar en la primera semana de octubre, y equipos que muchos podrán considerar “cenicientas”. Quizás algún aficionado podía haberse sentido tentado de incluir en la lista de favoritos a los Texans, equipo que de pobre y modesto no tiene nada, su propietario Bob MCNair es una de las mayores fortunas del país y Houston es un mercado enorme. Los Texans son un equipo que ya el año pasado dio muestras de su poderío y que muchos apuntábamos como el equipo a batir en la AFC a nada que las lesiones les respetaran, pero dudo que ni el más fanático seguidor de los Falcons o Cardinals pensara por un solo momento que sus equipos estarían en la primera semana de octubre no solo liderando sus divisiones, sino con un record de 4-0.

El caso de los Texans se puede considerar diferente, es un equipo joven en cuanto a su existencia, la franquicia celebra precisamente esta temporada su 10º año en la liga. Es un equipo donde ha primado la paciencia y el dejar hacer, seguramente otro propietario diferente a Bob McNair ya hubiera cortado la cabeza de Gary Kubiak tras años de frustración sin llegar a los playoffs, allí está el caso de Cleveland donde ningún entrenador dura lo suficiente para consolidar un proyecto. Kubiak y su GM Rick Smith a través del draft han realizado un trabajo admirable en la construcción de la plantilla. A los Texans les costó años, y sobre todo golpes, darse cuenta del error que fue la elección del QB de Fresno State David Carr como primera elección de la franquicia, aunque mucha culpa de aquello la tuvo la desastrosa gestión de la OL que acabó con el QB, y se apostó por Matt Schaub, un QB que se ganó un nombre a base de reemplazar a Michael Vick, baja habitual por sus lesiones en tu etapa en Atlanta. La OL de los Texans, una de las más dominantes de la liga y que permite a estos tener uno de los juegos terrestres más determinantes es fruto de la paciencia y del buen hacer, lo mismo podemos decir de los RB, tanto Arian Foster como Ben Tate, el mejor dúo de RB llegan del trabajo de scouting del equipo. Luego está la gran estrella del equipo, Andre Johnson, un WR que llegó como primera ronda del equipo y que cuando las lesiones le respetan juega en la misma liga que Larry Fitzgerald y Calvin “Megatron” Johnson.

El talón de Aquiles del equipo sin embargo era la defensa. Gary Kubiak, ex coordinador ofensivo durante años de Mike Shanaham en Denver, no prestaba la suficiente atención a la parcela defensiva. Los Texans eran conocidos por ser un equipo con un tremendo poder ofensivo pero al que su defensa siempre dejaba vendida, a pesar de la presencia de Mario Williams, la otra gran selección en la historia de la franquicia. La salida de Wade Phillips de Dallas permitió a los Texans contratar su servicios, Wade, hijo de Bum Phillips (en la imagen), el que fuera mítico entrenador de los Houston Oilers, ha fracasado casi siempre como Head Coach, pero sus credenciales como coordinador defensivo son impecables, y los resultados no se han dejado esperar. Wade Phillips en una sola temporada consiguió dar la vuelta al calcetín y los Texans ahora no sólo son ese equipo que ataca con alegría, sino que su defensa es una de las más difíciles de jugar, han conseguido desarbolar a todos los equipos con los que se han encontrado, incluso Peyton Manning se vio completamente superado, tan solo cuando los Texans se relajaron logró maquillar lo que era una pésima tarde.

Los Atlanta Falcons llevan muchos años en la liga, pero hasta hace tan solo tres temporadas fueron un equipo que nunca enlazaba dos temporadas consecutivas buenas, un año sorprendían siendo la revelación de la temporada para el año siguiente terminar con récord negativo. Los Falcons llegaron a una Superbowl y la temporada siguiente ni rozaron los playoffs haciendo una temporada nefasta. La estadística del equipo tenía un dato demoledor, nunca en la historia del equipo habían conseguido los de Atlanta enlazar dos temporadas consecutivas ganadoras, meta que se ha logrado con la llegada de Arthur Blank al equipo, que ha apostado por Mike Smith y el QB Matt Ryan, rodeándole de talento tanto en ataque como en defensa. Pero si había un pero en los Falcons era su trayectoria en los playoffs, una vez allí parecían que habían hecho más que suficiente y sus apariciones se contaban con eliminaciones rozando el ridículo en ambas, si humillante fue la eliminación del año pasado, la de hace dos años no se queda atrás, mejor record de la NFC y eliminados a la primera por los Green Bay Packers sin que el equipo justificara su récord en un sólo momento.

Esta temporada han empezado de forma inmejorable. Considerados como un equipo a la sombra de sus grandes rivales del sur, los New Orleans Saints, mandan con absoluta comodidad en la NFC South, nadie de su división ha ganado más de un partido y los supuestos favoritos, los Saints están hundidos con un record de 0-4. Si los Falcons siguen a este ritmo para noviembre pueden haberse declarado campeones de su división y empezar a pensar en otras metas.

Y tenemos para el final el caso de los Arizona Cardinals, el equipo con más historia de todos los invictos y miembro fundador de la NFL desde su creación en un garaje de Canton, Ohio, aunque en aquel entonces estaban en Chicago y es que en esa ciudad sería donde esta franquicia viviría sus días más gloriosos. El traslado de los Decatur Staley de George Halas a Chicago, el otro miembro fundador que aún existe en la liga, y su cambio de nombre a los Chicago Bears, los relegó a un segundo plano en la enorme metrópoli del estado de Illinois, primero intentaron implantarse en la zona sur de la ciudad y terminaron por emigrar en la década de los 60 a St. Louis, donde la ciudad conseguía algo sin igual, tanto el equipo de la MLB como de la NFL se llamaban de idéntica manera.

Los años en St. Louis pasaron sin pena ni gloria, aunque allí fue la primera vez que lograron enlazar un récord de 4-0, desde 1974 no se conocía esa marca en los Cardinals, en Phoenix nadie desde luego lo sabe. El equipo emigró en los 80 hacia el oeste y estuvieron durante años nadando, si por nadar se puede entender cuando se vive en el desierto, entre la más absoluta mediocridad y miseria. Los Cardinals jugaron durante mucho tiempo en el Sun Devil Stadium, los estrictos horarios de la NFL les obligaba a jugar al mediodía en pleno desierto, cuando a esas horas los únicos que caminaban al sol eran los escorpiones. El aspecto del estadio los domingos era lamentable, los equipos visitantes desplazaban más visitantes que los locales. Tan sólo cuando el otoño se echaba encima podía uno ir a pasar la tarde al estadio, pero para entonces el equipo ya estaba eliminado de toda contienda, eso sólo cambió con motivo del cambio de estadio y el equipo empezó a jugar en una inmensa estructura de metal perfectamente acondicionada para estar en pleno desierto.

Y volvemos por donde habíamos empezado, hablar de cenicientas en las actuales circunstancias de la NFL está fuera de lugar. La agencia libre y el techo salarial, una vez que se han asentado definitivamente como pilares de la liga junto al reparto por igual de todos los ingresos de la liga, han traído como resultado una enorme igualdad entre todos los equipos. La máxima de Paul Tagliablue de “Any given sunday” lo es mucho mas desde los años 90 cuando llegaron para no irse la agencia libre y el techo salarial, dos cuestiones que llegaron para parar los pies a los Dallas Cowboys y San Francisco 49ers, equipos que habían roto todos los esquemas de la liga en materia de contratación de jugadores y que amenazaban con convertir la competición en una liga bipolar, a imagen y semejanza de la liga española de fútbol. Los equipos que llegaban a las Superbowls en los años de dominio de estas grandes escuadras si eran auténticas cenicientas, los casos de Buffalo Bills o Cincinnati Bengals, equipos pequeños y de presupuestos limitados, que llegaron hasta en 8 ocasiones a una Superbowl, todas saldadas con derrotas, o los casos de San Diego Chargers o Denver Broncos, equipos pequeños entonces al lado de los todo poderosos señores de San Francisco, Dallas, Washington o New York, que prácticamente se llevaron todos los títulos en aquellos años.

Los hoy todo poderosos New England Patriots eran una franquicia que estaba más acostumbrada a lidiar con el fracaso que con el triunfo, la AFC East era propiedad de los Miami Dolphins primero y de los Buffalo Bills después. Los Patriots eran un equipo comparsa que una vez sorprendió llegando a una Superbowl en 1985 y fueron literalmente barridos del mapa por los Chicago Bears, aquel equipo fue la cenicienta de aquella temporada eliminando en la final de la AFC al gran favorito, los Miami Dolphins de Dan Marino, único equipo que había podido con la bestia en temporada regular. Y lo mismo podemos decir de los Packers, un equipo que amenazaba ruina pero que la llegada primero de Brett Favre, y después de Reggie White, devolvió a la primera plana hasta convertirse en lo que es hoy, una de las grandes escuadras de la liga.

Ahora el turno de momento es de los Houston Texans, Atlanta Falcons y Arizona Cardinals. Quién sabe lo que puede durar su racha, pero me niego a decir que estamos ante un equipo cenicienta, eso no existe en la actual NFL. La diferencia está en cómo gestionar el dinero y el talento, aquel que mejor lo sepa hacer tiene más boletos para triunfar que aquel que no lo sepa hacer, y si no tomen el ejemplo de los dos equipos más ricos y poderosos de la liga, los Dallas Cowboys y Washington Redskins, hace años que no saben lo que estar siquiera cerca de una Superbowl, y no será por medios o por estadios, los Cowboys de momento no han sabido siquiera hacer de su propio estadio un fortín inexpugnable y acumulan un record de 14-12 desde que se abrió el fastuoso Cowboys Stadium, y lo mismo se podría decir de los Redskins.

El cuento de la Cenicienta de la NFL se murió hace mucho tiempo, yo creo que en el siglo pasado, ahora como digo la diferencia es sencilla, un equipo bien gestionado o un equipo bien gestionado, y eso no es cuestión de dinero, glamour o belleza, sino saber trabajar. En otros deportes sigue, en la MLB los Oakland Athletics nuevamente están en las World Series, y pueden ganarle la división a los mismísimos Texas Rangers, equipo de presupuesto casi limitado y doble campeón de la American League, eso sí es la historia de la Cenicienta. El día que los Raiders ganen de nuevo una Superbowl no será porque vivan su peculiar historia de la Cenicienta, sino porque tendrán un equipo bien gestionado en todas las parcelas.

  • Como se suele decir en USA “kudos” para Drew Brees, no solo jugó un excelente partido en el siempre difícil Lambeau Field, aunque acabara en derrota, sino que ha logrado igualar uno de los records más míticos de la NFL. Brees fue el primero en superar la marca de Dan Marino de 5.084 yardas, ahora es el segundo QB que logra ejecutar un pase de TD en 47 partidos de forma consecutiva, marca que hasta la fecha la tenía en exclusiva Johnny Unitas. La semana que viene Brees podría superar la marca ante San Diego en una de esas carambolas extrañas del destino, los San Diego Chargers fueron el último equipo de Unitas y el primero de Drew Brees, eso se llama cerrar el círculo, y por cierto, Unitas empezó su racha en el Coliseo de Los Angeles, 47 partidos después lo terminó en el mismo estadio, cerrar el círculo también. Este récord de Drew Brees me parece más meritorio que los anteriores, hoy en día pasar y acumular yardas está al alcance incluso de los QB de la clase media, pero anotar un pase de TD en 47 partidos consecutivos es algo mucho más difícil, los únicos que se acercaron a esa marca antes fueron Marino y Favre en sus mejores años, en la actualidad solo Tom Brady sigue a Drew Brees, pero a una temporada de distancia aún.

  • Estoy absolutamente seguro que Brees renunciaría a ese record a cambio de ese nefasto 0-4 que señala el record de los New Orleans Saints, el equipo más decepcionante hasta la fecha de la temporada regular. Otros equipos que igualmente son una decepción son los Detroit Lions y los Kansas City Chiefs. Los Lions el año pasado se enfrentaron a los Saints en la ronda de Wildcards, pero este año acumulan un record de 1-3, su única victoria fue una pírrica e inmerecida victoria ante los jóvenes e inexpertos St. Louis Rams de Jeff Fisher que no supieron defender el último drive cuando se suicidaron defendiendo en modo prevent. Por su parte los Chiefs, que parecían habían regresado a la vida tras su agónica victoria en New Orleans, han necesitado un baño de realidad para darse cuenta que el equipo tiene serios problemas en todas las áreas. Muchos querrán personalizar la derrota en Matt Cassel, pero el QB no es el único que está fallando de forma estrepitosa, la defensa es un colador por donde entra cualquiera, quizás Scott Pioli no supo valorar adecuadamente la marcha de Brandon Carr, tampoco las prometedoras elecciones de draft en defensa parecen estar al nivel que se le exige a un primera ronda y el ataque salvo acciones puntuales de Jamal Charles no carbura salvo cuando se ve abajo en el marcador y maquilla los resultados. Ya les pasó lo mismo contra New Orleans, y más de uno pensó en otro milagro ante San Diego, pero San Diego a pesar del paso atrás dado contra Atlanta parece de largo el equipo más solvente de la AFC West.

  • Sin salir de la AFC West Peyton Manning necesita enfrentamientos todas las semanas contra los Oakland Raiders para sentirse el viejo Manning de antaño. Tras dos partidos discretos, que pudo maquillar en los minutos finales, llegaron esos buenos samaritanos en que se han convertido los Raiders, por no hacer no hacen ya ni faltas. Si hay un equipo que necesita una victoria imperiosamente nada mejor que tener enfrente a los Raiders, a Miami le dieron de momento la primera y única alegría del año. En Denver donde se empezaban a cuestionar si se habían equivocado en buscar a un Peyton disminuido físicamente les ha bastado este partido para recuperar la estima y de paso arrimarse de nuevo a la cabeza de la AFC West. Pero que nadie se engañe, los Broncos no se van a encontrar todos los domingos con buenos samaritanos, de momento este domingo Peyton Manning regresa a uno de sus teatros de los horrores particular, Foxboro y ante los Patriots de Tom Brady.

  • Brandon Weeden fue muy criticado en su debut como profesional, lo cierto es que todo lo que se dijo sobre él fue más que merecido, desde el incidente con la bandera hasta su pésimo partido. Pero el rookie se ha ido rehaciendo poco a poco, la semana siguiente se destapaba con un partido pasando para más de 300 yardas y el jueves pasado de tener un par de WR decentes Weeden sin duda hubiera sido el hombre del partido y de la semana. Demostró excelentes cualidades en el pocket lanzando muy buenas espirales y con una compostura ejemplar, un detalle de su buen hacer fue esas progresiones que realizó en el pocket con presión de la defensa de Baltimore. Su problema es que no tiene a quien lanzar, sus WR se dejaron caer al menos un par de pases de TD y no hay nada peor para la auto estima de un QB rookie que no tener a quien lanzar salvo a Trent Richardson, pero el problema de Richardson es que es el RB, no el WR, y aun así es el que mejores manos demostró tener de toda la plantilla.

  • El QB rookie que estuvo brillante fue Ryan Tannehill, que no solo pulverizó las marcas de Dan Marino como novato en los Miami Dolphins, sino que se quedó a apenas una yarda de superar el record que el año pasado estableció Cam Newton como rookie. Tannehill demostró excelentes maneras, movilidad, brazo, precisión y sensación en el pocket, su conexión con Brian Hartline fue letal, 245 yardas y un TD fueron su tarjeta de presentación, su única mancha en el partido las intercepciones, pero esta vez no fueron culpa suya al 100%, en la primera su WR resbaló dejando el camino al CB libre, en la segunda, y ésta en la prórroga, su OL fue incapaz de darle tiempo y la protección suficiente, fue golpeado cuando intentaba realizar un pase y quizás era mejor recibir el golpe y pase que intentó acabó en una fácil intercepción para los Cardinals, que poco después anotaban el FG ganador. La derrota en Miami fueron de las que duelen, su secundaria y una defensa que llegó fundida al último cuarto dieron al traste con el partido de su QB, pero al menos en uno de los enclaves más difíciles que hay para un QB en la NFL se empieza a respirar, parece que la solución esta vez sí ha llegado al equipo, ahora solo es cuestión de que no lo estropeen.

  • Cuando estaba viendo el duelo divisional entre New England Patriots y Buffalo Bills había dos cosas que no terminaba de entender. La primera es quién, o quiénes, le dejan lanzar a Ryan Fitzpatrick jugarse los lanzamientos que se juega en ocasiones. Desde hace tiempo no he visto a un QB lanzar pases con la total despreocupación con que las lanza el ex alumno de Harvard. Lanza al bulto, o más que al bulto, donde ve a alguien del mismo color que su uniforme y todo lo confía a tener un Calvin Johnson en su equipo, nunca puedes saber si habrá intercepción o pase completado, de allí que empiece a ser conocido como “Pickpatrick”. El domingo firmó uno de sus partidos marca de la casa, más de 300 yardas, 4 TD, pero también 4 INT. Lo otro que no logro entender es en que estaban pensando tanto Bill Belichick como su coordinador ofensivo Josh McDaniels durante el partido. Todos sabemos que tienes a Tom Brady, Wes Welker, Ron Gronkoswki y Brandon Lloyd, y que Buffalo ha copiado una defensa idéntica a la que tienen los NY Giants, un pass rush brutal que pone en apuros a un Brady que si algo le incomoda es que lo golpeen y le rompan el ritmo. Pero este año los Patriots tienen a un par de excelentes RB que hacen su trabajo y no había que leer el Smart Football de Chris Brown para darse cuenta de una cosa, los Bills contra la carrera son un completo “non factor”. Bellichick, o McDaniels, no se dieron cuenta de ello hasta mediado el tercer cuarto, cuando empezaron a usar a su pareja de RB, Stevan Ridley y Brandon Bolden, el partido había llegado a su fin. Otro apunte, las OL cuando realmente disfrutan es cuando dominan los partidos corriendo, eso va en los genes de todo OL.

  • El desastre que se avecina en Gotham City, o New York, como ustedes quieran, puede tener dimensiones colosales, ya pueden rezar los Jets, y especialmente Mark Sanchez, que no Tim Tebow que no tiene culpa alguna, para que los Yankees no se metan en las World Series o en su defecto queden eliminados en el partido de desempate o de wild card quedándose otro año más sin opciones al título. Salvo hecatombe de ese tamaño, el desastre de la Ryder Cup tampoco les sirve, los Jets van a ser la comidilla de todas las tertulias deportivas, y seguramente no tan deportivas, Mark Sanchez es capaz de copar portadas tanto en la prensa deportiva como en la de la farándula, mantiene un romance con la actriz Eva Longoria, ex de Tony Parker. Sanchez empieza a tener por lo menos algo en común con Joe Broadway Namath, su tremendo éxito con las mujeres, pero solamente eso, Namath pese a sus desvaríos recientes con el alcohol, fue al menos capaz de llevar a sus Jets hasta una Superbowl y garantizar una victoria en la misma, garantía que fue capaz de cumplir. Sanchez por el contrario no creo que sea capaz de garantizar absolutamente nada, pese al apoyo de su entrenador Rex Ryan, todo apunta que los Jets pueden empezar la búsqueda de un QB en el próximo draft.

  • El desastroso partido de Cam Newton en la semana 3 ha sido la comidilla en Carolina. No solo se cuestionaba la actitud de Newton durante el partido con su celebración fuera de lugar y sus patéticas declaraciones post partido, sino que se empezaba a cuestionar su ética de trabajo y dedicación. Tras un primer gran año Newton se debía pensar que todo iba a ser más sencillo en su segundo año y nadie le iba a exigir más, pero el football es un deporte muy exigente donde no solo la capacidad atlética y las genialidades te pueden salvar una tarde, hay que entrenar, ser duro con uno mismo y exigirse más que nadie, especialmente cuando eres el QB. Newton parecía haberse rehecho en su partido contra Atlanta, sus números eran buenos y sus Panthers ganando volvían a la pomada de la NFC South, solo tenía que mantener la posesión en el último drive y lograr el primer down, el segundo objetivo lo alcanzó, pero no así el primero, cometió un fumble imperdonable que para su fortuna para lo recuperó un compañero de la OL, pero se vieron obligados a ejecutar un punt. El partido aún así estaba en las manos de la defensa, los Falcons estaban hundidos en su propia yarda uno y sin tiempos muertos, pero de forma inexplicable la secundaria hizo aguas por todas partes, o sí, es que son muy malos, y los Falcons llegaron a tiro de FG donde no fallarían, pintan bastos en Carolina donde Ron Rivera ya puede empezar a rectificar.

  • Los duelos divisionales con rivalidades históricas de por medio son en mi opinión los mejores partidos de una temporada regular. Al aficionado seguro que un duelo entre los mejores equipos de cada conferencia es algo que le encantará, o un enfrentamiento entre líderes divisionales de una misma conferencia, sobre todo cuando puede estar en juego el mejor récord de la conferencia. Pero nada iguala a un viejo duelo divisional con décadas de historia, caso de los Philadelphia Eagles y New York Giants, dos equipos que llevan zurrándose la badana desde su existencia. Partido intenso, muy físico, sin concesiones ni regalos, con las defensas haciendo su trabajo y donde cada yarda y cada punto era fruto del trabajo de equipo, lejos de esos partidos de video consola donde lo que prima es el número de posesiones. Pudieron ganar tanto los Eagles como los Giants, al final el partido se decidió por una falta muy clara que retrasó 10 yardas al kicker británico Lawrence Tynes y que se quedó a tan solo 2 yardas aproximadamente de transformarse, si hubieran ganado los Giants hubiera sido justo, como lo fue que lo ganaron los Eagles.

  • Hay equipos donde ser QB es siempre más difícil que en otros. No es lo mismo ser el QB de los Seattle Seahawks, Baltimore Ravens o Kansas City Chiefs, con todos mis respetos para esos equipos, que serlo de los Green Bay Packers, San Francisco 49ers, Miami Dolphins o Dallas Cowboys, equipos con una reconocida tradición en el puesto y varios QB en el Hall of Fame. Si a eso se añade que eres el QB del llamado “equipo de America”, o “del equipo preferido de Dios”, la presión es aún mayor, caso de los Dallas Cowboys y Tony Romo, que han tenido en ese puesto a jugadores como Roger Staubach, Danny White y Troy Aikman, y desde hace unos años tienen al bueno de Romo. Eso hace que el QB sea analizado en cada partido más que el resto de los QB, por eso cuando acierta, acierta más que nadie, y cuando falla es crucificado más que nadie, aunque en eso quizás Mark Sanchez le eche un cable esta semana. Lo fácil y sencillo ahora sería crucificar a Romo por sus 5 intercepciones, dos de ellas retornadas para TD, pero no seré yo el que lo haga, Romo hizo lo mismo que he visto hacer en el pasado a Dan Marino, Peyton Manning o Brett Favre, echarse el equipo a la espalda y no importa a costa de qué, intentar la remontada, aunque para ello tus estadísticas personales revienten. Recuerdo hace tiempo que tras un partido de Brett Favre en playoffs, donde acabó siendo interceptado media docena de veces, dijo en la rueda de prensa posterior que si para remontar el partido hubiera tenido que ser interceptado otra media docena de veces seguiría lanzando igual. Eso mismo es lo que hizo Tony Romo, él creía en la remontada, y es así, los Boys estuvieron en el partido hasta bien entrado el 4º cuarto que se rompió, los que no parece que estuvieron tanto fueron sus compañeros de ataque.

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