Los Ravens son un equipo en transición, con una acusada mezcla de jugadores veteranos y jóvenes. En el segundo año de su head coach y quarterback, el equipo volvió, no sin esfuerzos para compensar sus carencias ofensivas, a meterse en playoffs. En esta nueva temporada pretende continuar con esa suave transición que le haga convertirse en una franquicia que de forma sostenida esté presente en los playoffs y opte al título.
Este año se ha querido reforzar el ataque, tradicionalmente el punto débil del equipo, con la adquisición de un necesario jugón en el puesto de receptor, pero las lesiones y la falta de refuerzos en la secundaria han sembrado dudas en lo que tradicionalmente es el pilar del equipo: la defensa. El calendario se presenta duro, comenzando con dos encuentros fuera de casa, nada menos que frente a Jets y Bengals, los actuales campeones divisionales. Y en diciembre, el mes clave, hay enfrentamientos con Steelers, Saints, Texans y se acabará en un partido que puede ser decisivo en casa contra Cincinnati.
Todo hace suponer que el ataque de Baltimore mejorará este año. La temporada pasada fue dirigida por Joe Flacco, el cual, sin llegar a florecer como quarterback estrella, dio muestras de progresión y no de no poder llegar a serlo. Su 3ª temporada como profesional puede ser la de la confirmación.
El front office, el head coach John Harbaugh y el coordinador Cam Cameron confían ya ciegamente en él y le han comprado un juguete nuevo y necesario: Anquan Boldin, un receiver de referencia, consagrado, con años aún por delante, y muy motivado, por el pastizal que cobrará y sobre todo porque va a ser la referencia del juego de pase del equipo, robada por su ex compañero Larry Fitzgerald en Arizona. Además se le ha contratado a un preparador de la talla de Jim Zorn para enriquecerlo. Flacco repartirá también balones al voluntarioso y trabajador, aunque ya mayor (36), Derrick Mason, al irregular Mark Clayton, al sólido tight end Todd Heap y por supuesto, a su principal objetivo el año pasado, el running back Ray Rice.
Rice se destapó en 2009 amasando más de 1300 yardas de carrera y más de 700 de pase, en una suerte de ataque de carrera y pase corto diseñado para no forzar a Flacco. Este año, aún con las mejoras en el juego aéreo, Cameron seguirá empleando un sistema basado en el juego de carrera, para lo que cuenta con un tridente consolidado: el mencionado Rice, Le’Ron McClain y Willis McGahee, o lo que es lo mismo, el bueno, el feo y el malo. Pocos equipos pueden presumir de un equipo de corredores tan complementario. A la rapidez y agilidad de Rice se suman la potencia de McClain y la astucia de McGahee, que ha sabido ceder protagonismo y trabajar por el bien común del equipo.
Para proteger y dar tiempo a Flacco a buscar la trayectoria de Boldin así como abrir huecos, Baltimore dispone de una línea de ataque de garantías y en franca progresión. En el centro para comenzar los snaps se situará el veterano probowler aunque sin signos de decadencia, Matt Birk. Estará respaldado en la izquierda por el sólido guard Ben Grubbs, y en la derecha por Marshal Yanda o Chris Chester, que la temporada pasada jugaron alternativamente cumpliendo a la perfección. Por fuera este año intercambiarán posiciones Jared Gaither y Michael Oher, ocupando este último el puesto de left tackle que le dio la fama. Su desempeño ha sido hasta ahora prometedor. Mayores dudas vuelan sobre Gaither, más irregular y con tendencia a las lesiones. Su recambio sería Oniel Cousins, un tercera ronda de 2008. Y la línea estará acompañada en el extremo por el magnífico aunque ya en sus últimos años Todd Heap. Se ha buscado un sustituto a su figura, tanto en la tercera como cuarta ronda del draft, Ed Dickson y Dennis Pitta.
Por tanto, el abanico de posibilidades en ataque se ha abierto este año con la incorporación de un WR franquicia como Boldin, y el principal beneficiario puede ser Ray Rice, al tener las defensas rivales que repartir la presión que se ejercía ya sobre él. Está por ver si Flacco es por fin capaz de algo más que despuntar posibilidades.
Decir Ravens es decir defensa. Algo tiene este equipo que hace que sus jugadores defensivos tiendan a rendir por encima de sus posibilidades. Ese algo se llama Ray Lewis, que aunque físicamente ha entrado en la recta final de su carrera, ejerce un liderazgo moral que repercute en el resto del equipo. Suponemos que alguien con sentido común está ya preparándole un hueco en el staff técnico.
Sin embargo algunas dudas se ciernen sobre la defensa este año y veremos como el coordinador Greg Mattison intenta disiparlas. El smash-mouth football de Baltimore tiene su ancla en una poderosa línea defensiva. El NT Kelly Gregg, que jugó a gran nivel el año pasado tras una temporada en blanco, se enfrentará de nuevo al guard rival. A su derecha la intimidante figura del probowler Haloti Ngata y a su izquierda se repartirán snaps el veterano Trevor Pryce y Cory Redding. La línea se ha reforzado con la adquisición en el draft, en segunda ronda, del DT Terrence Cody (193 cm – 160 kg), una de las figuras de Alabama, el campeón nacional universitario este año.
El cuerpo de linebackers comienza con la figura de Ray Lewis, para el que el tiempo parece haber ido más despacio que para los demás. Ha tutelado y ha hecho mejores a Dannell Ellerbe, a su vera por el lado derecho, y a los ya consolidados Jarret Johnson y Terrell Suggs en el exterior. De Suggs se espera que recupere este año su faceta de pass rusher. Para ello incluso se ha traído a su antiguo entrenador de LB en Arizona State. Ray Lewis tendrá este año otro alumno: Sergio Kindle, la primera elección del draft, un prometedor defensa al que los preparadores físicos tendrán que recuperar su lesionada rodilla y Lewis amueblar su cabeza.
Los problemas de Baltimore están en la secundaria. Los han creado las lesiones y la falta de refuerzos suficientes en este área. Cuatro de cinco habituales el año pasado están lesionados con pronóstico incierto: el espléndido free safety Ed Reed, que incluso pensó seriamente en su retirada, y los corners Domonique Foxworth (no jugará en 2010), Fabian Washington y Lardarius Webb. Inquietante. Intentarán por tanto cubrir por los laterales del campo a los receptores rivales Chris Carr, repescado de los equipos especiales y Travis Fisher, rescatado de los Seahawks de una mediocre temporada el año pasado. En la parte central hay algo más de estabilidad: Dawan Landry es un valor sin brillo pero seguro y Tom Zbikowski en su tercer año ya ha aprendido del maestro Reed. Se ha traído como respaldo a Ken Hamlin, el rocoso y rápido safety de los Cowboys.
Esta temporada está marcada por los cambios. El equipo ha dejado de confiar tanto en el kicker Billy Cundiff como en el long snapper Matt Katula. Y sin salir de la división, aun con el riesgo que ello conlleva, han fichado al experimentado bengal Shayne Graham, desterrado por fallar dos fáciles field goals en la derrota de Cincinnati ante los Jets en la ronda wild card de este año. Pero hasta ese momento Graham siempre se mostro seguro y así lo querrá mostrar este año, especialmente a su ex equipo. Sí que continúa por el contrario Sam Koch, como punter de garantía desde hace ya cuatro años.
Lardarius Webb se había hecho con el puesto de retornador, pero su ya mencionada lesión también ha trastocado los planes en esta faceta del juego. El puesto será cubierto por los inexpertos David Reed, quinta elección del draft, o Prince Miller, un CB rookie fichado vía agencia libre, ambos necesitados de foguearse. Jalen Parmele, un RB de dos años de experiencia podría también tener oportunidades.
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