Mucho se ha hablado esta temporada (y parte de la anterior) de las constantes mediocres actuaciones de la línea ofensiva de los Crimson Tide. Incluso quien suscribe osó “criticar” las actuaciones del runningback Trent Richardson, quien a pesar de unos números bastante correctos y digamos “aseaditos”, estaba mostrando durante las primeras semanas una cierta carencia de explosividad, “chispa” y de decisión para golpear los mínimos gaps que el pobre desempeño de su línea ofensiva, le permitían.
Esta temporada, Richardson estaba llamado a ser el “centerpiece” de la Alabama de Nick Saban, en un año donde el programa perdía a su más eficiente y experimentado quarterback titular en décadas, mientras que el cuerpo de receptores tenía también que asumir la baja de uno de los mejores jugadores de la dilatada historia del programa, Julio Jones.
Por lo tanto, la responsabilidad del ataque recaía exclusivamente sobre los hombros de Richardson, quien impresionó desde el primer día que pisara el campus, sin embargo, aún como junior, necesitaba ese “marquee-game”, como gusta puntualizar al otro lado del charco, para realmente confirmar que es ese jugador único y especial que tanto se hablaba, y es que incluso se le consideraba mayor potencial que todo un Heisman Trophy como Mark Ingram. Pero Trent no pudo escoger mejor escenario.
Richardson se forjó una reputación atlética y su poderío como runnigback en el instituto de Escambia en Pensacola (Florida), donde se presume haber visto jugar a uno de los mejores runnigbacks de toda la historia del negocio, Emmitt Smith (clase de 1987). A diferencia de Trent, Smith seleccionaría a los Gators para continuar su carrera deportiva, siguiendo las habituales conexiones de la Florida Panhandle, sin ir más lejos, la mascota de Escambia son igualmente los Gators, incluso Richardson se enfrentaría en el estado de Florida a futuros rivales como Jeff Demps o Janoris Jenkins. Florida hizo todo lo que estuvo a su alcance para cambiar la decisión de Trent y evitar así la fuga abandonando su estado natal, pero a diferencia de la mayoría de sus “colegas” en el gremio, Richardson decidió coger los bártulos e irse para Alabama, donde le esperaba un programa en alza, con los brazos abiertos y que comenzaba a emerger como un paraíso para la smash-mouth football, donde sus características se adaptaban como un guante.
Pero los últimos años se había perdido un tanto la tendencia establecida por Glenn Coffee o Andre Smith y elevada en un segundo nivel por Mark Ingram, hasta el pasado sábado noche en Gainesville, donde Nick Saban decidió que éste sería el mejor escenario para hacer gala de la capacidad como “workhorse” y “bulldozer” de Trent Richardson.
A pesar del repentino touchdown del WR Andre Debose en un big-play aéreo de 65 yardas donde toda la defensa infravaloró el brazo de John Brantley, así como la capacidad de sorpresa y la agresividad de Charlie Weis, se veía que ésta iba a ser la noche de Richardson y de una línea ofensiva que se mancharía la espalda en su «curro» como cual jardinero. Richardson comenzaría a acumular 3 y 4 yardas cada vez que tocaba el balón. Incluso con todo The Swamp sabiendo del handoff, la defensa de Florida fue incapaz de detenerle por detrás de la línea de scrimmage. Richardson fue un martillo que golpeó con paciencia cada gap mientras los bloqueos interiores sobre él, fueron floreciendo y se convertían en un auténtico “clinic” de cómo ir físicamente sobre la línea de scrimmage, imponiendo músculo y agresividad para generar la carga suficiente (la línea ofensiva también lo bordó en la protección frente al pase con ningún sack encajado). Nuevamente el partido del All-American Barrett Jones como el líder del grupo fue de libro, un chico que no para de impresionar cada vez que se viste de carmesí.
Pero la defensa de Alabama tuvo problemas serios para llegar a Brantley en los dos primeros drives. Incluso el propio Brantley, quien sorprendió por su touch, compostura y liderazgo en el pocket, volvería a encontrar a Debose en la esquina de la endzone con Kirkpatrick sobre su cara. Solamente las dificultades de Debose para completar todo el proceso de la recepción, impidieron que Florida no ampliara con comodidad su ventaja. Pero entonces el partido cambió. Saban ajustó la defensa y el pass-rush de Alabama comenzó a incomodar seriamente a Brantley, hasta el punto que el tackle Nick Gentry conseguía penetrar desde el interior y forzar la intercepción de Courtney Upshaw, quien la retornaba 45 yardas para TD, en una acción que cambiaría definitivamente la inercia del partido. Upshaw provocó el terror sobre la línea de scrimmage después de conseguir 4 placajes, 3 para pérdida (21 yardas) y 1 sack.
Una semana más, el novato AJ McCarron volvió a gestionar el partido desde la posición de quarterback como a Saban más le gusta, distribuyendo con seguridad el balón alrededor del campo y protegiendo cada posesión. Él mismo aumentaría la ventaja con un qb-sneak en situación de goal-line, después de un drive de 61 yardas y 10 jugadas, donde predominaron dump-passes, screen-plays, lanzamientos sobre el flat, el seam, etc, además de un roughing-the-passer de una defensa que comenzaba a mostrarse desquiciada y sobre-excitada. Tal vez el incesante percute de Richardson hizo mella sobre su paciencia. El caso es que al final de la primera parte, Alabama ya sumaba 82 yardas terrestres, mientras Florida -17, donde Jeff Demps y Chris Rainey, quienes se les consideraba clave en las opciones de los Gators, eran un factor inexistente.
Otro momento clave del partido se produjo en el último instante de la primera parte, donde Florida llegó hasta campo profundo de los Tide, pero un sack de Alex Watkins acababa momentáneamente con la incursión. El colegiado principal señaló el clamoroso fumble, lanzando el bean-bag sobre el campo, pero nadie pareció comprender la acción, salvo el propio Watkins recuperando el balón sobre las piernas de Brantley y un Dre’ Kirkpatrick exaltado, pidiendo a Adrian Hubbard que recogiese la posesión y la retornase hasta la endzone local. Sorprendentemente nadie sabía que había ocurrido y sí la posterior acción fue realmente válida, pero dentro de una atmósfera de confusión general, Courtney Upshaw llegaba nuevamente hasta Brantley, quien en un intento por eludir el pass-rush, giraba aparatosamente la rodilla, teniendo que abandonar el campo lesionado. El intento de 52 yardas del PK Caleb Sturgis saldría desviado y su racha de 13 fieldgoals consecutivos se vería acabada.
Sin la presencia y experiencia en la posición de John Brantley y teniendo en cuenta que los Gators se encuentran sumergidos en el proceso de instalación de un sistema ofensivo completamente nuevo con Charlie Weis, que tengas que tirar de un quarterback novato como el true-freshman Jeff Driskel ante posiblemente la mejor defensa de todo el país, no era la mejor noticia para las posibilidades de los locales por volver a entrar en el partido con 14 puntos de diferencia. Alabama tampoco quiso asumir riesgos y no tuvo prisa por avanzar, hasta tal punto que Florida siguió manteniéndose con vida, a pesar de “deambular” sobre el campo. Saban, harto de la peligrosa dirección del partido, decidió subir una marcha, Marquise Maze recogió con malabares una lanzamiento clave en tercer down en la mejor acción de McCarron desde que llegase a The Capstone y nuevamente Richardson fue literalmente un taladro (181 yardas por tierra en 29 carreras, 6.2 de promedio), donde en una acción terrestre de 36 yardas que demostró una combinación élite de poder, velocidad y cambio de ritmo, sentenciaría definitivamente el partido. Un tipo de jugador que incluso podría estar desde ya compitiendo en el siguiente nivel.
Alabama ha ganado 41 partidos desde el inicio de la temporada 2008, el cual es el segundo mejor registro de todo el FBS, solamente por detrás de Boise State con 42 victorias. La defensa de los Crimson Tide redujo el ataque de Florida en únicamente 222 yardas totales (15 terrestres y 207 aéreas), 9 primeros downs y las 15 yardas por tierra de esta semana (en 29 carreras, 0.5 de promedio) son el guarismo más bajo de los Gators en toda la historia de estas series.
Mientras que Florida se encuentra ahora en serios problemas de contender en el Este de la conferencia tras la lesión de Brantley (la división ha dado un giro radical en este aspecto), Trent Richardson completa su cuarta actuación consecutiva superando las 100 yardas terrestres: 111 ante Penn State, 167 ante North Texas, 126 ante Arkansas y 181 ante Florida, y nuevamente se aúpa en lo alto de cualquier ranking al Heisman que se precie. Alabama ahora espera a LSU relajada «sobre el asiento del conductor» en el próximo duelo del 5-N que definirá toda lo que resta de la temporada.
LOS AGGIES CONTRAEN EPIDEMIA TRAS UNIRSE A LA SEC
La anterior semana, los Aggies de Mike Sherman quisieron darse todo un “homenaje” en Aggieland ante uno de los gallos de la temporada en la Big-XII como es Oklahoma State, y con el único objetivo de causar un eco que se ajustase al reciente anuncio de la SEC después de aceptarles como el decimotercer college de tan prestigiosa conferencia, sin embargo, Texas A&M sufriría un colapso épico de unas magnitudes que parecían imposibles de repetirse (17 puntos al descanso), pero en el periodo de una semana, los Aggies han conseguido repetir idéntica suerte, en una tendencia que se está convirtiendo en una auténtica epidemia del programa (18 puntos de ventaja al descanso y permitiendo 25 de los últimos 28 puntos de la tarde en Arlington).
Después de tener el partido controlado en “Jerry’s World” con una diferencia de 35-17 al descanso, una vez más la defensa de los Aggies decidió no “presentarse” a la segunda parte, una decisión que también pareció tomar el juego terrestre, después de haber sido muy efectivo durante toda la primera parte. Hay quien cree que el único responsable de estos colapsos es el señor Mike Sherman y su rotundo fracaso por mantener al grupo motivado y concentrado, después de hacerse con amplias ventajas sobre el marcador al descanso por segunda semana consecutiva (superados en 51-12 puntos en los últimos 30 minutos).
Especialmente, Sherman cometió el error de buscar varios punts en los últimos minutos en un shootout entre paupérrimas defensas y poderosos ataques. Realmente, buscar el punt no es ni una opción sí la situación de cuarto down es mínima y la línea de scrimmage se encuentra en cualquier punto junto al centro del campo. Sobre todo teniendo en cuenta que la defensa de Arkansas ha sido golpeada por lesiones y una palpable falta de profundidad, además de llegar “quemada” tras la paliza física de la anterior semana ante Alabama. Sherman decidió buscar el punt en cuarto down y 1 yarda, para observar a continuación como los Hogs reducían la diferencia sobre el marcador en únicamente una anotación. La lección era bastante sencilla; mantener el balón lejos de las manos de Tyler Wilson y el ataque de alto-octanaje de los Razorbacks. Sherman sencillamente fracasó en este aspecto.
Pero tampoco hay que quitar mérito a grandes expertos tácticos y play-callers como Mike Gundy o el propio Bobby Petrino, aunque los Hogs hicieron todo lo posible por mantener a los Aggies dentro del partido; placajes fallados, 14 penalizaciones (112 yardas) y una defensa en general que permitiría por encima de las 600 yardas. El problema para la A&M fue que llegado el momento decisivo, su defensa desfalleció, el pass-rush fue inexistente y los receptores dejaron de aportar y realizar jugadas en el juego aéreo.
Para Arkansas la segunda parte puede ser un punto de inflexión en la temporada, del mismo modo que lo fue la victoria de la pasada temporada en este idéntico escenario ante Texas A&M. El problema para los de Petrino es su defensa contra la carrera que es horrible (381 yardas encajadas), su juego terrestre que es inexistente (71 yardas totales) y los constantes errores en acciones básicas, pero el siempre combativo y valiente Tyler Wilson (el «pobre» necesita un tackle decente desde ya, si no quieren acabar por rendirle sepultura en Fayeteville) y sus 510 yardas aéreas (destruyó el record del programa de Ryan Mallet en el duelo ante Vanderbilt del año pasado) demostraron como de peligroso puede llegar a ser este equipo en sus encuentros conferenciales, con capacidad de “bombardear” a cualquier rival que no sea Alabama y probablemente LSU.
Por contra, Texas A&M necesita replantearse los colapsos de las últimas semanas, y valorar sí realmente este tipo de orientación y gestión de los partidos le será válida para sobrevivir la próxima temporada en una conferencia tan competitiva y poderosa como la SEC. De momento, Arkansas les regaló en Arlington una pequeña previa de lo que se encontrarán el año que viene.
AUBURN UTILIZA EL PAQUETE BÁSICO, UNA QUIMERA PARA GARCIA Y LOS ‘COCKS
Ya lo señalé la anterior semana en similar posición dentro de esta columna, pero nadie en Columbia comprende la extrema paciencia que concede el head-ball coach sobre el enigmático Stephen Garcia. El célebre quarterback del área de Tampa (Florida), realmente está experimentando un importante retroceso desde su nivel en el mes de Septiembre de la anterior temporada. La gran mayoría de atletas sienten la constante necesidad de progresar durante su carrera, mejorar sus capacidades, mientras reducen todos aquellos malos hábitos heredados del instituto. Garcia sencillamente está haciendo lo opuesto.
Nuevamente su actuación fue literalmente horrible, después de completar solamente 9 pases de 22, para 160 yardas, 1 TD y 2 intercepciones. Aunque correría con criterio en diversas oportunidades (10 intentos para 62 yardas), dando incluso una última oportunidad a South Carolina de llevar el encuentro a la prórroga tras un primer down y con aparentemente dos segundos sobre el reloj para que el PK Jay Wooten intentase igualar el encuentro en field-goal range (los cebras decidieron dar por concluido el encuentro tras la revisión), South Carolina sencillamente debería abandonar su ímpetu con este polémico y desconcertante muchacho.
Como también apunté la anterior semana, gran parte del problema gira entorno al ego y obcecación de Steve Spurrier, quien ha convertido un conjunto con atletas de corte All-American como Marcus Lattimore o el wide-out Alshon Jeffery, en inoperante. Básicamente la inhabilidad por amenazar con un mínimo juego aéreo, está consiguiendo que el oponente no sea “tonto” y sobrecargue el box continuamente con ocho jugadores, sabiendo que no existe riesgo de ser batido por aire. Evidentemente este obvio game-plan fue el que puso en práctica un criticado coordinador defensivo Ted Roof, quien lideraba una sospechosa unidad que llegaba a Columbia como la peor contra la carrera, el pase, en anotaciones y sacks de toda la conferencia SEC. Casi nada.
Aún así, la defensa de Auburn se puso las pilas con humildad en tareas terrestres y frente a una atmósfera hostil, deteniendo a los Gamecocks en 129 yardas y reduciendo a Lattimore en únicamente 17 intentos (66 yardas) en una tarde que se esperaba que fuera el absoluto “workhorse”. Roof desafió a Garcia a que le batiera por el aire, pero el controvertido quarterback nuevamente se le encogió el brazo. No es algo demasiado complicado, demostrando que South Carolina continúa siendo ese clásico equipo plano, predecible y unidimensional que caracterizaba en anteriores temporadas.
Por contra, Auburn hizo lo que se le exigía en el guión a los ‘Cocks, poniendo el balón sobre las manos de Michael Dyer hasta en 41 oportunidades (141 yardas terrestres y 1 TD). Un físico, poderoso y batallador juego terrestre es la mínima fórmula reconocible ante cualquier salida lejos de tus dominios, y aunque las carreras de Dyer no fueron especialmente importantes (3.4 de promedio, siendo la más larga de 18 yardas), permitieron a los pupilos de Gene Chizik mantener a su frágil defensa fuera del campo, agotar a la defensa local, mientras mantuvieron el control del balón durante prácticamente 36 minutos.
Barrett Trotter y sus skill-players consiguieron grandes acciones ofensivas en aquel último drive donde el half-back Philip Lutzenkirchen anotaba una de sus clásicas acciones en la redzone, no sin cierta emoción después de recuperar un fumble in-extremis dentro de la propia endzone, y que adelantaba a Auburn en el marcador. Pero esta efectividad en ataque no se hubiera disparado sí los Tigers no hubieran acumulado por encima de las 90 jugadas (prácticamente el doble que los Gamecocks) ante una defensa tan expeditiva como la de South Carolina.
Un habitualmente imaginativo y agresivo Gus Malzahn, mantuvo su game-plan a medio “gas”, evitando cualquier acción estúpida y dejando el partido en manos de Stephen Garcia, que sumada a la habitual “flor” de Gene Chizik, Auburn conseguía el upset sobre los Gamecocks fuera de casa, abriendo las posibilidades para Florida y especialmente Georgia en la división Este ¿Quien en The Plains firmaba por un arranque con un record de 4-1?
CLEMSON SIGUE SU CAMINO TRAS UN DIA EN LA OFICINA
Después de dejar en la cuneta a Auburn y Florida State con auténticos festivales ofensivos, los pupilos de Dabo Swinney demostraron que también pueden ganar jugando “feo” y la ocasión bien lo mereció en la siempre complicada salida a Blacksburg, un congelador con temperaturas de 4 grados, y ante la Beamerball, actuales defensores del título de la ACC.
Probablemente este no sea el squad con mayor talento que Frank Beamer haya dispuesto en sus veinticinco longevos años liderando la Hokie-nation, pero la siempre poderosa defensa de Bud Foster volvió a demostrar el porque de su tradicional potencial (llegaban como No.4 total del país). La capacidad de playmaker de Sammy Watkins fue completamente anulada, como así DeAndre Hopkins, desapercibido toda la noche, mientras Tajh Boyd, quien lleva una temporada muy brillante gestionando el ataque de los Tigers, sufrió en su propia carne la incomodidad de una defensa tan áspera y combativa como la de los Hokies. Sin embargo, Boyd conseguiría encontrar en el Seam a un aliado perfecto para estas batallas, el TE Dwayne Allen (4 recepciones para 75 yardas y 1 TD), quien emergió como el auténtico go-to-guy del ataque, provocando constantes missmatches por dentro. Boyd, además, completó varios terceros downs importantes cuando su equipo más lo necesitó, mientras que los Tigers supieron jugar sus cartas, esperando a que su oponente claudicase y ante una situación climatológica radicalmente opuesta a la que se encontraron durante las primeras semanas en el cálido Palmetto State.
Virginia Tech realmente nunca tuvo oportunidad alguna de competir por la victoria. Especialmente con un ataque mediocre, poco agresivo y sin ritmo que conseguiría la segunda menor cantidad de puntos desde que Frank Beamer se hizo con las riendas del programa en 1987 (sólo 5 veces, VTU fue reducida a un sólo digito en su propia casa), un handicap que consiguió poner contra las cuerdas el recorrido de la defensa de los Hokies. Logan Thomas fue un auténtico “pelele” (encajaría 4 sacks) maniatado por un Andre Branch, que se convirtió en la auténtica pesadilla de la noche para la línea ofensiva local. Branch consiguió 3 sacks y un total de 11 placajes, limitando el ataque de los Hokies a 258 yardas y ningún touchdown por primera vez desde 1995. Sin velocidad para estirar la defensa ni capacidad por fuera de los números, por parte del grupo de receptores de los Hokies, David Wilson fue el único que se salvó de la “quema” después de correr para 125 yardas (en 20 intentos), sin embargo, Carlton Lewis provocaría su único fumble del partido, después de impactar su casco contra el balón, en una acción que además significaría la primera anotación de Clemson en el encuentro.
Swinney ha conseguido superar lo que definió como un particular “Shock the World Tour” después de vencer a tres oponentes ranqeuados de manera consecutiva y tiene a sus Tigers perfectamente situados para encarar imbatidos con un 7-0 el showdown del 22 de Octubre ante North Carolina. Ahora el programa deberá controlar las enormes expectativas y la presión mediática en torno a él, algo con lo que fracasaron en anteriores oportunidades, y es que la afición naranja todavía se muestra un tanto cautelosa, a pesar que el modo de encarar el duelo en Blacksburg después del esfuerzo ante Florida State, tiene a todo el mundo entusiasmado.
WISCONSIN DISFRUTA DE UN PLÁCIDO JUMP-AROUND ANTE NEBRASKA
A pesar de ser la elección de ESPN para su duelo de primetime, las únicas dudas que existían entorno a los Badgers era la débil competición que se habían encontrado en su camino hasta el momento, después de destrozar a rivales como UNLV, Oregon State, Northern Illinois y South Dakota, pero Nebraska no hizo absolutamente nada durante las primeras cuatro semanas de la temporada para sugerir que Wisconsin se encontraría en Madison ante un rival que mínimamente le complicara la noche en Camp Randall. Ante Chattanooga, Fresno State (29 puntos permitidos), Washington (38 puntos) y Wyoming, la secundaria de los Huskers sufriría, mientras que el front-seven sería incapaz de penetrar en el backfield o el juego de pase fue un absoluto desastre.
Este sábado ante los Badgers, los Cornhuskers continuaron la tendencia, mostrándose incapaces de placar y siendo alejados del balón por un frente ofensivo superior. Taylor Martinez no es tampoco ningún pocket-passer (11 de 22 para 176 yardas y 3 INT) y cuando lo intentó, la defensa local aprovechó la oportunidad hasta en tres ocasiones, mientras que, en cambio, Russell Wilson, Montee Ball (30 carreras para 151 yardas y 4 TD) y el ataque tomaron provecho de cada una de sus oportunidades.
Russell Wilson está emergiendo como un auténtico candidato al Heisman Trophy (14/20 para 255 yardas y 2 TD), y dejaría como impronta un par de lanzamientos para touchdown “over-the-top” sobre Jared Abbrederis y Nick Toon. Pero el arquitecto de este explosivo, dinámico y efectivo ataque no es otro que Paul Chryst, quien está realizando el mejor trabajo ofensivo desde la banda de todo el país, fuera del de Chad Morris en Clemson, mientras que Bret Bielema mantiene a su equipo jugando con la furia, carácter y precisión que les lanzó como un “cohete” durante el mes de Noviembre de la pasada temporada.
El problema es que la victoria ante Nebraska ya no tiene el caché de antaño. Los ‘Huskers no tienen defensa alguna y la sensación es que Bo Pelini se ha transformado en el Bill Callahan de la actualidad, llegando nuevamente la incertidumbre a Lincoln. La Blackshirt definitivamente pasó a mejor vida.
Pero si una hecha una mirada al desolador panorama en la Big-Ten, llegará a la conclusión de que únicamente Michigan es sorprendentemente el único rival con remotas posibilidades de detener a Wisconsin. El resto del calendario es favorable de sobra para que los Badgers lleguen imbatidos a la novedosa final por la Big-Ten en Diciembre, mientras que los fans de Wisconsin deberán mirar con atención cualquier desliz de la élite comandada por LSU, Alabama, Oklahoma, Oklahoma State y Stanford, para incrementar sus posibilidades de viajar a New Orleans y luchar así por el campeonato nacional el 9 de Enero.
Pero los Badgers todavía necesitan enfrentarse a alguien que compruebe su intachable secundaria, alguien lo suficientemente físico y poderoso para golpear sobre su línea defensiva con un juego terrestre machacador. Y no parece que emerja nadie en el horizonte con tal suficiente capacidad.
- La penalización por conducta antideportiva de Kriss Proctor en el duelo entre academias. Navy conseguiría culminar una remontada antológica en el último cuarto ante Air Force con un 28-10 abajo en el marcador, después de forzar la prórroga con un lanzamiento de 5 yardas y una conversión de 2 puntos. Proctor entonces conseguiría adelantar a la Midshipmen en el primer drive de la OT con una carrera de una yarda para touchdown, sin embargo, sería sancionado a continuación con un pañuelo amarillo por conducta antideportiva, después de encararse con un defensor de Air Force. El resultado fue que el extra-point se retrasaría hasta la yarda 25, donde acabaría siendo bloqueado, para que más tarde Air Force respondiese con otro nuevo touchdown y convirtiese con éxito el punto extra, llevándose la victoria. Este tipo de decisiones con la regla en la mano de los cebras siguen sorprendiendo cada semana a un servidor, pero a diferencia de la anterior semana en Syracuse, los oficiales no decidieron que el field-goal fuera bloqueado o que Navy no presentase una mínima resistencia para detener el último drive de la Falcon. De todos modos, un jugador de una academia militar debería ser capaz de guardar sus formas ante un mínimo «trash-talking» y en una acción clave, sobre todo teniendo en cuenta la preparación mental, disciplinaria y física a la que habitualmente están sometidos todos estos chicos ¿Y así esperan salvaguardar su nación?
- Las últimas decisiones de Chris Petersen están ciertamente perjudicando a los Broncos en su carrera por el campeonato nacional y la sensación es que Boise State parece resignada a su suerte. Comprendo perfectamente a Petersen, pero el hecho de evitar cualquier festival estratosférico en favor de un mayor control de la victoria, está consiguiendo que los votantes ignoren las últimas actuaciones de los de Idaho. Solamente con vencer a Georgia en Atlanta o a una TCU de capa caída, no significa que el trabajo de BSU haya llegado a su fin ante un calendario tan mediocre. Esta semana frente a Tulsa, los Broncos permitieron 14 puntos en el último cuarto, sacando a Kellen Moore del partido. La anterior jornada ante Nevada con un favorable 30-10 sobre el marcador, su secundaria permitiría un big-play de 53 yardas para touchdown en los minutos finales, mientras que Petersen mandaría su ataque a la ducha.
- La espectacular recepción con una mano de… Andrew Luck. Sí el año pasado ya enlacé por aquí su poderosa carrera ante California asfaltando literalmente a uno de los defensores de los Bears, esta semana Luck nos dejó una recepción de fonambulista fuera del backfield en el «trickery», que bien firmaría cualquier habilidoso receptor del FBS. En el propio YouTube podeís también encontrar un anuncio del chico controlando con estilo un balón de soccer con el objetivo de promocionar un partido del otro equipo de fútbol del programa. Sin duda, Luck fuera de ser un quarterback de libro y un fenomenal estudiante, es también un atleta extraordinario, pero ¿Alguien conoce alguna de sus debilidades? En ese caso, estaría encantado de leerlas en las respuestas inferiores.
- Y ya que hablamos de la Cardinal, da gusto ver a un equipo con unos fundamentos tan sólidos, con tanta inteligencia y una disciplina tan férrea, demostrando que las vigas del programa de football fueron construidas con robustez por Jim Harbaugh. Y no todo es Andrew Luck en Stanford. La línea ofensiva es tercera de la nación con únicamente 2 sacks permitidos, la defensa contra la carrera es la cuarta después de permitir tan sólo 62.25 yardas por partido y el frente defensivo está siendo dominante ranqueando No.4 de la nación en sacks y octavo en placajes para pérdida de yardas. El único problema para la Cardinal es que todavía han sido incapaces de conseguir una intercepción, uniéndose a Akron y Utah State como los únicos equipos de todo el FBS con la anomalía de su casillero a cero.
- Quien solamente se hubiera fijado en los highlights y el scoreboard de Baylor, probablemente tenga grabado a fuego la imagen de la defensa de Kansas State interceptando a Robert Griffin III y seguramente incluso alguno se aventure en tachar a Griffin de su lista personal por el Heisman, pero el chico hasta ahora ha completado 93 de 113 lanzamientos (82%) para un total de 1.308 yardas, 18 touchdowns (5 pases de TD en cada uno de sus tres partidos ante rivales del FBS) y una sola intercepción, además de correr para 173 yardas y 1 anotación. Griffin está siendo la gran estrella del primer cuarto de la temporada de college y es difícil de comprender que aún con sus estratosféricos números, Baylor se viera sorprendida por Kansas State esta semana.
- La única nota positiva de la miserable temporada de Boston College es la carrera por el Butkus Award del LB junior Luke Kuechly, quien ya recibió honores de All-American como freshman. No solamente lidera la nación en placajes, si no que aparece en el No.36 del ranking del país en solos. Promedia 16.6 placajes por partido, que superan en 3.6 al segundo de la lista, el freshman de East Carolina, Jeremy Grove. Su racha de dobles dígitos en placajes se remonta a los 9 ante Wake Forest de su año freshman, sumando un total de 27 partidos consecutivos superando la barrera.
- Fue parte de debate en las proyecciones al Heisman de nuestro foro durante esta semana, pero si alguien puede tener la conciencia tranquila en Columbia ese es Melvin Ingram. Este versátil y atlético defensive-end se está labrando toda una auténtica reputación de cara al Draft de la próxima temporada y una semana más volvió a proporcionar a los ‘Cocks un incalculable valor después de conseguir 11 placajes, 4.5 para pérdida de yardas, 3.5 sacks y 1 intercepción. Una pena que un equipo con tanto talento como South Carolina confíe su suerte sobre un quarterback tan desesperante como Stephen Garcia.
- ¡Lo que ha cambiado la vida en Columbus en tan sólo un año! Tras desatarse algo que pareció un pequeño incidente con los célebres tatoos y descuentos, los Buckeyes se desquitarían de su particular «monkey-on-the-back» con la conferencia SEC, batiendo a la Arkansas de Ryan Mallet en la Sugar Bowl del pasado mes de Enero. Con una importante cantidad de talento y su quarterback súper-estrella retornando, Ohio State parecía dirigida en la dirección correcta como serio contendiente. Pero las investigaciones y acusaciones se dispararon y el programa sucumbió con Tressell siendo despedido y un total de 4 jugadores de los llamados «clave», siendo suspendidos durante 5 encuentros de la temporada entrante, mientras que la reputación del programa alcanzaba cotas humillantes. Pero para todo aquel fan deprimido, hay que recordar que Ohio State continúa teniendo un talento sin parangón en su «two-deep», con clases fabulosas reclutadas que le convierten en probablemente el programa con mayor talento de toda la Big-Ten. Los problemas en Columbus son númerosos; Desde una posición de quarterback donde Joe Bauserman es incapaz de mover el ataque o Braxton Miller, quien tiene todo el talento del mundo pero cuya plaza aún se le queda demasiado grande, hasta un coaching staff improvisado que todavía busca su identidad. Luke Fickell tiene proyección para ser un buen head-coach en algún punto de su carrera, pero la eventual necesidad ha adelantado su evolución natural, y se puede comprobar con gameplans carentes de agresividad, una mediocre gestión de los tempos o una falta de ajustes efectivos, además de la «patata caliente» que ha heredado y la presión mediática de un programa donde existe un compromiso con la excelencia. Pero eso no es todo. En programas del carácter de Ohio State siempre se puntualiza eso de que no se «reconstruyen» sino se «recargan», y lo último no está ocurriendo ante toda la singular cantidad de vacantes disponibles alrededor del campo. Tal vez es momento para que los fans de Ohio State alteren sus expectativas y comprendan que el programa verdaderamente se encuentra inmersa en una profunda transición que puede incluso derivar en una constante frustración. De momento, la semana que vienen recuperará ante Nebraska a DeVier Posey, Dan Herron y el tackle Mike Adams.
- El sábado se disfrutaron de mareantes registros entre varios de los receptores más destacados del país. AJ Jenkins de Illinois sumaría 12 recepciones para 268 yardas y 3 touchdowns. Robert Woods de USC, 14 para 255 yardas y 2 TD. Kendall Wright de Baylor, 9 recepciones para 201 yardas y 3 anotaciones aéreas. Pero los números de Jarius Wright con Arkansas se llevan la palma, después de conseguir 13 recepciones para 281 yardas, 2 TD y un fumble recuperado en la endzone en el shootout entre Arkansas y Texas A&M en «Jerry’s World».
- El cornerback de LSU Tyran Mathieu continúa causando el terror en el back-seven. El sábado pasado protagonizó el highlight de la tarde, después de ejecutar un agresivo blitz sobre el quarterback de Kentucky, Maxwell Smith, para despojarle del balón con un contundente manotazo y retornarlo 23 yardas para touchdown. Después de forzar dos fumbles durante la victoria ante los Wildcats, Mathieu batiría un récord de la universidad con 9 fumbles forzados en toda su carrera y eso que todavía ni ha llegado al ecuador de su temporada sophomore en el Bayou.
- Después de sufrir hasta límites insospechados para mover el balón por tierra en los cuatro primeros partidos, West Virginia concedió la oportunidad al runningback freshman Dustin Garrison y éste respondió con un record de la universidad para un freshman, después de correr para 291 yardas en un total de 32 intentos. Dana Holgorsen no vaciló ni un instante asegurando ante los medios que habían encontrado runnigback en Morgantown y podría ser la clave para que los Mountaineers finalmente consigan un ataque equilibrado, algo que les convertirían en un rival muy complicado de batir.