Cuando empecé a seguir la NFL hace muchísimo tiempo aún existía el romanticismo. Un jugador era elegido en el draft por un equipo y si llegaba al status de estrella, automáticamente se convertía no solo en un icono del equipo, sino de la ciudad. La NFL era un deporte popular, pero estaba aún muy lejos de las cifras actuales, el baseball seguía siendo el deporte favorito de los aficionados.
En la década de los setenta la NFL se vio obligada por las circunstancias a cambiar sus propias reglas, las defensas amenazaban con liquidar el juego. Al igual que hizo el baseball rebajando el montículo desde donde lanzaban los pitchers o creando la figura del bateador designado, la NFL apostó por abrir el juego y poner el peso del juego en los QB, dar mas protagonismo al juego de ataque a la vez que quitárselo a la defensa. A pesar de ello la NFL seguía siendo un deporte donde aún existía el romanticismo, los jugadores se vinculaban a la ciudad y salvo casos extraños o final de carreras, se retiraban en el mismo equipo que los eligió en el draft.
Sin embargo algo empezaba a cambiar en la NFL, los jugadores luchaban por algo llamado Agencia Libre, algo que los propietarios le tenían mas miedo que a un nublado, pensaban que los jugadores emigrarían a climas mas benignos o a los equipos mas poderosos económicamente. Por eso la contrapartida de la agencia libre fue la implantación de un techo salarial duro y estricto, nada que ver con los techos salariales blandos que existen en otras ligas como la NBA o MLB.
La Agencia Libre y el Límite Salarial enterraron el romanticismo, acabaron con ese concepto de que un jugador era firmado por un equipo y se retiraba en él. Actualmente solo hay tres casos de jugadores notables que pueden desarrollar toda su carrera en su primer y único equipo, Joe Thomas en los eternos perdedores que son los Cleveland Browns, Larry Fitzgerald en los Arizona Cardinals y Tom Brady en los New England Patriots ¿Se retirarán todos ellos como jugadores de los únicos equipos que han conocido? Hoy por hoy es imposible saberlo, no solo el romanticismo ha desaparecido, sino que en la NFL se estila eso de que los equipos suelen prescindir un año antes de sus jugadores antes de que los jugadores prescindan de sus equipos.
Además la agencia libre y el límite salarial trajeron una nueva figura, la del mercenario, el caso de ese jugador que va saltando de equipo en equipo a donde mas le pagan, aunque últimamente también se ha estilado el salto a equipos con serias opciones al título y cobrando incluso menos dinero que aquel que el mercado les pueda ofrecer. El caso de Deion Sanders es el caso mas claro del mercenario, tras terminar su etapa en los Atlanta Falcons, equipo que lo eligió en el draft, se fue primero a los San Francisco 49ers y seguido a los Dallas Cowboys, equipos donde ganó mucho dinero y títulos. Cuando aún le quedaba algo en el tanque se marchó a los Washington Redskins para acabar cerrando su carrera en los vecinos de aquellos, los Baltimore Ravens. Otros casos de mercenarios notables son los de Reggie White o mas recientemente Darrelle Revis.
Pero no son los jugadores los únicos que han roto con el romanticismo, los equipos también han colaborado y de forma muy activa a ello, yo diría que incluso han dado un paso mucho mas allá que los propios jugadores. La implantación del límite salarial ha traído la figura de los “capologists”, los expertos en finanzas que manejan los intríngulis del espacio salarial y que solo miran una cosa, si el rendimiento del jugador justifica el salario que se le paga, un claro caso de “tanto vales, tanto te pago”. Las franquicias han perdido el miedo a cortar jugadores queridos por la masa de aficionados, si el jugador no justifica su salario se le corta o se le busca un nuevo destino en otro equipo si aún se puede sacar algo por él.
A los Indianapolis Colts no les importó lo mas mínimo partir velas con Peyton Manning, como a los Green Bay Packers tampoco les importó lo mas mínimo empaquetar a Brett Favre a los New York Jets. Y sí, sé que se podrá decir aquello de que tenían a los reemplazos de ambos jugadores en plantilla, pero tanto Peyton Manning como Brett Favre cogieron a dos franquicias en ruinas y las elevaron a los altares, es imposible entender ambos equipos sin las aportaciones de ambos jugadores. Por eso he dicho antes que Joe Thomas o Tom Brady no son ni muchos menos un seguro para retirarse en sus equipos, cualquier día son cortados o traspasados dejando cualquier atisbo de romanticismo a un lado. Al menos Larry Fitzgerald tiene asegurada una cosa, los Arizona Cardinals no lo pueden traspasar, pero sí lo pueden despedir.
A todo lo anterior ha contribuido de forma notable un convencio colectivo que los jugadores firmaron de manera precipitada y que ha acabado dando una clara ventaja a los equipos. Los veteranos que negociaron el convenio se centraron en ciertas parcelas descuidando mucho otras mas importantes. No hablamos del famoso artículo 46 que da poder absoluto a Roger Goodell en materia disciplinaria, sino la inexistencia de contratos garantizados y la indefensión que tienen los veteranos cuando sus contratos se vuelven muy caros.
Los equipos NFL se han rejuvenecido de forma mas que notable, las plantillas se han llenado de chicos jóvenes que llegan desde el draft con salarios controlados o con agentes libres que negocian contratos que no les garantizan trabajos mas allá de los dos años. En el caso de los jugadores que los equipos deciden retener, sus propias estrellas, todos se encuentran con la misma barrera, los tres años. No hay casos de jugadores, por absolutas estrellas que sean, que puedan asegurar que su vinculación con su equipo supera los tres años pese a que los contratos hablen de muchos años y de cantidades que saben que difícilmente verán. No hay nada mas falso que un contrato NFL, son un papel mojado en el mismo momento en que se firman.
Los Houston Texans quizás se tengan que plantear en el próximo mes de febrero qué hacer con el que es considerado el mejor jugador de la historia de la joven franquicia tejana, J.J. Watt. ¿Me he vuelto loco? ¿Prescindir de J.J. Watt? No, ni me he vuelto loco y sobre lo de prescindir de J.J. Watt, pues hombre, el que lleva dos años prescindiendo de los Houston Texans es el propio jugador. El jugador evidentemente no tiene ninguna culpa, sí acaso la tiene su cuerpo, que quizás le está mandando un claro mensaje, “Tu cuerpo ha dicho basta”.
J.J. Watt se ha vuelto a lesionar por segundo año consecutivo. El año pasado la lesión del DE fue considerado en principio una verdadera tragedia, parecía que la temporada de los Texans se iba por el desagüe. Pero nada mas lejos de la realidad, los Texans ganaron su división, ganaron fácilmente un partido de playoffs ante unos “descarrizados” Oakland Raiders y estuvieron a tan solo de no tener a un QB tan malo como Brock Osweiler de eliminar al mismísimo campeón, los New England Patriots. Y todo esto lo hicieron sin la presencia de J.J. Watt, cuyo papel en ese tiempo fue mas cercano al de una cheerleader que al del enorme jugador que fue en el pasado.
¿Y por qué pienso que pueda que el final de J.J. Watt en Houston puede estar mas cerca de lo que muchos puedan creer? Miren este cuadro, es el actual contrato de JJ Watt y este ha superado la barrera de los tres años. J.J. Watt ya no tiene garantizado importe alguno en su contrato en el año 2018, entra en el cuarto año y los Texans lo podrían cortar con un impacto irrisorio en su espacio salarial, apenas unos 6 millones de dólares.
Yo siempre he creído que un jugador puede sufrir una lesión grave y regresar a su mejor versión, sobran los ejemplos, pero cuando un jugador empieza a encadenar lesiones es quizás porque su cuerpo le ha dicho basta. J.J. Watt ha sufrido su segunda lesión grave en dos años, los Texans deberán comerse el contrato y en 2018 deberán decidir si quieren seguir vinculados o no al jugador, o le renegociaran un contrato a la baja con incentivos por tiempo de juego.
¿Qué J.J. Watt es un icono de la franquicia y de la ciudad de Houston? Sí, es cierto, innegable, mas su papel determinante en la campaña para captar fondos para los damnificados del huracán Harvey que asoló Houston y dejó a miles de personas sin viviendas, negocios, etc… Pero así como Roma no pagaba a los traidores, la NFL no paga a aquellos jugadores que no rindan en el campo o cuyo salario no responde a su rendimiento sean estos quienes sean. El romanticismo en la NFL desapareció hace tiempo y las decisiones sobre la continuidad de un jugador o no son una simple decisión de negocios. Sobran los ejemplos y nadie está libre de ver como le enseñan la puerta de salida.
Eso sí, J.J. Watt tiene otra opción, la retirada. Ya saben aquello de mejor irse un año antes que te larguen un año después. Y si no que se lo pregunten a Ben Roethlisberger, que si ha vuelto es por una sola razón, tenía mas de 18 millones de motivos para hacerlo. J.J. Watt ni siquiera tiene esa opción, en su caso los Texans le pueden dar las gracias por los servicios prestados, prometerlo un lugar en el anillo de honor y retirarle el dorsal. A eso ha quedado reducido el romanticismo en la NFL.