SB XLV: La 1ª del #12

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Abril de 2005. Mike McCarthy, a la sazón coordinador ofensivo de los San Francisco 49ers, se encuentra en el «war room» con el resto del front office y con el pick #1 del draft en la manga. Tiene delante el prospecto de un QB local, de California, que ha crecido soñando con emular a sus ídolos Joe Montana y Steve Young. El informe habla de un QB capaz de ejecutar todos los lanzamientos, con un brazo potente y preciso, y con buenos pies. Sin apenas puntos flacos, tal  vez que no es demasiado alto y que es muy joven, poco experimentado.

 

McCarthy no sabía que con su voto estaba sentando las bases de su primer Lombardi Trophy apenas un lustro después. Y menos aún si supiera que estaba escogiendo al chico equivocado. Los 49ers escogieron a Alex Smith. Después 20 equipos pasaron de nuestro chico de Chico, California, alguno que busca actualmente QB, como los Vikings (¿y los Cowboys?) en dos ocasiones. Era el 1º draft que yo veía en directo, y el pobre no sabía a dónde mirar, con cara de circunstancias, hasta que los Green Bay Packers (14-6) lo seleccionaron con el pick #24 como futuro recambio para Brett Favre.

 

El culebrón de su selección se trasladó a Green Bay. El #4 se mosqueó porque su equipo había gastado una 1ª ronda en un QB, y no le puso las cosas nada fáciles al rookie, a quien ignoró por completo. El culebrón alcanzó su punto álgido tras la temporada de 2007. Ya se ha hablado y escrito mucho sobre el tema, pero ahora no se trata del #4 sino del #12.

 

Ted Thompson, General Manager de los Packers, optó por pasar página y tirar para adelante con Aaron Rodgers, y el californiano respondió desde el primer día. Ha rondado las 4.000 yardas y la treintena de TD desde su 1ª temporada como titular, brillando en los playoffs en la 2ª y ganando el MVP de la Super Bowl en la 3ª.

 

Rodgers ha inaugurado la versión 3.0 de Tittletown. Bart Starr marcó una dinastía con 3 campeonatos de la NFL y las dos primeras Super Bowls en los años 60. Favre marcó otra brillante época en los años 90/00 con tres MVP, aunque sólo un triunfo en las dos Super Bowl disputadas. Rodgers ya ha empatado en títulos a su predecesor y con una actuación más brillante aún. El #12 completó 24 de los 39 pases que lanzó, para 304 yardas y 3 TD, sin ningún error, sin ningún turnover, frente a una de las defensas más agresivas de la liga, centrada al 100% en frenarle (los Packers sólo corrieron en 11 ocasiones) y con cuatro o cinco drops de sus jóvenes receptores que podrían haber elevado sus números de manera notoria.

 

Rodgers además brilló en el momento de la verdad, después de un horrible 3º cuarto de los Packers, firmando dos últimos drives sensacionales, con cruciales conversiones en 3º down y que desequilibraron al final un partido que los Steelers pusieron en un puño. Una actuación impecable, digna del MVP de la Super Bowl y del «cinturón de campeón».

 

Rodgers ha terminado la postemporada con 275 yardas de pase por partido, 9 TD por 2 intercepciones, un 69% de pases completados y un QB rating de 110,7, con todos los partidos jugados fuera de casa.

 

PUNTOS DE INFLEXIÓN

El partido me recordó a aquelas curvas que reflejan funciones que hacíamos en matemáticas en el colegio, en donde había que calcular las asíntotas, los puntos de inflexión, etc.

 

El football es un deporte de «momentum» y más en un partido a priori tan igualado como el que ofrecía el ticket de la XLV. Era probablemente la Super Bowl más abierta de la pasada década. Cualquier jugada podía desequilibrar por sí misma el match up. Así, el partido tuvo tres fases bastante claras, con dos importantes puntos de inflexión. Los Packers dominaron la 1ª mitad a ambos lados del balón. Pero las lesiones y el descanso marcaron un cambio de curvatura. A partir de ahí fueron los Pittsburgh Steelers (13-5) los que borraron del mapa a los Packers hasta la jugada del fumble de Rashard Mendenhall, que volvió a girar el partido y que fue la jugada aislada más determinante del partido.

 

LOS PACKERS VIENEN A POR EL LOMBARDI

Los Packers se sentían favoritos, llegaron a la Super Bowl motivadísimos y ganaron hasta en el sorteo de campo. Hay que decir que McCarthy planteó un magnífico partido. Desde el inicio se fue a ganar el mismo con formaciones abiertas y pases profundos. Era la debilidad de los Steelers y no había que empezar el partido contemporizando, a ver lo que pasaba. Si quieres ganar la Super Bowl tienes que buscarla desde el 1º minuto, como lo hicieron los Packers.

 

Los experimentados parecían ellos, no los Steelers, quienes estuvieron bastante empanados en la 1ª mitad. Su front seven estuvo sólido. No llegaron a anotar un sack, pero Rodgers no tuvo un sólo segundo extra a la hora de repartir el balón. Tuvo que precipitar muchos lanzamientos, generando más pases incompletos de los acostumbrados. La secundaria de los Steelers estuvo en cambio mucho más floja, incluyendo a un Troy Polamalu medio lesionado estos playoffs, y que no ha podido acudir a su habitual cita de «game changing plays».

 

Rodgers empezó a mover el balón. Tal vez James Starks debió tener más opciones (sus 52 yardas en 11 acarreos así lo sugiere), por lo menos para frenar algo el ímpetu de la defensa acerera, pero el caso es que a los Packers no les fue mal. Con el veterano Donald Driver caído en combate, los jóvenes receptores de los Packers se impusieron a sus marcadores. Jordy Nelson fue el más buscado, sumando 9 recepciones para 140 yardas y un TD. Greg Jennings anotó los otros dos, con 4 recepciones para 64 yardas. James Jones atrapó 5 balones para 50 yardas. Es cierto que cometieron algunos gravosos drops (a Nelson se le pueden achacar 3, a Jones otro), pero en muchas ocasiones recibieron balones muy difíciles, fruto de la forzada precipitación de Rodgers, no porque fueran bien defendidos por la secundaria. De todos modos, algunos costosos drops en 3º down hicieron trabajar demasiado al fenomenal punter Tim Masthay.

 

En el otro sentido del juego, se podía adivinar que los Steelers llegarían hasta donde les llevara su juego de carrera. La defensa de los Packers fue inversa a la de los Steelers. El front seven no podía con Mendenhall ni ponia en excesivos aprietos a Ben Roethlisberger, pero la secundaria estuvo magnífica con impecables pases defendidos. Resulta incomprensible el por qué los Steelers no corrieron más. En ninguna Super Bowl ambos participantes han cantado menos jugadas de carrera. Lo de los Packers es comprensible, lo de los Steelers, no.

 

Mendenhall sumó 63 yardas en sólo 14 acarreos, Isaac Redman 19 en dos, Mewelde Moore 13 en 3. Hasta Big Ben sumó 31 en 4 scrambles. Eso son 5 yardas y media por acarreo. No es poco, ¿no, Bruce Arians?

 

El caso es que así llego el TD de Nelson, y en la siguente jugada desde el scrimmage Howard Green alcanzó a Roethlisberger, su pase se desvió y Nick Collins retornó el pick 37 yardas para TD. En medio minuto el partido se ponía muy cuesta arriba para Pittsburgh, y más aún cuando Rodgers lanzó su 2º pase de TD después de que Big Ben fuera interceptado otra vez, esta vez por Jarrett Bush. A dos minutos y medio para el final, con 21-3 en el marcador el partido pintaba verde y amarillo.

 

QUESO FUNDIDO

Pero si hay un equipo a quien no puedes dejar herido es a los Steelers. O los rematas o te la pueden liar. Y si no, que se lo pregunten a los Ravens.

 

En los dos últimos minutos antes del descanso, concurrieron dos fenómenos. Por un lado, fue lesionándose la secundaria de los Packers: cayó Charles Woodson al evitar un TD, y cayó el rookie Sam Shields. Por otro, Big Ben aprovechó la situación y su habilidad en el clutch para contactar con Hines Ward (7 rececpiones, 78 yardas, TD) con tres grandes pases casi consecutivos para subir al marcador 7 puntos antes del descanso.

 

El descanso en la Super Bowl es largo, y a los Packers se les hizo más largo aún. Ver al «QB de su defensa» con la clavícula rota y el brazo en cabestrillo, a Shieds y Driver casi outs, y a los Steelers recortando distancias en el marcador fue demasiado para un equipo tan joven.

 

Los Steelers en cambio, salieron en el 3º cuarto como el único equipo capaz de remontar 17 puntos en una Super Bowl (y aún estoy sorprendido de que no lo hicieran). Su defensa empezó a morder y a alcanzar a Rodgers, y los de Mike Tomlin parecieron por fin los Steelers de verdad. Los Packers jugaron 21 snaps en el 3º cuarto, con el resultado de 16 yardas ofensivas totales y 35 yardas de penalización. Los Steelers iniciaron su primer drive en el medio campo y anotaron corriendo las 50 yardas que le separaban de la endzone en 5 carreras consecutivas.

 

En ese momento el partido era negro y amarillo. Parecía una repetición del playoff divisional, un auténtico dèjá vu». Pero entre que Shaun Suisham falló un FG de 52 yardas, los Steelers no corrieron lo que debieron, Big Ben no acertó a sacar ventaja de las ausencias en la secundaria y, todo hay que decirlo, Pat Lee y Bush hicieron un gran partido supliendo a los lesionados, a los Steelers se les terminó el 3º cuarto sin haber alcanzado a los Packers.

 

Un inciso. Cuando en un equipo se lesiona un titular y su suplente lo cubre con garantías eso es síntoma de un equipo bien preparado y bien entrenado. La media docena de titulares en la I.R. habría tumbado a casi cualquier equipo, pero los Packers se han sobrepuesto a las lesiones de su titulares y a las de sus sustitutos. También los Steelers han tenido lesionados. El rookie Emanuel Sanders se lesionó un drive antes que Driver, y también contaban con la ausencia del sorprendente rookie Maurkice Pouncey, pero Doug Legursky también lo suplió a la perfección. Un ejemplo de equipo serio y bien entrenado.

 

CAMBIO DE CAMPO, CAMBIA LA SUERTE

Con lo negro que fue el 3º cuarto para los Packers, seguro que estaban felices de llegar al 4º aún con ventaja en el marcador. Fue el momento en el que Kevin Greene, entrenador de los OLB, lanzó un mensaje a un batallador Clay Matthews, quien había peleado mucho pero que aún no había conseguido un big play: «este es el momento». Dicho y hecho. La primera jugada del 4º cuarto fue la jugada clave de la Super Bowl.

 

En 2º y 2 en la yarda 33 de los Packers, Mendenhall fue placado en el backfield por Ryan Pickett y Matthews, el balón salió despedido y lo atrapó Desmond Bishop. Es un lance del juego, al que acarrea el balón le puede pasar, aunque sea el 2º de Mendenhall en la postemporada. No sólo el juego aéreo tiene riesgos.

 

La jugada es clave en el desarrollo de la Super Bowl, aunque no es la única causa por la que los Steelers salieron derrotados. Pero fue el 2º punto de inflexión del partido. El «momentum» cambió. Y Rodgers, como los grandes, se vino arriba en el momento oportuno. Después de convertir un «3ª y 7» y un «3ª y 10», contactó con Jennings para su último TD, que les volvía a poner 11 puntos arriba, a 12 minutos del final.

 

Roethlisberger respondió con su mejor drive, sólo con juego aéreo, y acercó aún más a los suyos con un pase de TD de 25 yardas a Mike Wallace (9 recepciones, 89 yardas), con una conversión de 2 en una jugada muy bien elaborada. Quedaban menos de 5 minutos y los Steelers sólo tenían un tiempo muerto. Rodgers volvió a saber mover el balón, convirtiendo un crucial «3ª y 10» en su yarda 25 con un pase de 31 yardas a Jennings.

 

Sin embargo les faltó rematar. Necesitaban un TD para sentenciar el partido y estuvieron demasiado timoratos en la redzone, conformándose con un FG que dejaba el partido en las manos de Big Ben. La situación era idéntica al último enfrentamiento entre ambas franquicias hace dos años. El #7 puedo cubrirse de gloria con otro drive final apoteósico, como entonces y como en la SB XLIII, pero esa no era su noche. Y la defensa de los Packers se olvido de poner una «prevent» y fue a por el partido, con 5 pass rushers sobre Big Ben. Leccion aprendida por Dom Capers, quien además estuvo brillante a la hora de ajustar su defensa tras las lesiones. En la segunda mitad reforzaron la cobertura, presionando con menos efectivos al QB, pero en el último drive cegaron a Roethlisberger.

 

 

UN MAL DÍA PARA JERRY JONES

Cuando Jerry Jones construyó su Jerry’s World se habrá imaginado otra Super Bowl. Primero supo que sus Cowboys no la disputarían. Luego que los Steelers les empatarían en apariciones precisamente en su estadio. Luego vino lo de la climatología, que tampoco es culpa suya, como lo de los heridos por el hielo desprendido del tejado del Cowboys Stadium.

 

Pero la organización fue un deastre, y todo lo que pudo salir mal, salio mal. Lo peor fue vender entradas a 1.250 aficionados a $900 para una zona que no se comprobó hasta el día del partido y para la que las autoridades no dieron permiso por su falta de seguridad. Algo imperdonable. El aforo al final no batió el récord de asistencia de la Super Bowl XIV en el Rose Bowl, aunque sí fue la más seguida por televisión. Fue el programa más visto en la historia de los U.S.A., con 111 millones de espectadores, superando los 106,5 de la pasada edición. Los accesos fueron un caos y las facilidades para los profesionales «poco fáciles». Luego vinieron la desastrosa interpretación del himno de Christina Aguilera y la pobre actuación de los Black Eyed Peas, con los fallos técnicos añadidos.

 

En resumen, mucho va a tener que pelear Jones para que La Super Bowl vuelva a «North Texas». Atlanta está esperando otra… desde hace mucho.

 

NOTA FINAL

La Super Bowl XLV se quedará con la «G» de Green Bay, con la «G» de «Good but no Great». Sobraron lesiones y faltaron más aciertos, alternativas en el marcador y un final más espectacular. Pero en líneas generales fue una buena Super Bowl. El equipo arbitral dirigido por Walt Anderson estuvo bien, y ambos equipos le ayudaron en su cometido. No hubo golpes feos, no huno ningún pass interference, no hubo un 1º down por falta. Sólo sobraron un par de «calls», un face mask inexistente, aunque pudo parecerlo en directo, y una de las absurdas penalizaciones por celebración excesiva.

 

Los Steelers igualan a los Cowboys con su 8ª SB (6-2). Los Packers adelantan a Giants, Raiders, Redskins y Pats con su 4ª victoria en la SB, a una de 49ers y Boys. Sin embargo, con los títulos de la NFL de los años 60, los Packers son el equipo que más campeonatos ha ganado en los últimos 50 años, con 7. El Lombardi Trophy vuelve a casa en el «año Vince Lombardi«, en el que se han estrenado un musical en Brodway y un aplaudido documental en la HBO.

 

También hubo jugadores que se quitaron su espinita. Woodson pudo, después de 13 temporadas en la NFL, convertirse en el 4º jugador, tras Marcus Allen, Tony Dorsett y Reggie Bush en ganar el Heisman Trophy, un National Championship y una Super Bowl. Clay Matthewes III también se quitó su espinita, aunque sólo lleva dos temporadas en la NFL, una espinia familiar. Es el 1º Matthews que gana un anillo en 45 temporadas de la familia en la NFL (4 de su abuelo Clay, 19 de su padre Clay Jr., 19 de su tío Bruce y una de su primo Kevin).

 

No queda más que comentar. Sólo felicitar a mis amigos Packers y consolar a mis amigos Steelers y, por supuesto, desear que arreglen lo del nuevo convenio y nos dejen disfrutar de la offseason… y de la temporada 2011. ¡Ya falta menos!

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